‘¿Pa’qué me invitan?’ tituló Inna Afinogenova, la periodista que dejó Russia Today (RT) en ejercicio de la cláusula de conciencia para convertirse en el nuevo fichaje del español Diario Público, su participación en el podcast que conduce Pablo Iglesias, La Base.
En la emisión #83 que estuvo dedicada a analizar la posible extradición de Julian Assange a Estados Unidos (subido a YouTube el 29 de junio de 2022; https://www.youtube.com/watch?v=bvD02ta5lJ4), Afinogenova expresó en su perfecto español:
“Assange lleva más de 10 años preso o prófugo. Y cuando te preguntas por qué, la respuesta lógica es el delito, entre comillas, de haber revelado crímenes de Estado cometidos por Estados Unidos. Más allá de que esto te da una idea sobre cómo funciona la justicia y sobre esa doble moral que denunciamos y por la cual, luego, a algunas nos quitan el carnet de periodista y nos entregan el de propagandista, el caso es que oficialmente no es por eso que Assange lleva 12 años así [perseguido por la justicia], sino por una serie de distintos casos difusos que nunca han terminado en nada real pero, siempre, han tenido la particularidad de mantenerlo recluido.
“Pocos meses después de haber publicado en Wikileaks ese famoso video del asesinato de civiles [en el que se ve a los artilleros de dos helicópteros estadounidenses matar a tiros a varios civiles en Bagdad, entre ellos dos periodistas de la agencia Reuters, sin que nadie de ese grupo en tierra hubiera hecho amago de disparar contra los Apache], Assange fue a Suecia y allí fue acusado por dos mujeres de agresión sexual. El caso fue rápidamente cerrado al no contar con suficientes pruebas y, por esa razón, pudo salir de Suecia. Obviamente, ni nos meteremos a valorar lo que tienen de verdad o no ambos casos, porque no lo sabemos.
“Al salir de Suecia siguió publicando sus filtraciones hasta sacar el cablegate: 250 mil comunicaciones confidenciales entre diplomáticos de EEUU, con las que nos enteramos, por ejemplo, que israel elaboró el virus informático Stuxnet para apagar centrifugadoras de uranio iraníes, o que Hillary Clinton ordenó espiar al entonces secretario general de la ONU. Cosas así.”
RELATO ESCATOLÓGICO
Y es justo en ese momento, noviembre de 2010, cuando oportunamente la fiscalía sueca decide reabrir el caso por presuntos abusos sexuales. Y es en ese mismo mes, qué casualidad, cuando el fiscal general de los Estados Unidos inicia una investigación criminal contra Wikileaks, acota Iglesias, periodista y presentador que ha tenido una trayectoria en la política tan destacada como en los medios, guardadas las proporciones: fue secretario general del partido Podemos y, en esa calidad, vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales del gobierno español hasta 2021.
En efecto, retoma Inna Afinogenova, “Assange está en este momento en Londres. Acude a juicios por el caso de abuso y todo esto dura casi dos años, hasta que en 2012 la justicia británica aprueba su extradición a Suecia. Y como entiende que en Suecia le espera la extradición a EEUU, donde le aguardan a su vez cientos de años de cárcel, lo que hace Assange es refugiarse en el lugar que le acoge: la embajada del Ecuador en Londres.
“Pasa siete años en una habitación de la embajada hasta que Lenin Moreno decide entregarlo a las autoridades británicas, oficialmente por inmiscuirse en asuntos internos del Ecuador. Y también por motivos más escatológicos [dice Inna refiriéndose a la exclusiva ‘revelación’ de La Razón, uno de los medios españoles que se han sumado al linchamiento moral de Assange, que en una crónica publicó cómo el asilado “restregó sus heces en la puerta del embajador”].
Iglesias anuncia para más adelante una conversación con Chema Guijarro, hoy diputado de Podemos pero que en aquel tiempo trabajaba para la cancillería de Ecuador y tuvo un papel muy relevante, tanto en la llegada de Assange a la embajada como en la gestión de su estancia.
LAS BUENAS CONCIENCIAS
“Una vez en manos de las autoridades británicas, se retoma el caso por abuso pero luego se vuelve a cerrar porque, al igual que años antes, faltan evidencias”, sigue contando Inna.
Sin embargo, no ponen a Assange en libertad. “En 2019 lo condenan a casi un año de prisión por haber incumplido los términos de su fianza en 2012. Pasó este año en prisión y decidieron mejor, por las dudas, mantenerlo preso mientras resuelven si lo extraditan a EEUU o no”.
“Al principio decidieron no extraditarlo por miedo a que se quitase la vida, pero lo siguieron manteniendo entre rejas a la espera de la extradición de Estados Unidos. Este país apeló y el riesgo de suicidio ‘mágicamente’ dejó de existir.”
De este modo, resume Iglesias, tras años de estar soportando una presión inhumana, Assange podría ser extraditado y recluido en los EEUU el resto de su vida.
Seguir el caso de Assange nos debe llevar –propone Afinogenova– a tener claro que, este “gran éxito de la libertad de expresión, no habría sido posible sin la inestimable colaboración del ‘independiente’ gobierno del Reino Unido, por un lado; de la ‘liberal’, ‘moderna’ y ‘ejemplar’ Suecia, por otro; y del muy ‘humanista’ Ecuador de Lenin Moreno.
“Durante todos estos años, esos gobiernos nos han dicho que lo que querían de Assange era que enfrentara sus cargos por abusos. Pero, en realidad, todos sabíamos que lo que se pretendía era no establecer un precedente, dejando bien clara la lección que se quería transmitir: con el imperio no se juega.”
Y si haces algo tan grave como difundir información sobre abusos del poder, lo vas a pagar bien caro, añade Iglesias.
NO FUERA PINOCHET
“Para muchos, este caso de extradición de Assange es el primero que recuerdan mediáticamente, pero la gente de una generación anterior recordará otro caso famoso en el Reino Unido: aquel que, además de tener a las instituciones judiciales y gubernamentales británicas como protagonistas, también implicaba de forma directa a España, donde alguien ejerció luego de abogado de Assange, y a Latinoamérica”.
Se trata de la detención de Augusto Pinochet, a petición de quien entonces era juez y ahora ya solamente le han dejado ser abogado español, Baltasar Garzón. Muchas similitudes, pero un resultado completamente diferente. Además, lo de Pinochet se resolvió rapidísimo y pudo volver a su casa en Chile, acota Iglesias.
“Dos años tardaron las autoridades británicas en decidir que no se le podía juzgar y, al liberarlo, parece que tenían mucho menos claro que el ‘adorable’ viejito Augusto Pinochet hubiera podido cometer delito alguno. Como si no supieran nada de él.
“De hecho, llegó a recibir el apoyo de renombrados estadistas, hoy ‘venerados’ como George Bush padre y la ‘mítica’ y siempre ‘añorada’ Margaret Thatcher, quien incluso se permitió visitar a Pinochet para agradecerle los servicios prestados. Algo que ni siquiera fue digno de suponer ningún escándalo.
“Y, por eso, pese a todas las recomendaciones de las asociaciones defensoras de los derechos humanos; pese incluso a las instancias judiciales internacionales que aseguraron que Pinochet no podía recurrir a su inmunidad para librarse de que les juzgaran; pese a todo eso, el siempre ‘progresista’ gobierno de Tony Blair –otro que tendría que declarar un par de cosas ante la justicia, pero nunca lo hará– tomó la decisión de liberar al venerable ancianito por su delicada salud.”
Por el contrario, la salud de Assange está muy deteriorada y las autoridades británicas parece importarles mucho menos que la salud del dictador chileno Augusto Pinochet, interviene Iglesias.
“Por supuesto, y pese al enorme disgusto y a su delicada salud, el bueno de Augusto vivió todavía seis años más, hasta 1991 nada menos. ¿Se puede esperar del gobierno de Alexander Boris Johnson que ordene liberar a Assange pese a que, sin duda, debe haber cometido crímenes mucho más ‘horrendos’ que los de Pinochet?”, ironiza Afinogenova.
Iglesias cree que de Boris Johnson no cabe esperar ningún tipo de dignidad.
DOBLE RASERO
“Las comparaciones son odiosas –dice Inna Afinogenova ya para terminar–, pero en este caso no lo puedo evitar. ¿Para qué me invitas, si no? Lo que está a un paso de mantener a Julian Assange en la cárcel por el resto de sus días, es haber desvelado crímenes cometidos concretamente por EEUU.
“¿Imagínense lo que sería esto si el que estuviera persiguiendo a un periodista por desvelar este tipo de información fuera cualquier otro país: Rusia, Venezuela, Cuba o Irán?
“Conoceríamos la cara de Assange mejor que la nuestra; habría caretas, carteles, libros, portadas por todas partes; Bono ya le habría dedicado una canción o unas palabras en un concierto, y quizás también Paul McCartney; y todos esos periodistas que hoy callan, sin duda, habrían alzado su voz en defensa de los derechos y las libertades y nos estarían dando lecciones de decencia y de coherencia.
“Pero esto no sucede porque el trabajo de muchos periodistas se reduce a denunciar los crímenes de ciertos estados y a callar frente a los de otros, por más que todos sean crímenes del Estado.”
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com