PERIODISMO CON CAUSA

Periodismo con causa es la definición de lo que hace La Jornada, dice Blanche Petrich, la reportera de investigación que ha trabajado en ese diario desde su fundación en 1984.

Los periodistas que dejaron Unomasuno y lanzaron la convocatoria para construir un nuevo medio informativo con acciones públicas que garantizaban que nadie tuviera el control del consejo de administración, adoptaron como causa la lucha de los pueblos por su independencia, sea Cataluña, Puerto Rico, Palestina o el País Vasco, dice Blanche.

“Incluso, estuvimos con un país del que ya nadie se acuerda cuando estaba peleando su independencia: Timor Oriental”, dice por su parte el editorialista de La Jornada, Pedro Miguel, invitado como Petrich a El Chamuco TV.

La emisión del 2 de octubre del programa de Canal 22 que conducen los moneros [Rafael Barajas] El Fisgón, [José] Hernández y [Rafael Pineda] Rapé (https://www.youtube.com/watch?v=eoGYcSQluWY), estuvo dedicado al 38º aniversario del periódico en el que casi todos ellos publican. La excepción es Rapé que dibuja para Milenio Diario.

La apuesta de La Jornada siempre fue por la salida política de los conflictos armados, la solución pacífica, a sabiendas que lo difícil es encontrar estas salidas porque son muy atacadas. “La especialidad de la casa eran las negociaciones de paz en El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Colombia”, añade Blanche.

¿UN NUEVO PERIODISMO?

A 38 años de fundada La Jornada, el mundo es distinto. ¿Cómo es el nuevo periodismo con el internet, las plataformas, las redes sociales y los periódicos en línea?, pregunta Hernández.

“El diario fue punta de lanza con La Jornada online, el segundo periódico digital en México –recuerda Petrich–. Después, los ritmos han sido diferentes. Ahora ya no somos vanguardia en las formas de expresarnos a través de las nuevas plataformas, nos falta caminar un poco más rápido.

“Las reglas del viejo periodismo en el siglo XX, las viejas reglas sobre la forma de contar y profundizar en los temas con un espíritu crítico e independiente, apegado a la verdad, pero sin la etiqueta de objetividad que, simplemente, te hace instrumento de otros objetivos, siguen siendo el valor o el principio básico del buen periodismo, al margen de las plataformas en las que se expresa.

“Y, desde luego, eso no quita que tengamos que reconocer, y nos esforzamos mucho por hacerlo, que hay otras formas de expresarse, otros lenguajes, otra forma de escribir, otros ritmos y otras dinámicas de trabajo. Nos tenemos que volver multitask [multitareas], aunque nos choque”, reconoce Blanche.

“Hay que evolucionar –se suma Pedro Miguel a la respuesta–. Si bien hay un contenido y una ética que no cambian. Los principios no pueden cambiar: no puedes contar mentiras o dejar de ser riguroso y soltar información, sólo porque vas a ganar lectores, likes o tráfico en las redes.

“No obstante que fuimos pioneros no sólo en internet sino en digitalización (fuimos de los primeros periódicos que se paginaron en una pantalla y no sobre cartón con galeras de tipografía pegadas con cera de Campeche), debemos evolucionar.

“Tenemos un rezago también en las formas. Nos ha faltado una reflexión sobre los lenguajes y los formatos que se deben usar en esta nueva época. Sin embargo, los principios están intactos y son la base sobre la que se construye el medio, independientemente de su plataforma tecnológica o de sus modalidades.”

Y Blanche concluye: “Este nuevo periodismo que se expresa rápido en todas las plataformas, no todo es buen periodismo”.

LAS JORNADITAS

Rapé recuerda que La Jornada, como tabloide, fue una innovación en el diseño gráfico: la doble portada, las fotografías de colección, los cartones. El modelo de La Jornada se replicaba en periódicos murales de escuelas, centros de trabajo, mercados. “La cultura del cartón político se desarrolló en La Jornada”, apunta Blanche.

Ojalá, retoma Pineda, que el modelo se pueda replicar en estas nuevas plataformas con ese mismo rigor y ética, porque las nuevas generaciones de lectores no tienen la menor idea de cómo era el periodismo a profundidad: se conforman con pequeñas dosis, información a cuentagotas y son muy vulnerables a la mentira. Hay que ir buscando la forma de que un periódico como éste se acerque a las nuevas generaciones.

“Hay dos riesgos terribles en el periodismo –comenta Miguel–: la arrogancia y el protagonismo (olvidarse de que uno hace la noticia, pero no es la noticia), por un lado, y, por otro, los intereses económicos inconfesables pero inocultables.”

Para El Fisgón, las nuevas plataformas de comunicación implican un riesgo: esta velocidad, obviamente, es enemiga de la reflexión; y lo que hacen las redacciones, con todos sus equipos, es justamente reflexionar, revisar la información, verificar la noticia.

Durante mucho tiempo, las grandes exclusivas de La Jornada eran las informaciones que otros medios decidían no publicar, diserta Barajas. Eran cosas que ocurrían en la calle, pero los otros medios pasaban por alto. Y con frecuencia, estas informaciones que se publicaban en La Jornada, pero no en otros medios, tienen que ver con las causas: eran causas sociales, populares, pero que, como podían afectar intereses específicos, los grupos de interés las ocultaban.

Por eso sí es importante tener una redacción que reflexione, revise la información y se atreva a publicar ciertas cosas. Por eso, el debate sobre la objetividad sí es importante. La objetividad existe, pero no es lo que ellos dicen.

“Otro rasgo distintivo de La Jornada –señala Pedro Miguel–, es el inverso: no publicar cosas que todo mundo publica a lo buey.

EXPERIENCIA Y CONOCIMIENTO

Respecto a los cambios que se están dando en la forma del periodismo, más que en el fondo, Blanche es optimista. Las nuevas generaciones dentro y fuera del periódico le están dando un fuerte empuje a otras formas de ser periodista. “Y los nombres que me vienen a la mente son casi todos de mujeres: Daniela Pastrana, Marcela Turatti, Lydiette Carrión, Alina Duarte, Daniela Rea. Ellas la están rompiendo en las nuevas formas de contar, en el apego a los principios de solidaridad, de búsqueda de los derechos humanos y de denunciar las injusticias. También, en algunas, se da la responsabilidad de la docencia y la pedagogía sobre estas formas, que expresan en foros, talleres, discusiones y tertulias”.

Miguel es medio optimista, comparte lo dicho por Blanche, pero también ve “el peligro del protagonismo y la arrogancia, de confundirte como periodista con una figura del espectáculo. La imagen del youtuber ha contribuido a borrar la diferencia entre un periodista y un showman”.

“Eso, por un lado. Por otro, los poderes fácticos en el periodismo hoy son inconmensurablemente superiores. Un analfabeto funcional como Mark Zuckerberg tiene el poder de decir qué publicas y qué no, el control en sus manos de lo que puedes decir y lo que no. Por ejemplo, se le ocurrió que los pezones de la mujer no se pueden mostrar. Lo mismo en Twitter, ¿quién decide? Es claro que se necesita contención y censura. Cuando alguien amenaza de muerte a otro, hay que censurarlo. Se necesita criterio editorial y apego a la verdad”, señala Miguel.

Para El Fisgón, el tema es qué tan documentado está un hecho. Mientras que Petrich subraya que aplicar los filtros, ejercer ese criterio editorial, es complicado. “Necesitas conocimientos y habilidades, experiencia y cultura general, ética”.

Las que hacen ver que el periodismo es fácil, apunta Barajas, son las redes sociales que prácticamente democratizaron algunos aspectos del oficio. Eso explica que haya tanta gente nueva, pero también por qué esta gente nueva necesita formación.

“No por abrir una cuenta en Twitter, Facebook o Instagram ya eres periodista. Comprar un bisturí no te hace cirujano. Hay que estudiar y formarse”, insiste Pedro.

Es un oficio y muy delicado. Una información mal planteada puede generar problemas sociales severos. Y, con frecuencia, la gente confunde sus sentimientos (afectos y odios) con información. En realidad, poder distinguir lo afectivo de la verdadera información es parte del ejercicio periodístico, señala Barajas.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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