Enrique Krauze Kleinbort es uno de los nombres de moda en los comentarios de los mexicanos. Y es que este intelectual orgánico, encabezó según Tatiana Clouthier, un grupo financiado por algunos de los hombres fuertes del capital nacional (como Germán Larrea, Agustín Coppel y Alejandro Ramírez) para construir un grupo que accionó en los medios tradicionales y en las redes sociales para impedir el triunfo de Andrés Manuel López Obrador durante los últimos comicios presidenciales. Se supone que eran generadores de ideas y que influían en su divulgación ayudados, también por un ejército de bots. Sabido es que no pudieron hacerlo, pues la decisión de la mayoría de los mexicanos fue otra. Andrés Manuel triunfó y ahora es Presidente de la República y que los servicios que trataron de prestar a la Patria estos empresarios e intelectuales, los cuestionan seriamente. No así la reputación de todos ellos, que se mantiene intacta, aunque no hablemos de la reputación que ellos desean tener, pero sí es la que se han ganado a pulso desde antes de que surgieran a la luz pública sus últimas maniobras, que, además, y por supuesto, contaron con la simpatía, apoyo y aprobación de muchos otros empresarios, así como del gobierno de entonces. Una muestra: León Krauze Turrent, hijo de Enrique (y de Isabel Turrent) fue moderador durante el segundo debate entre candidatos presidenciales, porque fue impuesto por el hoy solicitante de amparo, Lorenzo Córdova, Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral.
Muchos mexicanos sabemos desde antes, quién es Enrique Krauze pero ¿cuántos lo conocen? ¿cuántos saben quién es? Enrique Krauze forma parte de una familia judía que se avecindó en nuestro País como consecuencia de la persecución nazi. Su madre Helen Kleinbort, judía polaca, llegó desde Santander al puerto de Veracruz, como refugiada, en 1939 y colaboró en los periódicos Novedades, El Heraldo de México y El Sol de México. Su padre, Moisés Krauze, era ingeniero químico y poco sabemos de él. De su abuelo, Simón Krauze, sabemos por El País, que era sastre y que Enrique escribió, cuando era niño, una biografía en yiddish.
Enrique nació en la ciudad de México en 1947 y es ingeniero industrial por la Universidad Nacional Autónoma de México, pero a pesar de su origen académico, se ostente como historiador y escritor. Es miembro del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México y miembro del Colegio Nacional. Es ajonjolí de todos los moles, y así, ha participado en revistas como Siempre!, Vuelta o Letras Libres; ha sido profesor o investigador de diferentes instituciones educativas, ha figurado como miembro de la Junta Directiva del Instituto Cervantes y del Consejo de Administración de Televisa y es fundador de la Editorial Clío y de Clío T. V. Ha firmado numerosos artículos y libros, aunque con los argüendes en los que se ha visto envuelto recientemente, queda en duda cuántos o cuáles de éstos, son realmente de su autoría; pues es acusado de que algunos de los firmados recientemente, le fueron elaborados por terceros.
Su animadversión a López Obrador y el escándalo no son nuevos para Krauze. En 2007, Lorenzo Meyer (la revista Proceso fue el vehículo) lo acusó de haber fomentado el miedo entre los mexicanos (junto con otros intelectuales), durante el proceso electoral del 2006. La respuesta de Krauze a Meyer fue que la ciudadanía había respondido por sí sóla, impidiendo el triunfo de López Obrador por castigarlo y calificó a Meyer como un personaje con una visión maniquea de la historia.
Krauze se autodefine como liberal, neutral y demócrata y que por ello, se justifican sus actitudes. Eso le ha ganado muchas polémicas con la izquierda mexicana que según Krauze es contraria a los principios del liberalismo. Así se ha enfrentado con diferentes personajes, entre los cuales se cuentan, además de Lorenzo Meyer, Héctor Aguilar Camín, Jaime Avilés, Manuel Camacho Solís, Arnaldo Córdova (padre de Lorenzo Córdova), Víctor Flores Olea, Pablo Gómez, Claudio Lomnitz, José Ortiz Monaterio o Jenaro Villamil, por citar sólo a algunos. Pero México no le basta y también ha sido motivo de debate en Venezuela por atacar a Chávez y en España por meterse con Podemos y Pablo Iglesias.
Ave de Tempestades como vemos, el ingeniero Krauze, se autoproclama ahora perseguido y trata de compararse por ese motivo, con Carmen Aristegui. Realmente se trata de una de las figuras políticas de Fifilandia, enfrentado, por sus ideas, con las figuras políticas de Chairolandia y algunos otros que más bien, parecen ser, también, ciudadanos de Fifilandia. Pensar como él lo hace, no es delito. Actuar como él lo ha hecho, sí lo es. En opinión de este juntador de letras debería ser sentado frente a la Justicia para ser castigado como delincuente electoral. Ojalá cumpla sus amenazas de demandar a Tatiana Clouthier porque de hacerlo, buen show nos espera. Y por supuesto, debiera acabar con una condena hacia él.
Dirán los de Fifilandia, que López Obrador es un dictador autoritario que no admite críticas ni adversarios, aunque eso, de todos modos, lo dicen todos los días. Y los Larrea, los Ramírez y los Coppel debieran acompañarlo a ese juicio y ser condenados también. No por sus ideas sino por su participación en actividades criminales relacionadas con la elección. Santiago Nieto podrá corroborar los dichos, sólo es seguir la huella del dinero. Ah, y no olvidemos que se dice también que el ingeniero Krauze recibió contratos por casi 54 millones de pesos por parte del gobierno de Enrique Peña Nieto ¿Para qué serían? Firmó contratos con SENASICA, Fondo de Cultura Económica, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la Comisión Federal de Electricidad, la Secretaría de la Defensa Nacional, la Procuraduría General de la República, el IMSS, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, la SEDESOL, la SEMARNAT, la SEP, la Secretaría de Cultura y algunas otras dependencias.
No cabe duda, de que el río suena, agua lleva.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.