PERIODISMO UNIVERSITARIO

En sus cincuenta años de existencia El Comentario ha pasado por varias etapas. A partir de su fundación, en 1974, fue el periódico de un grupo de universitarios que lo usaron como tribuna para defender la autonomía de la UdeC frente a los intentos del gobernante en turno por recuperar el control político que la administración estatal alguna vez tuvo sobre la casa de estudios. Después de 1988 ha servido como órgano oficial de difusión de la Universidad de Colima.

En sus primeros años El Comentario se manejó como una sociedad mercantil, con un capital dividido en acciones. En realidad la empresa nunca tuvo fines de lucro. La satisfacción de los inversionistas fue ver acrecentado el patrimonio con maquinaria de impresión más moderna y mejora a las instalaciones.

Al aproximarse el fin de su segundo periodo ordinario con el que concluía diez años al frente de la UdeC, el rector Jorge Humberto Silva Ochoa convocó a los accionistas a ceder la propiedad del periódico a la casa de estudios. Convertirse en un medio institucional salvó a El Comentario de una disputa sobre la línea editorial del periódico; conflicto interno que se habría dado inevitablemente tras la fractura del llamado Grupo Universidad, en el marco del proceso sucesorio que llevó a la rectoría a Fernando Moreno Peña en 1989.

Ya como una dependencia universitaria, el periódico confirmó sus vocaciones: una de ellas, ser formadora de periodistas; otra, contribuir a la función sustantiva de extender la cultura universitaria.

La primera vocación, ser escuela de reporteros y editores como lo han sido las salas de redacción en todos los periódicos del mundo, se fortaleció después de la incorporación de El Comentario a la UdeC como un Taller-Laboratorio de Periodismo vinculado a la Facultad de Letras y Comunicación.

La segunda, contribuir a la difusión de actividades institucionales, se consolidó al integrar el periódico a la estructura de medios universitarios de la que ya formaba parte la Dirección General de Publicaciones, y a la que se sumarían años después la estación de radio, Universo, y la productora de Televisión Universitaria.

PERIODISMO INSTITUCIONAL

Como medio universitario El Comentario presenta, en el formato tabloide que mantiene la edición PDF, esa dualidad de ser gaceta universitaria y periódico generalista. Dos redacciones trabajan para lograr este doble propósito: la plantilla laboral de la Dirección General de Prensa genera los boletines y otros materiales pensados para garantizar máxima publicidad a las actividades institucionales; y el cuerpo de reporteros del periódico se encarga de cubrir la agenda informativa local.

Los reporteros que cubren las fuentes no universitarias, es la guardia más numerosa en los medios locales. Y en ella han venido conviviendo periodistas empíricos que acreditan con experiencia su profesionalismo, y egresados de licenciaturas como Periodismo.

En cuanto a gaceta universitaria, El Comentario es un espacio de periodismo institucional. En el caso de la Universidad de Colima, el periodismo universitario / institucional “es aquel que sirve para difundir (…) el ser y el quehacer de la institución, tanto a los propios trabajadores como a la sociedad en general, a través de boletines, publicidad, entrevistas, y la gestión de espacios en los medios de comunicación externos”, explica Jorge Vega, director general de Prensa, en una entrevista concedida en 2019 a los editores de un libro sobre el periodismo universitario en México[1].

El periodismo institucional es un área del periodismo, según una clasificación; un ámbito del periodismo, según otra; un “género periodístico” o “una opción periodística” como la llama Jorge Vega. Y aunque “no es bien visto por los periodistas” y hasta “tiene mala fama”, es importante “porque da a conocer, en el caso de la Universidad, los logros que hacen los investigadores, los logros académicos, los logros de los funcionarios”.

Uno de los valores periodísticos que Vega rescata “es que sirve para transparentar todos los recursos públicos que se invierten en una institución. El periodismo [institucional] tiene esa función y en ese sentido debería ser más valorado”.

Como un periódico generalista, además de información local, nacional y mundial, El Comentario mantiene la cobertura deportiva que le dio viabilidad comercial en su momento, cuando –contaba Humberto Silva– era el único impreso en Colima que circulaba con su Lunes Deportivo (el domingo era día de descanso para el resto de las redacciones).

En su periodo como rector, Carlos Salazar Silva me aclaró cuando le dije que en el periódico de la Universidad ‘venía todo’, que no incluía nota roja. Sin embargo, las ediciones contemporáneas ya no dejan fuera esa información de sucesos.

La sección editorial ofrece columnas y artículos de opinión que logran un balance entre las plumas que abordan temas desde la perspectiva académica, y aquellos otros colaboradores que buscan participar en el debate público de los asuntos de interés social.

La publicación ya no se imprime en papel, tiene una circulación exclusivamente digital. En la visualización de la plataforma Issuu, El Comentario se presenta como un tabloide de entre 35 y 38 planas. Pero es también un portal de noticias con contenido multimedia.

Sectorizado en la Coordinación General de Comunicación Social, el rotativo lanzado hace medio siglo hoy se denomina Centro Universitario de Periodismo ‘El Comentario’.

II

NO ERA DE LA UNIVERSIDAD

La primera edición de El Comentario se imprimió el 20 de junio de 1974, una década durante la cual aparecieron en los puestos de periódicos de la entidad varios cabezales. Su actual director, José Ferruzca, calcula que en esa época circulaban nada más en la ciudad de Colima entre 10 y 11 impresos[2].

El rotativo nació, dice su página oficial, “a iniciativa de un grupo de intelectuales y periodistas” convencidos de la necesidad de contar, “en el espectro informativo estatal”, con un medio de comunicación que diera “a conocer a la opinión pública su visión humanista sobre los acontecimientos y fenómenos noticiosos locales, nacionales e internacionales”. La línea editorial fue clara desde el principio: difundir el quehacer de la Universidad y defender su autonomía[3].

En algunas de las entrevistas que le hicieron como rector de la Universidad de Colima (1979-1989), Silva Ochoa recordó cómo fue que el movimiento estudiantil y magisterial que él encabezó antes de convertirse en secretario general de la institución educativa, terminó lanzando un periódico.

La principal razón es que había mucho por lo cuál luchar y conquistas qué defender. Bajo el liderazgo de Humberto Silva, la Federación de Estudiantes Colimenses logró la autonomía universitaria en 1962. Y, en 1973, rindió protesta como rector Alberto Herrera Carrillo, el primero electo por un Consejo Universitario integrado paritariamente entre maestros y alumnos.

En la segunda parte de una conversación con el reportero Esteban Cortés, publicada en Diario de Colima el 31 de mayo de 1983, Silva Ochoa explica el origen de El Comentario, medio impreso al que por esos años y junto con Ecos de la Costa (el decano de la prensa en Colima que Humberto Silva adquirió como particular y del cual fue presidente del Consejo de Administración y, en sus últimos años de vida, director general) se les identificaba como “plataformas de difusión” y de “promoción” de la Universidad.

El Comentario se formó a principios del sexenio del licenciado Arturo Noriega; casualmente yo fui el director y fundador. Ese periódico se fundó con el auxilio, con las aportaciones de estudiantes, de maestros, de trabajadores. De mucha gente. Pudiéramos decir [personas] que no simpatizaban con el gobernador Noriega y que buscaban que hubiera un instrumento periodístico que denunciara, que defendiera concretamente a la Universidad de Colima que estaba siendo atacada, y a muchos sectores que se aglutinaron en torno al periódico, en torno a la Universidad. La Universidad sin quererlo, en ese momento se convirtió en un líder, en un guardián, en un dique de muchos atropellos. Eso es cosa del pasado. Ese periódico ha seguido saliendo a la luz pública; podemos decir que ninguno de los participantes en ese proyecto nunca ha tenido ninguna utilidad, ningún objeto de lucro y se sostiene con sus propios recursos. Tan es así que en muchas ocasiones en varios periódicos de la localidad le prestan papel, le prestan láminas, podría decir que ese servicio se lo ha hecho El Mundo desde Colima, se lo ha hecho el Diario de Colima. Son los tres periódicos que tienen un sistema similar para su impresión en offset. Se han dado en forma normal, como dicen, ayuda. Yo fui el director, lo fundé; renuncié porque tenía otras actividades que realizar y pudiera decirte que quienes patrocinan ese periódico son efectivamente universitarios, predominantemente universitarios; muchos maestros, muchos directores de escuelas, alumnos, dirigentes estudiantiles. Podríamos decir que los que realmente en cierta forma pudieran representar un sentir de la comunidad universitaria. Sentir, por el apoyo que le dan esas gentes, aunque no es de ninguna manera un vocero oficial de la Universidad. De acuerdo con la ley el único vocero de la Universidad es el Rector.”[4]

Luego, cuando en una entrevista aparecida el 23 de agosto de 1986, el director de El Noticiero, Carlos Valdez Ramírez, le pregunta si es verdad que la Universidad aporta el dinero para el sostenimiento de El Comentario, Silva Ochoa precisa:

“Yo fui hace años el primer director de El Comentario. Fue un proyecto de un grupo de universitarios, unas 150 personas que aportaron y aportan dinero para su sobrevivencia. Fui uno de esos 150 universitarios y, en estos momentos, no podría, por no ser la persona autorizada para hacerlo, comentar el manejo de ese periódico, pues lo desconozco.”[5]

PERIODISMO ESTUDIANTIL

Como medio de universitarios, El Comentario heredó la tradición del periodismo como instrumento de lucha que los protagonistas del movimiento estudiantil en Colima practicaban desde que cursaban la Normal o el Bachillerato. Su primer director, Humberto Silva Ochoa, fue presidente de la FEC y siguió siendo el líder moral de ese movimiento prácticamente hasta que se convirtió en autoridad universitaria.

Otros exdirigentes de la organización estudiantil, como Juan José Farías Flores, también fueron directores del rotativo. Farías era, de hecho, presidente del consejo de administración de la empresa editorial cuando los accionistas acordaron traspasar el periódico a la UdeC.

El Comentario no fue la primera experiencia periodística de Silva Ochoa, por cierto, en sus tiempos de dirigente de la FEC impulsó publicaciones como Reforma Estudiantil y La Opinión.

Además de formarse como maestro normalista y egresar de la licenciatura en Derecho, Humberto Silva exploró su faceta como periodista. Antes de dirigir El Comentario había sido corresponsal en Colima de El Día, el rotativo de circulación nacional que editaba en la Ciudad de México una cooperativa dirigida por Enrique Ramírez y Ramírez y que, especialmente en su cobertura internacional, se declaraba de izquierda.

Víctor de Santiago y Fuentes recuerda de sus épocas en la mesa de redacción de El Día cómo algunos de los despachos que mandaba Silva Ochoa desde Colima llegaron a publicarse en primera plana: “Humberto era de planta y las notas importantes las mandaba. Normalmente enviaba bastante información y luego, cuando se dieron los conflictos con el gobernador Noriega Pizano, le daban buen espacio”, contó el exdirector de El Comentario y de Ecos de la Costa en una charla que tuvimos el 7 de febrero de 2024.

El que se hacía en Colima era periodismo militante, distinguible del periodismo estudiantil que se hizo en otras universidades de Estado durante los años 60 por el afán de trascender el sector estudiantil y asumirse como vocería de movimientos obreros y campesinos.

Desde sus primeras ediciones, El Comentario se propuso participar en la conversación pública y generar opinión. Para precisar las diferencias entre el periodismo universitario que se desarrolló particularmente en Colima y el periodismo estudiantil que cultivó durante esos años de agitación social y movilización que se dieron antes y después de la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco, podemos analizar el caso del IPN.

“En ese tiempo intenso en cuanto agitado”, los 27 periódicos estudiantiles que circulaban en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y en algunos tecnológicos y escuelas técnicas del país “se convirtieron en voceros y conciencias del sector estudiantil”, escribió Fausto Romo Sánchez en la introducción al libro 1968-1969 Testimonios. Periodismo Estudiantil, huella imborrable en la historia del IPN y de México (2017).

Romo Sánchez recuerda que esos impresos fueron tan numerosos e influyentes que, en julio de 1968, surgió en el IPN la Asociación de Prensa Estudiantil Técnica (APET), de la cual él fue presidente entre 1968 y 1969.

Fausto Romo fue editor responsable de esta “reimpresión fiel” de los materiales periodísticos publicados por la APET en esos dos años, que “no obstante la profanación por actos de pillaje y latrocinio de nuestro ‘glorioso’ [Politécnico], durante la ocupación de las instalaciones del IPN del Casco de Santo Tomás, dentro de las cuales se encontraban nuestras oficinas, se logró recuperar y compilar”.

El saqueo fue denunciado en el órgano oficial de la APET, la Revista Juventud Técnica, en noviembre de 1968. Pero después de ese número la publicación fue clausurada. Añade Fausto Romo que la “divisa” en todos esos “órganos informativos” era que “se respetaran las ideas y la libertad de expresión y que fueran publicaciones dignas y de tradición de lucha y respaldo por el legítimo derecho del estudiantado”.

Como periodistas estudiantiles, “fuimos testigos del fatídico golpe al que fueron sometidas importantes organizaciones estudiantiles, también fuimos portavoz de una generación de espíritu inquieto y combativa que luchó por sus ideales y por ser comprendidos y no reprimidos, siempre utilizando la palabra escrita como único instrumento de difusión de las ideas”, expuso Fausto Romo.

Con el mismo espíritu de combate pero, sin duda, mayor olfato político, El Comentario se mantuvo en pie de lucha contra el gobierno estatal de Arturo Noriega que motivó su nacimiento. Luego, antes de su incorporación al patrimonio universitario, durante los sexenios de Griselda Álvarez, Elías Zamora y Carlos de la Madrid el periódico consolidaría su papel de interlocutor del gobierno, en una relación prensa-poder más convencional.

UN MEDIO UNIVERSITARIO

Como director fundador, Humberto Silva Ochoa le imprimió al periódico la aspiración de ser algo más que una tribuna estudiantil. Pero fue al arribo de Leonardo Ramírez Pomar a la dirección de El Comentario que el medio se propuso competir en el concierto periodístico local.

En la nota necrológica que publicó Juan Ramón Negrete [6] sobre Ramírez Pomar, el reportero de este rotativo recuerda que Leonardo fue designado director del periódico El Comentario en 1978. Ingeniero petrolero de formación, había seguido los pasos de su padre, Enrique Ramírez y Ramírez, en el periodismo.

Negrete señala que “con su llegada inició la modernización de nuestro medio informativo”: de entrada, “se hizo la transición del sistema caliente” (el uso de metales: tipos móviles y linotipos) por el “sistema frío” (offset); luego “se trajo el primer teletipo a la redacción” de cualquiera de los periódicos que existían en Colima en esa época.

Con el teletipo se empezó a recibir “la información al instante”. Anteriormente, las noticias “llegaban vía telegrama”. Por su parte, la prensa offset a color que El Comentario adquirió era una rotativa de cuatro cabezas. Con ella, el joven periódico fue el primero en Colima “en imprimir a color las fotografías que se incluían en la edición”.

Como Negrete comenta, Ramírez Pomar invitó a colaborar en el periódico de los universitarios a reporteros y editores que habían trabajado en El Día, como Víctor Manuel de Santiago Fuentes –quien lo sucedería en la dirección al regreso de Leonardo a la Ciudad de México–, Roberto Águila Vázquez y David Gutiérrez.

También invitó como jefe de talleres a Juan Ángeles, quien había ocupado el mismo cargo en el periódico del gallito, y a Ismael Hernández. Los dos habrían de “formar” en el nuevo sistema offset las ediciones, y enseñaron a trabajar esa técnica los “formadores” que laboraban en los talleres de El Comentario.

Tras su estancia en Colima, Ramírez Pomar fue coordinador de asesores de la Dirección General en el Instituto Politécnico Nacional (IPN); más tarde director general de Información en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en el rectorado de José Sarukhan, y director general de Información de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), entre otros cargos.

III

ESCUELA PERIODÍSTICA

Antes de que surgieran carreras de periodismo o comunicación social en las universidades, las grandes escuelas de periodismo fueron las redacciones de los mismos periódicos. Los periodistas experimentados, los directores y jefes de información y redacción, enseñaban a los aprendices los secretos del oficio. Pero fue también de los diarios que surgieron, paradójicamente, las facultades donde se forman hoy la mayoría de los profesionales del periodismo.

En 1892, el editor Joseph Pulitzer –creador junto con su rival de negocios William Randolph Hearts del periodismo amarillista o sensacionalista– se ofreció a financiar la primera escuela de periodismo del mundo en la Universidad de Columbia. Aunque la oferta fue inicialmente rechazada, “tras la muerte del magnate, en 1911, y con los dos millones de dólares que dejó en su testamento, se edificó la Columbia University Graduate School of Journalism en 1912”[7] en Nueva York.

En México, el coronel José García Valseca no sólo imitó a Pulitzer y a Hearst en la idea de extender una cadena nacional de periódicos (la actual Organización Editorial Mexicana) sino que replicó al zar mediático cuyo nombre lleva el premio de periodismo más prestigiado de Estados Unidos, en la idea de abrir la primera escuela de periodismo en el país. En 1949, García Valseca fundó en la Ciudad de México la Academia Teórica-Práctica de Periodismo, cuyo director fue el escritor y activista pronazi Salvador Borrego[8].

En Colima, el embrión de la licenciatura en Periodismo –considera Víctor de Santiago– fueron unos cursos sobre esta materia que se instrumentaron en la Escuela de Artes[9], cuyo director era el maestro Jorge Chávez Carrillo. “Los periodistas que habíamos llegado en ese tiempo, entre 1977 y 1978, para incorporarnos a El Comentario, fuimos invitados también como profesores”.

De Santiago recuerda que esos cursos de periodismo se organizaron como talleres libres, dirigidos a los reporteros en activo que quisieran ir. Ciertamente no los habían pedido ellos y, quizá por eso, no tuvieron éxito. La respuesta del gremio colimense fue poco entusiasta, reconoce Víctor. “De repente” llegaba el profesor invitado y no tenía siquiera un alumno. Así que se limitaba a anotar su nombre y la materia que había ido a impartir. Esos cursos los tomaron los periodistas de aquellos años que “son ya históricos”, como David Martínez Mora, Jesús Luna González o Jesús López Morales.

Ya después, siendo rector Silva Ochoa y en coordinación con el naciente rotativo La Jornada, se hicieron otros cursos más formales de redacción y géneros periodísticos. Los profesores fueron “mi compadre David Gutiérrez” que en ese tiempo era jefe de Redacción de ese diario, el propio Víctor de Santiago y otros profesores de la entonces Escuela de Letras y Comunicación, como el ya finado Armando Castañeda.

El periodismo siempre fue una columna vertebral en el plan de estudios de la hoy Facultad de Letras y Comunicación (Falcom). De un programa único que siguieron las primeras tres generaciones y combinaba el conocimiento de la literatura con el de las ciencias de la comunicación, se pasó en el segundo plan de estudios a una oferta de seis licenciaturas, entre ellas Letras y Periodismo. Esta currícula ya no desaparecería en los posteriores planes de estudio, y terminó ofreciéndose como Licenciatura en Periodismo, desvinculada ya de la carrera de Letras o del grado en Comunicación.

Desde su arranque en 1980, la Falcom contó en su profesorado con periodistas. Además de maestro de Literatura, Gregorio Macedo López fue director durante muchos años de Ecos de la Costa, entonces decano de la prensa colimense. Y al área formativa de periodismo se avocarían catedráticos como Manuel Delgado Castro que, como otros de sus compañeros egresados del ITESO que hicieron carrera en la Universidad de Colima, tenía una licenciatura en Ciencias de la Comunicación.

En su último periodo como rector que culminó en 1989, Silva Ochoa nombró a Victor de Santiago subdirector de la Escuela. Fue así, sin ninguna formalidad ni solemnidad: “en un caminata por la pradera”, recuerda con humor. Porque, además de director de El Comentario, De Santiago era asesor de Silva Ochoa y “mi oficina daba exactamente a la Rectoría”, cuyo edificio veía detrás de un ventanal. El nombramiento como subdirector fue, en ese sentido, más bien simbólico, en reconocimiento a la labor docente que ya desarrollaba en el plantel.

Sin embargo, durante meses hubo un malentendido con Héctor Pizano, quien se había hecho cargo de la dirección de la Escuela tras la partida del primer titular, Isaac Matus. En el empeño de imponer medidas para el control de las asistencias, Pizano “le ponía faltas a todo lo que se movía, entre otros a mí que no estaba en la subdirección porque siempre estaba en mi otra oficina. Aparte tenía “mi chamba en el periódico. Luego que me descontaron el sueldo varias veces, tuve que aclararle que mi trabajo en la Escuela era una colaboración, que no tenía un compromiso laboral. Esa fue mi participación inicial en el plantel”, evoca divertido.

Aun cuando se llamó de Letras y Comunicación, la Falcom tuvo una vocación periodística desde el principio. Surgió “con la idea de que tuviera un ingrediente fuerte de literatura para la formación de los periodistas, de alfabetizarlos con la literatura”, señala Víctor de Santiago.

TALLER DE PERIODISMO

En sus dos etapas, como periódico de universitarios y como medio universitario, El Comentario ha sido un espacio para el periodismo estudiantil en dos acepciones distintas: la primera, como periodismo militante, siendo un instrumento de lucha en defensa de la Universidad; la segunda, como laboratorio de prácticas profesionales para los alumnos de la licenciatura en Periodismo.

El periódico cumple su función social de medio informativo y de opinión, y una función institucional como gaceta universitaria; también ha cumplido una función pedagógica, como centro de formación profesional de periodistas; e incluso ha ejercido una función laboral al absorber como trabajadores a varios egresados de la UdeC. Por lo demás, los directivos de El Comentario han sido profesores de la Falcom desde hace muchos años.

Hacia el futuro, personalmente vislumbro algunos desafíos interesantes en el cumplimiento de esas diferentes funciones:

–Como medio universitario, a El Comentario le toca explorar áreas del periodismo, géneros periodísticos, temas sociales y lenguajes que los medios comerciales y los cada vez más numerosos emprendimientos periodísticos han abandonado, por falta de rentabilidad o por incosteabilidad al ser esos nuevos medios esfuerzos casi unipersonales.

–Y, como taller de periodismo, podría transitar eventualmente del esquema de un periódico-escuela a una escuela de periódico. Tomemos como referencia la escuela de periodismo de El País, fundada en 1986 y que ahora pertenece a una fundación sin ánimo de lucro integrada a partes iguales por la Universidad Autónoma de Madrid y el diario español. Esa escuela ofrece, como Máster de Periodismo, el “postgrado decano en la formación de periodismo de calidad en español”. Y también cursos y talleres temáticos relacionados con el periodismo, para todos los públicos. [10]

El Comentario y la Falcom enfrentan un reto que era insospechado hasta el surgimiento del ecosistema comunicacional de internet. Las tecnologías digitales ofrecen a los usuarios de las plataformas la posibilidad de convertirse en prosumidores (combinación de productores y consumidores) de contenidos, que distribuyen a través de los social media o redes sociales a un mercado global, pero demandan al mismo tiempo de esos usuarios una nueva forma de alfabetización mediática.

Y eso nos conecta con una tercera acepción de periodismo estudiantil, en este caso como estrategia pedagógica. El periódico escolar ha sido esa publicación que “edita una institución educativa y cuya misión es informar sobre diferentes hechos y acontecimientos que suceden en el establecimiento”, difundir creaciones o producciones de los propios alumnos y comentar “cuestiones vinculadas con la educación y la cultura de la comunidad”[11].

Sin embargo, el periódico escolar ya no puede seguir presentándose como un impreso tradicional, puesto que “la relación entre la escuela y los medios de comunicación ha dado un salto cualitativo con la introducción en las escuelas del Modelo 1 a 1 (una computadora por alumno)”, como advierten Albarello, Canella y Tsuji, para quienes “el hecho de disponer de computadoras personales en el aula plantea un gran desafío para las prácticas de enseñanza y aprendizaje”. Estos investigadores consideran que la producción de periódicos escolares “significa una gran oportunidad para enriquecer el concepto de alfabetización digital, lo cual incluye la producción de contenidos desde la escuela con sentido pedagógico” [12].

El periodismo estudiantil en los bachilleratos (y, por qué no, en las facultades) puede fortalecer las competencias lectoras y escriturales, estimular la curiosidad intelectual y la investigación como método de conocimiento, además de capacitar a los alumnos en el manejo de tecnologías de edición, diseño y curaduría de información.

Pues bien, en esos procesos de alfabetización digital, para el universitario colimense es un activo invaluable contar con un periódico propio, que no es sólo una gaceta institucional sino un medio competitivo en el ecosistema de comunicación social del estado.

Para El Comentario, la apuesta esencontrar a sus futuros lectores y colaboradores en esa base estudiantil que se asoma a la realidad estatal, nacional y local a través de sus páginas.


[1] ‘El valor del periodismo institucional en el quehacer de la Universidad de Colima’. Entrevista con Jorge Vega Aguayo, director general de Prensa de la Universidad de Colima. Zuleima Marina Morquecho Rodríguez (entrevistadora). En: El periodismo universitario en México. Reflexiones y Futuro. Rodrigo Pardo Fernández (Editor). Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, 2019. https://www.ujed.mx/doc/publicaciones/contribuciones/el-periodismo-universitario-en-mexico.pdf

[2] 46 aniversario El Comentario. Universidad de Colima Oficial, 20 de junio de 2020. https://www.facebook.com/UdeC.oficial/videos/46-aniversario-el-comentario/554087335258689/

[3] https://elcomentario.ucol.mx/

[4] Cuatro entrevistas a un rector. Leonardo Ramírez Pomar / Esteban Cortés Rojas / Carlos Valdez Ramírez / David Martínez Mora. Dirección General de Publicaciones. Universidad de Colima. Colima, 1988.

[5] Ibid.

[6] La Curul 26. 12 de Diciembre de 2022. ‘Falleció el ingeniero Leonardo Ramírez Pomar, ex director del periódico El Comentario’. https://curul26.com/?p=57771

[7] Sadurní, J. M. ‘Inventor de Noticias. Joseph Pulitzer, el creador del periodismo sensacionalista’. Historia. National Geographic, 9 de abril de 2024. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/joseph-pulitzer-creador-periodismo-sensacionalista_14116#

[8] Gil Pérez, Anderson Paul. (2020). ‘Cadena García Valseca en México: la empresa periodística que llenó de soles el país, 1941-1972’. Letras históricas, (23), 167-194. Epub 04 de mayo de 2021.https://doi.org/10.31836/lh.v0i23.7233

[9] La Escuela de Artes luego se transformó en el Instituto Universitario de Bellas Artes (IUBA).

[10] ‘¿Quiénes somos?’ LA ESCUELA DE PERIODISMO UAM – EL PAÍS. https://escuela.elpais.com/quienessomos/

[11] ‘Definición de periódico escolar’. https://significado.com/periodico-escolar/

[12] Albarello, Francisco; Canella, Rubén y Tsuji, Teresa. ‘La práctica del periodismo escolar como estrategia de inclusión digital genuina en el Modelo 1 a 1’. Comunicación Austral. Volumen 3, número 1 (junio de 2014) ISSN 2313-9129.

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