El 21 de abril de 2013, cuando arreciaban las noticias y especulaciones relacionadas con la Estafa Maestra vino una de las frases más recordadas de Peña Nieto, cuando al dirigirse a Rosario Robles en Zinacantán, Chiapas en un evento público que contaba con la presencia de Luiz Inacio Lula da Silva, ex presidente brasileño, al arranque de la Cruzada Nacional contra el Hambre, le dijo ¡No te preocupes Rosario, hay que aguantar! Después, el 27 de agosto de 2015), ella dejó la Secretaría de Desarrollo Social que fue ocupada por un célebre tecnócrata, José Antonio Meade (¿Se acuerdan de él?), mientras su antecesora se dirigió a la SEDATU, donde continuó con la misma práctica iniciada en la SEDESOL.
El 13 de agosto de 2019, casi 4 años después de que Robles arribara a la SEDATU, llega al Penal de Santa Marta Acatitla vinculada a proceso, acusada de ejercicio indebido del servicio público, mismo que dejó un daño al Patrimonio Nacional por un poco más de cinco mil millones de pesos. Ella debió reportar por escrito esas irregularidades a su jefe, el Presidente de la República. Ante la autoridad judicial dijo que lo hizo usando el teléfono rojo y que quedó estipulado en el acta de entrega recepción cuando dejó la SEDESOL, y que entonces, también se enteró Meade. Esto tendrá que demostrarse y el Ministerio Público cuenta con sesenta días para realizar la investigación complementaria. Creo que Robles no se salvará, pero si pudiera involucrar a Peña y a Meade como las siguientes cuentas de su muy particular rosario. Si fuera por petición popular, los tres estarán en la cárcel. Lo que sí dijo aquel agosto de 2015 es que entregaba a Meade una institución sólida, sustentada en una mejora continua de sus políticas públicas, eficaz y transparente.
Desde aquel lejano 2013, muchos apostamos a que algún día llegaría la justicia como se dibuja ahora. Y ese día, afortunadamente, llegó. Se pone fin a una carrera política que fue promisoria y que inició en el PRD. Rosario fue pieza importante durante la campaña y el el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas como Jefe de Gobierno del Distrito Federal y le sustituyó al frente de éste cuando fue candidato a la Presidencia de la República. Entregó ese puesto a Andrés Manuel López Obrador; después fue Presidente nacional del PRD y se involucró con el sinvergüenza de Carlos Ahumada y sus negocios turbios. Salió de ese Partido con la frente baja. Años después apareció en la campaña de Enrique Peña Nieto, y formó parte de su equipo de transición y finalmente la nombró Secretaria de Desarrollo Social. Lo siguiente empieza a concluir con su encarcelamiento.
Todavía hace unos meses, cuando la prensa mentirosa se regodeaba con la existencia del PRIMOR (que ha caído en el olvido, por cierto), a Rosario se le creía firme y cuando José Narro Robles era candidato a la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, se llegó a decir que ese partido tenía la fortaleza de los robles (Rosario y José Narro), frase a la que algunos colimenses complementaron con otra: Y en Colima el PRI tiene la estatura de Fernando Moreno y Enrique Rojas. Quedan esas frases para la historia: Rosario está en la cárcel y el otrora respetado doctor Narro, en su casa, porque después de tantos años, se dio cuenta que en el PRI no hay democracia.
La mazorca priísta comenzó a desgranarse. Además de Rosario, Juan Collado se encuentra tras las rejas y desde antes, está Javier Duarte; Emilio Lozoya está en capilla y al parecer más de uno de ellos (y seguramente, de los que se acumulen), tienen deseos de cantar. Televisa, como sustituto de la XEW ya debe estar preparando una actualización a aquella Hora de los Aficionados, con todo y campana, para llevar a la comodidad de nuestros hogares, el canto de estos cardenales (que no son los de San Luis). Todo puede suceder y ojalá suceda.
Los jilgueros de antes, que quieren continuar con los privilegios que tenían como Cir(c)o Gómez Leyva (y su payaso inflado por abuso de esteroides, autoproclamado padre del análisis superior) o Cloret de Mola, ya nos dicen que Rosario es producto de venganzas políticas, que es la Elba Esther del actual sexenio y cuantas justificaciones se les pueden ocurrir. La verdad es otra y lo sabemos bien. Rosario es una sinvergüenza mayor, una pilla de siete suelas. Tanto ella como sus defensores carecen de vergüenza y bueno sería que sus defensores también cayeran para hacerle compañía y consolarla en vivo y a todo color.
En Comala, llovió fuerte y tempestuoso antes del amanecer. Ojalá haya sido una premonición de lo que sucedió alrededor de las seis de la mañana y de lo que suceda después. Este País nuestro, necesita justicia y poner fin a la impunidad. El que junta estas letras espera que se trate de un rosario con muchas cuentas y que a cada uno se le hagan cuentas claras para que las pague. Necesitamos recobrar la confianza en nuestro País y en nuestro gobierno y seguramente, esta es la única manera en que podremos lograrlo.
¿De qué hablarán los cercanos a Peña Nieto entre ellos? Todavía hay muchos encumbrados (hasta en Colima los hay). No creo que sus conversaciones sean alegres como lo fueron. Recordando al gran Simón Díaz, habría que decir que cuando la preocupación llega así, de esta manera, uno no se da ni cuenta… Se acabaron los días de gloria y el ascenso al Calvario es lento y doloroso. Al ver las barbas del vecino cortar, ¿correrán a confesarse?
El que junta estas letras no se burla del dolor ajeno ni pretende hacer leña de los robles caídos; solo se alegra de que haya justicia y se ponga fin a la impunidad, para que nunca más nos suceda algo similar a lo que vivimos las décadas pasadas. La verdad nos hará libres, no la piedad hacia quienes no la supieron ganar. Habría que recordar a Juárez, tan de moda ahora: Para el enemigo, ley; para el amigo ley y gracia. Estos no son amigos de México, ni míos y de seguro, tampoco de Usted, así que sólo queda una sopa: Ley a secas.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.