A la memoria de Lina Carmina Tapia Muñoz.
El miércoles 6 de diciembre de 2023, Alfredo Jalife-Rahme fue detenido en la Ciudad de México en seguimiento a la demanda por presunta difamación y calumnias que presentó en su contra la exsecretaria de Economía, Tatiana Clouthier, un año atrás en el estado de Nuevo León.
De inmediato, tanto en la oposición como al interior de la izquierda (donde el académico y analista político es muy apreciado por el desparpajo con el que se mofa de estadistas, empresarios y periodistas) surgieron especulaciones con respecto a la aparente censura que Claudia Sheinbaum pretendía ejercer contra uno de sus detractores a través de Clouthier, coordinadora de voceros en su equipo de campaña.
¿Cayó sobre Jalife fuego amigo? ¿Buscaba curarse en salud la precandidata presidencial de Morena con alguien como Alfredo que puede entender la razón política, frente los ataques por su ascendencia judía que, días después a la acción judicial, vimos materializarse en la portada de Siempre! que presentó el perfil de Sheinbaum con un listón de suásticas?
La disputa entre Alfredo y Claudia no se limita a la contradicción ideológica sobre el tema de los energéticos (el control del petróleo y el litio) que conocemos sólo por la versión de Jalife, ni a una pugna entre dos figuras que fueron fundadoras de Morena, sino que se enmarca en un contexto al que los mexicanos solíamos ser ajenos hasta el inicio de la etapa más reciente del conflicto árabe-israelí.
ESPOSADO 36 HORAS
Aunque en CDMX los antiguos ‘delitos de prensa’ pasaron al ámbito del derecho civil como daño moral, en Nuevo León la difamación y la calumnia todavía están tipificadas en el código penal. Por ese motivo, al ser entregado por la Fiscalía capitalina a la de aquel estado, Jalife pasó 36 horas en la cárcel esposado, según denunció en la transmisión que hizo tras ser liberado.
Luego de ser vinculado a proceso por un juez local, el polémico intelectual cuyos conocimientos van de la siquiatría a las relaciones internacionales, quedó en libertad al no ser graves los delitos de los que se le acusa. Seguirá el proceso desde su casa, lo cual no implica que haya sido absuelto. Clouthier exige para desistirse que Jalife se disculpe públicamente de lo dicho. Y éste ha reiterado que no lo hará.
Al hablar de la situación legal de quien fuera un amigo cercano, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló el jueves 7 durante su conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional que “lo más importante es que se liberó a Jalife, estuvimos pendientes hasta en la noche para que se procurara su libertad”.
OTRA VEZ, NUEVO LEÓN
La lectura que se hace para exculpar a Ernestina Godoy de una decisión tan aberrante como detener a un periodista por ejercer su libertad de expresión, es que la fiscal general de la CDMX simplemente cumplió un exhorto.
El mecanismo judicial lo activó la fiscalía general de Nuevo León, organismo autónomo que el priista Adrián de la Garza viene manejando desde que fue procurador general y durante el tiempo que ostentó la alcaldía de Monterrey. El nombramiento a De la Garza como fiscal general por nueve años, curiosamente, fue una de las condiciones que le ponía el PRI a Samuel García para dejarlo elegir a su interino en la gubernatura.
Sin embargo, una pregunta válida para Godoy es por qué no intentó controvertir por inconstitucional la petición de detener a Jalife. La fiscal capitalina debió plantearse, para empezar, el problema de la jurisdicción de la fiscalía de Nuevo León.
Como lo explica muy bien César Gutiérrez (abogado experto en temas de justicia militar, conocimientos que le fueron muy útiles en la defensa de su padre, el general Jesús Gutiérrez Rebollo), aunque Tatiana reside en ese estado y la afectación a su persona se da en el lugar donde vive, el supuesto delito no se cometió ahí sino en Ciudad de México: Jalife hizo esos comentarios sobre Clouthier durante una entrevista que le hacían a través de un medio digital de Tabasco (El Chapucero).
“Incluso la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha manifestado que el alcance de las redes sociales no se puede medir de esa forma –explicó Gutiérrez durante una conversación con Manuel Pedrero el 7 de diciembre– porque, entonces, (…) yo podría demandar a Netflix en el estado de Nuevo León por difamación y calumnia respecto a las narcoseries [en las que se menciona] a mi señor padre y donde yo soy mencionado como abogado”. Tampoco el juez de control del estado de Nuevo León tiene jurisdicción para vincular a proceso a Jalife, resume el abogado.
Una fiscal que ordenó la detención de quien era su homólogo en Morelos, Uriel Carmona, por delitos cometidos contra la procuración de justicia en el caso del feminicidio de Ariadna Fernanda ocurrido el 30 de octubre de 2022, seguramente entiende la diferencia entre ley y justicia.
Por lo demás, Godoy prefirió absorber el costo político que implica la persecución del académico de ascendencia árabe cristiana (ambas ramas de la familia de Jalife proceden del Líbano, como otros clanes de católicos maronitas afincados en nuestro país), aunque ese costo se lo endosen en plena campaña electoral a la jefa de Gobierno con licencia, Claudia Sheinbaum.
TATIANA SE SOSTIENE
Si la fiscalía neoleonesa que maneja el PRI quiso amarrar navajas entre dos de los grupos de Morena y poner a Sheinbaum en el entredicho que implica silenciar a Jalife, la verdad es que Clouthier fue ambigua con relación al uso político de la querella.
Dejó en manos de la justicia las decisiones pertinentes ante la detención de Jalife. Y reconoció que en diciembre de 2022 denunció al analista por difamación y calumnias, ya que éste “mintió” al acusarla de haberle robado el litio al Estado mexicano para entregarlo a Estados Unidos. “La justicia y las autoridades actúan a su ritmo y como ciudadana tengo el derecho de defender el buen nombre que he construido a través de los años”, escribió en la plataforma X.
El meollo de la cuestión es que, para Jalife y muchos periodistas que han analizado el asunto desde la perspectiva de la libertad de expresión, lo que dijo sobre la entonces servidora pública fue una opinión; mientras que para la agraviada se trata de afirmaciones que Alfredo no está en condiciones de probar.
Y cuando en las redes sociales fue cuestionada por la desmesura en el castigo a una persona acusada de difamación, Clouthier respondió que en Nuevo León el delito es penal y sigue existiendo. De las repercusiones que tendrá para la campaña, fue tajante: el asunto “no tiene que ver más que conmigo”.
Después, en Instagram, reconoció que consultó con su marido y con sus abogados. Y, en eso no hay discusión, ellos debieron advertirle sobre las consecuencias jurídicas y políticas que tendría presentar la denuncia en su estado y no en CDMX, donde vive Jalife y donde expresó su afirmación u opinión.
El asunto es jurídicamente debatible, pero no en lo político. Está claro que Tatiana sabía la trascendencia que tenía acusar a Jalife en el marco de una normatividad como la neoleonesa, y la repercusión que tendría no desistirse cuando la denuncia se volvió contra ella como evidencia de la intolerancia que la vocera de la candidata de Morena tendrá frente a las opiniones.
Para la derecha mediática resulta tentador asumir que Sheinbaum consideró el antecedente de la denuncia de Tatiana para nombrarla cabeza de la vocería, por encima de las habilidades que demostró la ‘Tía Tatis’ como operadora de ‘las benditas redes sociales’ que en 2018 combatieron la campaña digital en contra de AMLO.
ANTISIONISMO
La cuestión racial distorsiona el juicio que la opinión pública hizo de este asunto. Sheinbaum Pardo es de ascendencia judía: por el lado de su padre es de cultura askenazi y, sefardita, por el lado de su madre. Por su parte, Jalife ha sido un crítico severo del Estado de Israel y detractor del multimillonario judío George Soros, a quien en un tono que raya en teoría de la conspiración atribuye el poder de manipular la política de Estados Unidos en América Latina.
(Soros es impulsor de una agenda mundial con la que Sheinbaum coincide en algunos temas, como son la normalización de la participación política de la mujer, de los derechos de la comunidad LGBT o del aborto).
Precursor de los embates a Claudia por la religión de sus ancestros, Jalife niega ser antisemita: ‘un semita no puede ser antisemita’, sostiene. Pero sí descalifica el sionismo de aquellos judíos que son de estirpe askenazi.
Siguiendo la interpretación que Shlomo Sand recupera en La invención del pueblo judío (2009), Jalife asegura que los jázaros (un pueblo de origen mongol emparentado con los turcos que, en un momento de su historia, se convirtieron en masa al judaísmo y serían la base étnica y religiosa de los judíos rusos y europeos) no descienden de los mismos judíos que fueron expulsados de Judea por los romanos que luego llamaron Palestina al antiguo reino de Israel y, por lo tanto, no pueden reclamar su derecho a regresar a la Tierra Prometida.
TIERRA DE CANAÁN
El argumento es bastante endeble a la luz del derecho internacional: el debate era tal vez válido cuando se dio la migración de judíos a Palestina antes de la creación y reconocimiento del Estado de Israel, pero ya no se aplica a los actuales israelíes que nacieron en Tierra Santa. En todo caso, hay suficientes estudios genéticos que demuestran que el ADN de los antiguos cananeos perdura tanto en los árabes como en los judíos modernos descendientes de la diáspora, incluidos los askenazis.
La autonomía de los árabes que poblaron Medio Oriente antes de 1948, cuando los colonos israelíes declararon su independencia del protectorado británico, se pierde en la noche de los imperios que se sucedieron en el dominio de esa región. Antes de la Primera Guerra Mundial mandaban los otomanos, a quienes suplantaron los funcionarios colonialistas ingleses y franceses. A lo largo del siglo XX se vio que los intereses de esas potencias europeas y los de Estados Unidos en el petróleo debían confiarse a los gobiernos de las modernas naciones del Líbano, Siria, Arabia Saudita, el propio Egipto o Irán.
Por supuesto, el judaísmo es más una cultura basada en una religión, y es improbable que en la diáspora el antiguo pueblo hebreo se haya mantenido racialmente puro. Como sea, este falso problema responde a la lógica del grupo hegemónico en Israel que sigue buscando despojar a los palestinos de su derecho a recuperar sus antiguos territorios y proclamar su propio Estado.
En México, discutir si una rama tan importante del pueblo judío no tiene derecho a la herencia semita sólo le sirve a Jalife para golpear a personajes como Jorge Castañeda Guttman, Leo Zuckermann, Carlos Alazraki o… Claudia Sheinbaum. El polemista también se ha ensañado con Yeidckol Polevnsky, a quien muchos creen de ascendencia judía aunque ella aclaró por qué cambió su nombre y apellido del original Citlali Ibáñez.
PAGÉS LOS UNIÓ
La hipótesis de que el equipo de campaña supuestamente quiso sentar un precedente disuasivo ante la guerra sucia con la que la oposición tratará de reducir la ventaja de casi 30 puntos que Sheinbaum lleva sobre Xóchitl Gálvez, se confirmó cuando la directora de Siempre!, Beatriz Pagés, lanzó la portada del número que empezó a circular (ya más de manera digital que impresa) el viernes 8 de diciembre.
Es previsible que, en la batalla por romper la continuidad de la 4T, los propagandistas de la derecha tratarán de normalizar el discurso de odio contra Sheinbaum con alusiones a su ascendencia judía. Y, al parecer, la campaña de Morena se propuso frenar esos ataques con denuncias por violencia política de género, como la que presentó Andrea Chávez contra Denise Dresser, o demandas por daño moral que, en el caso de Clouthier y por obra de la legislación de Nuevo León, siguen el curso de una denuncia penal por difamación y calumnias.
Afortunadamente, Pagés fue tan lejos en su fanatismo que la opinocracia entendió el riesgo de que la campaña se degrade con señalamientos a la estirpe semita o indígena de las candidatas. Hubo una repulsa generalizada a la portada de la otrora prestigiada revista, mediante un desplegado que firmaron hasta los comentócratas más anti-4T. Pero de eso hablaremos en una siguiente entrega.
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