El despido de casi 600 trabajadores de contrato y confianza del Poder Ejecutivo llegando al cuarto año del gobierno peraltista evidencia una verdad: Nacho Peralta es un pésimo administrador.
Sin embargo, en grotesca descortesía política, el gobierno estatal ha emprendido una campaña de ataques a la 4T, como si el presidente de México, el gobierno federal, o el Congreso 4T en Colima fueran los culpables del pésimo manejo financiero del gobierno de Colima.
Cuando se dio a conocer la noticia del despido masivo, mediante comunicado oficial, la guerra mediática surgida desde el gobierno peraltista acusaba al Poder Legislativo morenista de ocasionar la devastadora medida de dejar sin empleo a cientos de colimenses.
Por motivos que son dignos de analizar, esta guerra mediática solo mostró que la gente cada vez se fija más y señala las falencias administrativas, no solo del gobierno peraltista que se ha caracterizado por su falta de cumplimiento en pagos, y el requerimiento de créditos a diestra y siniestra, sino incluso en casos como el de Locho Morán, alcalde capitalino, quien tuvo que pedir un crédito de $30 millones de pesos para pago de aguinaldos. En el caso de Peralta, ha sido tan mal administrador, que su historial de falta de medicinas, atraso en pago de becas, apoyos y proveedores, lo han estigmatizado ante los colimenses como un fallido implementador de buenas finanzas, pese a que fue una de sus banderas.
Contraviniendo las campañas de desprestigio que se originaron de los comunicados oficiales de su propia administración, el gobernador José Ignacio Peralta tuvo que salir ante los medios de comunicación, ¡con la delegada Indira por un lado!, a agradecer el gran gesto del gobierno federal de adelantar cientos de millones de pesos para que su administración pudiera completar los $600 millones necesarios para el pago de las quincenas y la primera parte del aguinaldo de este año.
Evidentemente, no fue algo sencillo para el gobernador y su equipo de asesores. Un día sí y otro también se orquestan en sus medios afines campañas de desprestigio contra la 4T, por lo que salir a reconocer que el gobierno de AMLO evitó una de las peores crisis que habría tenido en todo su sexenio debió ser sumamente vergonzante. La continuación de la guerra sucia contra la 4T después de ese anuncio, retrata fielmente la descortesía y el desprecio de los conservadores locales hacia el nuevo régimen de gobierno. Y su desesperación…
Ayer domingo, José Ignacio Peralta Sánchez tuvo la fortuna de escuchar en presídium las clases de política energética que dio el presidente Andrés Manuel López Obrador en el discurso pronunciado en la inspección a la Termoeléctrica de Manzanillo. JIPS, producto de la política neoliberal (o neoporfirista, dijera el presidente) y en que en reiteradas ocasiones había calificado las decisiones de la 4T como ocurrencias, bien debería tomar en cuenta algunas de las recomendaciones que pronunció el mandatario durante esta visita.
Neoliberalmente hablando, el gobierno de Nacho ha convertido en deuda pública el mal manejo de sus finanzas. El futuro de su administración no promete nada bueno; ante la deuda ya adquirida y este tumultuoso adelanto de participaciones, los colimenses sufriremos un final de sexenio de precariedad presupuestaria de parte del gobierno estatal.
De ahí la urgencia de denostar a AMLO, a su representante en Colima, y su política económica, pese a que su gestión salvó de la hoguera al peraltismo en este final de año. Porque sí, pese a toda la guerra sucia que sale de Calzada Galván Sur, algo ha quedado muy claro: el despido de casi 600 colimenses (que a inicios de 2020 podrán ser más) es enteramente culpa del gobierno de Nacho Peralta.