El presidente López Obrador insiste en que en su gobierno hay un cambio de paradigmas y es algo que salta a la vista como evidente. Las diferentes iniciativas y el paquete fiscal enviados al Congreso dan cuenta de ello. Las prioridades de la 4T son distintas de las de los gobiernos que le precedieron. Pero eso, que resulta tan evidente y sencillo de entender para Juan Pueblito, no lo es, aparentemente, para los políticos anticuados, los de viejo cuño.
En las cámaras vemos las discusiones y las posturas de los legisladores que provienen de los partidos tradicionales, que se oponen a la transformación propuesta por el Presidente y los partidos que le apoyan. Ese es el papel de la oposición, me dirán algunos y es cierto, pero la oposición debiera ser responsable y oponerse, pero no por sistema ni a todo. Al que junta estas letras le parece difícil comprender que se opongan, por ejemplo, a los cambios en el tratamiento a quienes usan facturas falsas y empresas fantasma para burlar al fisco y evitarse el pago de impuestos. Claro está que, a muchos empresarios, sobre todo a los más grandes, no les gusta pagar las contribuciones que les corresponden, pero por eso son impuestos, porque se imponen. Y sin ninguna duda, los impuestos deben ser pagados por todos. La evasión y la elusión fiscales son delitos que deben castigarse, y el uso de facturas falsas son delitos maquinados y por supuesto, se requiere del concurso de varios para que el burlador logre su cometido, por eso precisamente, son equiparables a la delincuencia organizada; no es un capricho pues, que se busque otorgarles ese tratamiento.
Por el lado del gasto, las prioridades han cambiado también: Se busca hacer más eficiente el papel del Estado como redistribuidor de la riqueza nacional y se impulsa el desarrollo de las regiones más marginadas como el sur y el sureste de México y se persigue también favorecer a quien menos tiene a través del fortalecimiento de renglones de gasto como la salud y la educación. ¿Y qué decir de prioridades como la seguridad? El proyecto de presupuesto para 2020, refleja esas necesidades y las convierte en renglones prioritarias del gasto público; como también lo es el apoyo a la producción de energéticos, para que una vez que PEMEX y la CFE vuelvan a ser empresas viables y productivas, contribuyan a reforzar el gasto público. No se requiere mucha ciencia para entenderlo.
Llama entonces la atención que surjan algunas voces que reclaman mayor apoyo federal para ciertas obras o programas que, aunque son necesarios, no resultan prioritarios. Y que, esas voces, son precisamente las que carecen de autoridad moral y, por tanto, de legitimidad, como las de Ignacio Peralta, el gobernador, cuestionado por la Corte, y la de Donaldo Ricardo, el presidente municipal de Comala. Estos pseudo gobernantes no se han preocupado por acercarse a sus gobernados y menos, por entenderlos; ni por fortalecer sus estructuras recaudatorias; ni tampoco por adecuar la estructura de sus gastos, pues padecen irresponsabilidad y pereza fiscal: Siguen propiciando algunos sueldos y prestaciones desmedidos para funcionarios, realizan gastos innecesarios que en nada benefician al pueblo, sobre todo a los más necesitados; propician y cometen fraudes al erario a través de jubilaciones y pensiones que no corresponden a lo aportado a los fondos respectivos y por ello, causan daño al erario; sus prioridades de gasto, continúan en renglones como la fiesta. No propician el desarrollo, no apoyan iniciativas de empleo, no promueven los gastos que más nos importan, como los que se relacionan con la seguridad. En fin, no han renovado sus paradigmas ni criterios para acercarse a las exigencias del mandato de la sociedad.
¿Para qué quieren más dinero? ¿Para hacer más negocios inmobiliarios? ¿Para organizar más fiestas y que éstas sean más ruidosas y molestas para la población? ¿Para pagar más y mejores chayotes a quienes los alaban? ¿Para poder nombrar a más amiguetes y compadres? Los gobiernos locales, como los citados, están acostumbrados a que el Gobierno Federal les solucione sus problemas como el que sufren año tras año, al final, cuando no les alcanza para cubrir aguinaldos o cómo el necesario para realizar cualquier obra. Creen y quieren, como siempre, poner la mano para que les entreguen dinero que destinarán, si pueden, a engrosar barriles sin fondo. A eso, le llaman federalismo fiscal
A Peralta, la API le organizó un show a modo para anunciar las obras que se harán a su cargo y de las cuales podrá presumir el gobernador. Mientras, Ricardo (don Aldo) reclama que la Federación no ha cumplido porque no le ha entregado más fondos (y para que lo sepa, ni va a cumplir en los términos que él quiere). ¿Qué han hecho para merecer?, preguntaría Juan Pueblito. ¿Cuándo han buscado generar sus propios ingresos? ¿Qué han hecho para ser autosuficientes? ¿Siquiera se han subido al carro de la 4T y han racionalizado el gasto? Causa lástima su bajo nivel de razonamiento y así, son nuestros gobernantes, es decir, estamos en sus manos; de ellos depende el presente y el futuro de colimenses y comaltecos. Pero si quieren ordeñar, primero deben hacerse de la vaca. De eso no hay duda.
Claro que estos conservadores están moralmente derrotados, pero en tanto terminan sus mandatos, continúan atrasando el desarrollo y agravando nuestros problemas como el de seguridad pública. Cometimos el error de creerles y otorgarles nuestros votos (por supuesto, el que junta estas letras no votó por ellos), pero al menos debieran hacer un esfuerzo por arreglar un mínimo las finanzas de sus jurisdicciones y ajustarse al nuevo modelo de País que vivimos los mexicanos. Critican al nuevo Gobierno Federal por sus errores (supuestos y reales) como si ellos sólo hubieran tomado decisiones correctas. Por una vez al menos, deben ser razonables y modificar su actitud. Ellos son los únicos responsables de nuestro estancamiento y lo son, por irresponsables.
Las prácticas del pasado, se acabaron. Lo de hoy es renovarse o morir. No hay de otra sopa.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.