PORQUE SÍ O PORQUE NO

La campaña en redes sociales para desacreditar al gobierno de la 4T porque López Obrador no se estaba tomando en serio la pandemia, confiaba en amuletos e invitaba a la ciudadanía a consumir en fondas, cuando no a darse abrazos y besos, se va transformando en una teoría de la conspiración.

Según esta, el Presidente de la República usa la epidemia como pretexto para establecer un estado de excepción. Y como ejemplo de esta sospecha circula en las redes sociales el siguiente presagio:

A la declaratoria de emergencia seguirá la noticia de que López Obrador se contagió por querer estar cerca de la gente y, en un afán de victimizarlo, lo internarán en el Hospital Militar para tener a sus seguidores en vilo y producir un efecto de solidaridad cuando por fin se anuncie la recuperación del mandatario.

Fantasías aparte, como cualquier otro mexicano es posible que el Presidente se contagie, es probable que presente síntomas y, por haber sufrido ya un infarto, podría ocurrir que la infección se complique y Andrés Manuel acabe en el hospital.

Pero también es posible que el mandatario siga recorriendo el país y permanezca inmune a la enfermedad o, si contagia, que no presente síntomas pero se vea forzado a mantener la cuarentena y termine siendo (o no) un ejemplo de buen paciente.

Es decir, cualquier escenario puede darse. Pero es sorprendente la capacidad que tienen los AMLOhaters de encontrar segundas intenciones en todo lo que hace o dice el Presidente. 

NO ES TOQUE DE QUEDA

Lo que declaró el subsecretario de Prevención y Promoción a la Salud, Hugo López-Gatell, fue un estado de emergencia que prolonga la cuarentana hasta el 30 de abril y prevé medidas cada vez más enérgicas para mantener a la población en sus casas. Eso sí, dejó en claro que no habrá toque de queda.

La medida es coherente con la estrategia preventiva que se reveló desde el principio: ir incrementando gradualmente el nivel de restricción en la convivencia social, en la medida que la tasa de contagios lo justifique.

Es decir, no adelantarse al momento en que era poco probable que el virus circulara en las distintas regiones del país. Pero actuar decididamente, con campañas como Susana Distancia y Quédate en Casa, para frenar el ritmo de la epidemia y lograr aplanar la curva de contagios.

Se trata que no se produzca en abril un pico de casos que eventualmente requieran hospitalización, sino una loma que se extienda hasta junio para dar oportunidad al sistema de salud de atenderlos con el equipo, las instalaciones y el personal disponibles.

Para los detractores de López Obrador, la postura oficial del gobierno federal contrasta con la actitud y el discurso presidencial. Insisten en que Andrés Manuel no acata las recomendaciones de López-Gatell, pues sigue celebrando conferencias de prensa en Palacio Nacional y realizando giras de trabajo por los estados.

Da la impresión que el jefe de Estado sabe algo que no nos dice el subsecretario en cuanto al verdadero riesgo de contagio que corremos los mexicanos, o, como más de algún conspiracionista supone, pareciera que al Presidente le pusieron una vacuna secreta contra el Covid-19.

VIVIR CON POCO

Me queda claro que López Obrador se debate entre el compromiso de su gobierno de cumplir con los protocolos acordados internacionalmente para combatir la pandemia, y la obligación moral de mantener el ánimo de la población, buscando evitar que resulten enormes los estragos que la parálisis causará en la economía de las familias.

En un país donde la mitad de los habitantes son pobres, no están cubiertos por la seguridad social y, por supuesto, no tienen ahorros, no se pueden aplicar políticas de distanciamiento social que lleguen al aislamiento de las personas, porque la gente necesita salir a trabajar para llevar el alimento a casa. Viven al día.

Son conmovedores los videos de figuras públicas que hacen llamados a la conciencia social, mientras nos muestran divertidas escenas de cómo sobreponerse al hastío del encierro. Pero esos testimonios no dejan de ser burgueses. Los famosos se mantienen en forma en su propio gimnasio, juegan con sus hijos en amplios jardines y preparan sus alimentos en cocinas con enseres de lujo. 

En cambio, es una burla decirle a quien vive en una casa de dos habitaciones, como parte de una familia extendida que abarca hasta los abuelos, que se quede en su cuarto, agotando el catálogo de Netflix, HBO y Amazon Prime, poniéndose al día con las lecturas y trabajando desde el hogar con su computadora.

Son a esas familias que dependen de un solo ingreso y se ayudan con los programas sociales, a las que va dirigido el mensaje de optimismo y esperanza que envía el Presidente cada vez que se muestra despreocupado por los riegos de contagio.

LA MAMÁ DEL CHAPO

Aunque ya se contagiaron tres gobernadores, el Presidente no se toma en serio la cuarentena, insisten sus detractores, quienes hicieron más escándalo porque López Obrador saludó de mano a una anciana de 92 años que por haber roto el anillo de seguridad para atender a la mamá del Chapo Guzmán.

No está en el argumento de la derecha considerar el hecho de que el mandatario tuvo esta reunión en forma pública, para no incurrir en el error que cometieron sus predecesores de tener entrevistas secretas con personeros del cártel de Sinaloa.

Tampoco estaba en el ánimo del ex presidente Felipe Calderón –quien nos sigue debiendo una explicación de los vínculos de su secretario de Seguridad, Genaro García Luna, con Guzmán Loera– reconocer que el propósito de la audiencia era legítimo.

Doña Consuelo Loera quería agradecer las gestiones del gobierno mexicano ante los Estados Unidos para que le concedan una visa humanitaria, a fin de ver a su hijo otra vez antes de morir. Y a López Obrador no le cuesta nada en términos legales recibir la carta, tampoco gestionar la visa.

Sabe, por lo demás, que el Departamento de Estado norteamericano jamás concederá la visa porque el Chapo es un reo incómodo. Por lo que han publicado periodistas como Anabel Hernández o Jesús Esquivel, deducimos que el capo podría a través de su madre filtrar información sobre sus negociaciones con la DEA y la CIA.

En el esfuerzo porque al menos tuviera costos políticos el gesto humanitario del presidente López Obrador, Felipe Calderón llegó al exceso de inventar que una de las personas que aparecen en el video es un hermano de Joaquín Guzmán Loera. Resultó ser un médico del Seguro Social.

TIEMPOS MEJORES

Los mismos críticos que se escandalizaron porque López Obrador no se tomaba en serio la pandemia, están ahora alertando contra el supuesto uso fascista del control sanitario.

Aquellos que deseaban que el coronavirus complicara la recesión económica en la que estaba entrando México por la caída de los precios del petróleo, y que eso cambiare en 2021 la correlación de fuerzas en San Lázaro y la presencia de Morena en los estados, están viendo que  a mediano plazo la cuarentena favorecerá electoralmente al gobierno de la 4T (que no es lo mismo que Morena).

Por lo pronto, ya se postergaron las elecciones locales en Hidalgo y Coahuila, donde iban a batir seguramente a los candidatos del Presidente. Cuando la epidemia pase y se vea que la política de salud de la 4T funcionó tanto como la estrategia de recuperación económica, el recibimiento que tendrán los abanderados del lopezobradorismo será distinto.

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