PARTIDO EN LIQUIDACIÓN

Aunque el partido que gobierna Colima es nominalmente el Revolucionario Institucional, la alternativa al proyecto de instaurar en el estado la Cuarta Transformación que pregona el presidente López Obrador no la encabeza el PRI sino el PAN.

Los gobernadores que convivieron con los presidentes panistas, Fernando Moreno con Vicente Fox y Silverio Cavazos con Felipe Calderón, lograron en su momento impedir que Colima se sumara al corredor azul. Pero desde 1997 los candidatos del PAN fueron recortando la ventaja del tricolor, al grado de poner en duda algunos triunfos priistas.

Camino al 2021, el panorama es distinto. La reunión que los gobernadores emanados del PRI tuvieron esta misma semana con el presidente López Obrador, para acordar los términos en los que funcionará el Insabi, dice mucho del proceso de liquidación en el que está sumido el que fuera partido de Estado.

El priismo es una fuerza en extinción que desaparecerá gradualmente de la escena política en la medida que vaya perdiendo posiciones, señaladamente las gubernaturas. Con pretextos como la centralización de la política de salud, los mandatarios estatales que entre otras cosas se enriquecieron con el manejo discrecional de los recursos para medicamentos y plazas laborales, negocian su salida.

Es presumible que la condición que les ponen en Palacio Nacional para excluirlos de las investigaciones emprendidas por la Secretaría de la Función Pública, sea que no interfieran en su propia sucesión.

La clave para la continuidad priista, usar el poder para conservar el poder, se romperá en la coyuntura electoral que ya arrancó sencillamente porque a los gobernadores les van a amarrar las manos.

EL YA MERITO DE JORGE LUIS

Dos son los cuadros panistas que se disputan el rol del candidato anti López Obrador en Colima: el diputado federal plurinominal Jorge Luis Preciado Rodríguez y el alcalde de Colima, Leoncio Morán Sánchez, quien ahora milita en Movimiento Ciudadano.

Preciado contendió en la elección ordinaria y extraordinaria de 2015. Pero mientras en los comicios del 7 de junio, perdió por menos de mil votos, tras anularse su triunfo el abanderado priista José Ignacio Peralta Sánchez consiguió en la segunda vuelta distanciarse de Jorge Luis, su más cercano competidor.

No es el “ya mero ganaba la vez anterior” lo que favorece a Jorge Luis, sino la conclusión a la que han llegado muchos colimenses a estas alturas del sexenio: Preciado quizá hubiese sido mejor gobernante que Nacho.

Por lo menos, hubiera sido un gobernador presente, actuante y resolutivo. No sabemos si más eficaz o más honrado, pero el suyo sería algo que al menos podríamos llamar gobierno. JLPR sería un mandatario muy distinto a la figura decorativa en la que se convirtió JIPS casi desde el arranque de su administración.

Hábil constructor de discursos políticos, eficiente estratega de campañas electorales, experto en el manejo de redes sociales y estructuras de promoción del voto, como candidato del PAN Jorge Luis sería un temible candidato para cualquiera que sea la o el abanderado del presidente López Obrador en Colima.

Si lo nominan, tratará de jugar con la ventaja de ser el representante de un proyecto de gobierno que no ha fracasado en la entidad, por mucho que se diga que la administración Peralta esta llena de panistas.

Y querrá capitalizar los errores de la 4T, aunque cargue con el fardo de haber sido pieza importante de la maquinaria panista que destrozó al país durante la docena trágica: las manos sucias que asoman bajo las camisas azules.

Como él mismo lo presumió en la campaña de 2015, Jorge Luis debe purgar el pecado de haber avalado como líder panista en el Senado las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto, las mismas que ahora López Obrador está echando abajo.

LA TERCERA VÍA DE LOCHO

Más cómoda es la posición de Leoncio Morán, cabeza de una corriente del panismo que migró a MC y busca construir desde las alcaldías de Colima y Villa de Álvarez una tercera vía para el gobierno de Colima.

El problema de Locho es que se llevó a varios panistas al partido naranja, pero no se llevó consigo a las estructuras del PAN.

Si bien está aparentemente libre del descrédito que acarrea la marca PAN, asociada al locuaz Fox y al comandante Borolas, Morán Sánchez tendrá que cambiar su discurso (y su política de recaudación vía multas de tránsito) si no quiere terminar siendo la encarnación del conservadurismo, clasista y endogámico, que es Nacho Peralta.

Locho es un problema para Jorge Luis, y viceversa, porque ambos aspirantes se excluyen, compiten por el mismo nicho del mercado electoral, aunque Preciado haya tratado de ampliar el registro de la derecha en una carrera de partido caracterizada por afiliaciones masivas y otras lógicas populistas, ajenas a la tradición de un panismo selectivo.

En la polarización que se espera, la izquierda ni la derecha, mejor dicho, el lopezobradorismo ni la reacción, pueden darse el lujo de presentar más de una opción a sus potenciales votantes.

Para colmo, una mala selección del candidato de la 4T provocaría un fenómeno de voto útil al candidato de los conservadores. Mientras que el gran riesgo que corren los candidatos de la derecha, insisto, es que se les vincule al régimen estatal.

La etiqueta de “más de lo mismo” sería, para Jorge Luis Preciado respecto al ex gobernador Mario Anguiano, o para Leoncio Morán respecto a los ex mandatarios Fernando Moreno e Ignacio Peralta, el lastre que hundiría su candidatura.

LA QUINTETA DEL PRI

Líder de la última estructura corporativa priista todavía funcional, la burocracia estatal, Martín Flores Castañeda enlistó en días pasados a quienes podrían ser el o la candidata del PRI a la gubernatura.

El primero se destapó solo. Kike Rojas no sólo reconoce su aspiración, estatutariamente incompatible con su rol de árbitro del proceso interno, sino que ha estado renovando las dirigencias sectoriales (como el MT) y territoriales (los comités municipales) del partido con miras a construir su eventual candidatura.

En el afán de asegurarse la lealtad de la estructura priista, el presidente estatal del tricolor se olvidó que la consigna de Alejandro Moreno era hacerle al cuento con la supuesta democratización del PRI.

Dos más de los que resuenan en las palabras de Martín Flores son los precandidatos del gabinete: el secretario de Desarrollo Rural, Agustín Morales, y el secretario de Fomento Económico, Walter Oldenbourg.

Ambos funcionarios están que ni pintados para la piedra de los sacrificios, en un esquema donde el PRI presentaría un candidato testimonial mientras, el gobierno de Nacho y los grupos priistas, por separado, se decantan por otro proyecto más viable.

A la única priista a la que Martín Flores le ha encontrado atributos para ser competitiva es a Mely Romero. La ex senadora tendría la ventaja de ser vista por los colimenses como una priista desaprovechada y hasta marginada por el equipo gobernante, pero le avergüenza haber perdido la elección para diputada federal contra una mujer sin trayectoria política como Claudia Yáñez.

El dirigente de los burócratas no olvidó incluir en la lista de aspirantes a la candidatura priista a Gobernador al ex alcalde de Tecomán, Oscar Ávalos Verdugo.

Alguien, quizá el propio interesado, anotó al presidente del Coeplim y director de la Comisión Estatal de Agua, pero nadie me ha podido explicar si se trata de una broma o la demostración que, en vista de las remotas posibilidades que tiene el PRI de ganar, hasta los más improbables se inscribirán al proceso.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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