¿Es López Obrador el presidente más golpeado por la prensa, al menos en la historia moderna de México?, pregunta Kimberly Armengol a Julio Hernández López ‘Astillero’ en la emisión del 23 de septiembre de 2020 en Debate 22, dedicada a dar ‘Una mirada al periodismo en tiempos de la 4T’
(https://www.youtube.com/watch?v=2hWxy7SBBeQ).
“Sí lo es y desde luego, como señala López Obrador, el antecedente es el presidente Francisco I. Madero. De ahí es posible extraer lecciones históricas: Madero permitió que hubiese una andanada de críticas de tipo personal relacionadas hasta con su físico y, por supuesto, de tipo político, que fueron desgastando el ambiente social y creando las condiciones para el golpe militar concretado por Victoriano Huerta y, no hay que olvidarlo, auspiciado y promovido por la embajada de Estados Unidos en México.”
El autor de la columna Astillero en La Jornada y conductor de diferentes espacios de opinión e información en las plataformas digitales bajo la marca de Julio Astillero, agrega:
“En el caso de López Obrador, el presidente se ha defendido fundamentalmente con las mañaneras. No se ha quedado con la boca cerrada ante las abiertas agresiones que, en algunos casos, propician algunos medios de comunicación. Pero más allá de la defensa mediática hay ahora una ciudadanía muy activa, informada sobre todo a través de las redes sociales. Ambas estrategias han exhibido muchas de las fisuras o de las insuficiencias de una oposición que no está a la altura de lo que se requeriría de una fuerza opuesta fundamentada, con un programa bien hecho, con liderazgos reconocidos moralmente, autorizados y con valía política.
“El presidente de México es el personaje más atacado, entre otras cosas porque el propio López Obrador ha renunciado a la posibilidad de mantener el control tradicional de los medios de comunicación, que se fundaba en el reparto de dinero a través de convenios de publicidad y los muchos negocios al amparo del poder que hacían directivos y dueños de medios de comunicación. Los empresarios de la prensa y la comunicación electrónica conseguían esos negocios poniendo el medio al servicio del poderoso o, en algunos casos, ejerciendo una crítica despiadada que se corregía o se anulaba en cuanto llegaban los contratos y los convenios.
“Es el presidente más atacado e injustamente, también porque esa falta de inversión gubernamental agravó la crisis económica que enfrentan los medios de comunicación”, explica Julio Astillero (Una crisis, precisaríamos, originada por el colapso del modelo de negocio tradicional en los medios, basado en la circulación o audiencia, las suscripciones y las inserciones de publicidad en función de la penetración o el rating).
GRAVE, LA AUTOCENSURA
Callan también otro tema quienes acusan al gobierno de México de ejercer censura, señala Armengol: más bien lo que hemos tenido es un problema de autocensura en los medios, para no molestar al grupo en el poder y no arriesgar la inversión gubernamental.
“Desde luego –coincide Astillero–, ha habido una autocensura histórica en los medios de comunicación en México. Y no es que hubiera un comisario o un agente gubernamental sentado en la sala de redacción, cuidando qué artículo se iba a publicar, con qué cabeza o cómo iniciaría la nota. Los grandes directivos solían ejercer esas funciones de autocensura, sobre todo mediante el enlace que mantuvieron durante mucho tiempo con los coordinadores de comunicación social de las secretarías de Estado y, en particular, con el siempre poderoso vocero de la Presidencia de la República.
“Esos funcionarios solían hablar a las redacciones directamente, o en forma indirecta a través de los directores, subdirectores, jefes de información o jefes de redacción para sugerir lo que, a juicio de esa oficina de gobierno, debería destacarse u omitirse. Siempre ‘ahí, como cosa tuya’. Esta frase tan cínica se quedó para mofa de las redacciones, luego que un jefe de comunicación de la Presidencia de la República la puso de moda. Implicaba editar la nota y hacer ‘como que tú lo decidiste’.
“El otro gran factor de corrupción en las relaciones prensa-poder es el chayote: el dinero entregado en mano, como una forma de compensar la falta de reciprocidad financiera de los directores de los medios hacia la tropa reporteril. Los sueldos bajos impulsaban a los reporteros a buscar una compensación económica en sus fuentes de información. Y de esa manera se redoblaba el control oficial sobre esos reporteros.
“Era, entonces, un sistema en el que no había una censura directa, pero sí autocensura. Y, por otra parte, la corrupción era el engranaje para el control de la comunicación en México.”
OPOSICIÓN RIDÍCULA
En una entrevista que comenzó abordando los temas de coyuntura, como la relación del gobierno de López Obrador con Estados Unidos, Julio Astillero amplía su valoración negativa de la oposición política en México:
El plantón de Frenaa (Frente Nacional Anti-AMLO) en avenida Juárez ha sido causa de burlas y, al final, fortaleció a la 4T. La protesta tiene una función cívica y los inconformes tienen el legítimo derecho a expresarse públicamente. Sin embargo, constituyen una oposición disparatada, caricaturesca, deshilachada y ridícula, porque no han tenido la capacidad de mostrar en términos numéricos la grandilocuencia de las palabras de Gilberto Lozano contra el presidente López Obrador y sus políticas.
Se han cometido muchos errores y hay una percepción distorsionada de la realidad política. Además, la situación sanitaria y económica es complicada. Pero incluso reconociendo que hubo gente que votó por López Obrador y se desilusionó o se ha vuelto escéptica respecto a la cuarta transformación, el discurso de Frenaa es fascista, simplón y poco realista.
Lozano le hace más mal que bien a la lucha opositora, por esa forma destrampada y sus acusaciones magnificadas y efectistas. Pero a la hora de convocar manifestantes, organizó una protesta a bordo de vehículos para simular una asistencia de miles cuando no eran más que cientos de personas. Y el signo de esa rebelión fallida fueron las tiendas de campaña vacías en el Zócalo, enfatiza el columnista.
ACIERTOS Y PENDIENTES
Ya en la parte final, Astillero expone a Armengol cuáles han sido los aciertos más importantes en la administración de López Obrador y cuáles serían las tareas pendientes y urgentes en las que se tiene que ocupar el presidente:
En cuanto a aciertos –desglosa Julio Astillero–, las políticas públicas y los programas sociales le dan presencia nacional y fortalecen su base electoral, porque López Obrador mantiene viva la esperanza de mucha gente en que sí es posible que ciertos cambios lleguen al bolsillo y modifiquen la realidad económica de las mayorías.
Andrés Manuel ha tenido también el acierto de montarse cotidianamente en el aparato de combate político, con un ritmo de trabajo impresionante: las horas que le dedica al ejercicio del cargo que le entregó el pueblo mexicano, al análisis, el manejo y la conducción de la cosa pública, del interés nacional, es uno de los puntos de referencia positivos de este presidente.
López Obrador, desde luego, mantiene la expectativa de un cambio profundo. No diría Astillero que el sexenio de AMLO realmente terminará siendo calificado como una cuarta transformación histórica, equivalente a la Independencia, la Reforma y la Revolución, pero sí implica un cambio profundo en las formas de hacer política, asegura.
GABINETE DESEQUILIBRADO:
Dentro de los pendientes –contrasta Julio Astillero–, su gabinete es absolutamente disfuncional, mantiene un desequilibrio entre las secretarías de Estado. Hay secretarios que no trabajan, no cumplen ni entregan buenas cuentas, salvo excepciones. Mientras, por el contrario, hay una sobreutilización de personajes como Marcelo Ebrard, convertido en un virtual vicepresidente ejecutivo de México.
Por otra parte, es muy preocupante y muy clara la tendencia hacia la militarización del país, no sólo en términos de expansión territorial para el combate al crimen organizado sino además en la asignación de responsabilidades civiles. Muchas áreas de la administración están siendo entregadas al poder militar, lamenta el columnista.
Cuando se hizo la entrevista el presidente se acercaba a ese tramo del sexenio en el que los secretarios de Estado se irían a competir por cargos de elección popular. Algunos ya lo hicieron en los comicios de 2021 y otros lo harán en sucesivas elecciones locales, hasta culminar con la sucesión presidencial.
En ese contexto –propone Astillero–, López Obrador tendrá que cuidar sus expresiones, evitar descalificaciones y asumir una postura más institucional respecto a sus críticos y opositores, para no desgastar la figura presidencial.
En conclusión, a pesar de que en algunos sectores hay preocupación y escepticismo respecto al gobierno de López Obrador, es muy significativo que no obstante los datos y los hechos tan críticos que se viven en México, la población mantenga todavía una expectativa alta y la percepción de que no hay derrumbe ni caos, la esperanza en que se pueden corregir las cosas.
A eso abona mucho el perfil de López Obrador: su honestidad personal que hasta ahora sigue imbatible, es decir, no está robando aunque en otros segmentos del aparato público sigue la corrupción. Luego está ese discurso positivo y propositivo, el presidente diariamente está diciendo que las cosas pueden cambiar, observa Astillero.
EL ÁNIMO SOCIAL
Para el columnista, el sentir social es una mezcla de razonada preocupación y esperanza de que las cosas puedan sostenerse y mejorar en los años que faltan para que se acabe el mandato.
Y siguiendo su línea de pensamiento, ese ánimo social se palpó en los comicios intermedios de junio de 2021, donde Morena ganó la mayoría de las gubernaturas en disputa, aunque bajó porcentualmente su representación en la Cámara de Diputados. Ese mismo ánimo social se palpará en la muy probable consulta sobre revocación o ratificación del mandato en 2022.
Por lo demás, en el ambiente político ya se está hablando de sucesión, lo que implica una paulatina pérdida del poder presidencial. En ese contexto, en septiembre de 2020 Julio Astillero veía una ciudadanía con una expectativa razonablemente a la baja, pero todavía con la confianza de que López Obrador podrá rescatar lo más posible de su proyecto de gobierno.