Un Informe de Gobierno siempre ha causado expectación entre los mexicanos. El que se rendirá el próximo domingo no resulta la excepción. Puede haber algunas sorpresas en la organización, pero también en el mensaje político. Primero debemos aclarar que el informe propiamente dicho, es un amplísimo conjunto de información estadística y contable que será entregado al Congreso de la Unión por Olga Sánchez Cordero, la Secretaria de Gobernación y se trata de un documento que habrá de medir uno o uno y medio metros de altura y a lo que el pueblo se refiere cuando habla del Informe, es al mensaje político.
La expectación existe también porque es el primero que rendirá un gobierno diferente de los anteriores y porque resulta fácil suponer que no hay mucho que informar. Y no porque creamos que nada se ha hecho, sino porque todos los días hábiles, a las 7 de la mañana, el Presidente informa en la Mañanera antes de ofrecer respuesta a un sinfín de preguntas y comentarios de los representantes de los medios de comunicación. Hoy, más que en cualquier otro momento los mexicanos estamos al tanto de lo que hace nuestro Gobierno, a pesar de que más de alguno sostenga lo contrario. Lo que Sánchez Cordero entregue a la Soberanía Popular, también lo conocemos y el posicionamiento de los partidos políticos, lo imaginamos.
Además, al iniciar el mes de julio y para celebrar un año de las elecciones que llevaron a Andrés Manuel al poder, se efectuó un informe que resumía lo hecho hasta ese momento. Entonces, queda poco espacio para algún anuncio novedoso. Y seguramente, lo habrá. Durante los últimos días, el Presidente ha expresado que, a pesar de los múltiples amparos, Santa Lucía va y que ya informará respecto a algún mecanismo legal que pudiera usarse para lograr ese objetivo y probablemente, esa pudiera ser una de las novedades que se desprendan del mensaje político. Pero pudiera haber otros, pues si algo debemos tener presente es que Andrés Manuel es un mago de la comunicación y que la ceremonia que veremos, estará cardada de simbolismos, como a él le gusta.
En lo que va de esta semana se ha realizado un par de importantes anuncios que tienen que ver con la interacción del Gobierno con la iniciativa privada: El martes el que se relaciona con los acuerdos con los gasoductos de la Comisión Federal de Electricidad y el miércoles con la reducción de comisiones por parte de las afores. El primero dio motivo a una pasarela encabezada por Carlos Slim y Carlos Salazar, quienes se vieron cómodos, sobre todo Slim, que, ante preguntas dirigidas especialmente a él, lució como un rock star. Muchas fueron las expresiones de apoyo del capital hacia el Gobierno de la 4T, tantas que seguramente más de un crítico hubiera querido que no se dijeran, pues preferirían que le vaya mal a México, antes de que pudiera consolidarse el gobierno que encabeza López Obrador. Pero lo expresado, abona a mejorar las perspectivas del gobierno y afirma la seguridad en el progreso del País. Resultó en un gran avance en la disipación de las dudas que los críticos han expresado. Y esos críticos seguirán existiendo, ya lo hemos dicho, porque los intereses afectados son muchos. Una de las voces regresivas, Carlos Loret de Mola, ya no estará en Televisa, pero los críticos mal intencionados y sin apoyo en información, son muchos, y sus voces, por tanto, muchas también.
El balance de lo logrado a la fecha será tarea de cada uno de los mexicanos y es algo que, claro, ya la hemos hecho. Muy difícilmente podrá modificarse a partir de lo que se diga o deje de decirse en el mensaje político del próximo domingo. Sin saber lo que piensa cada uno de los lectores de las letras que aquí se juntan, El Universal, en su edición del 28 de agosto, sostiene que López Obrador llega a la fecha de su Primer Informe con una aprobación del 69 % y en la del 29, que si ese fuera el día de la elección, 74 % de los ciudadanos habríamos votado por Andrés Manuel, que son porcientos envidiables, más allá del rigor de la metodología de los estudios demoscópicos, los resultados resumen, con certeza, el balance que hemos realizado los mexicanos y la percepción que tenemos con respecto a los resultados logrados. Poco puede añadirse.
El mexicano típico tiene esperanzas en lo que sigue y así lo expresa. Recientemente, Andrés Manuel expresaba en una de las mañaneras que se ha logrado cambiar la mentalidad de los mexicanos y que eso es lo más difícil cuando se trata de un proceso de cambio. Estamos ciertos de que hay mucho por hacer y que tienen que mejorar todavía muchas cosas, como la seguridad, pero las expectativas marcan la convicción de que sucederá lo que todos ansiamos. La tarea, por supuesto, está lejos de concluirse, pero estamos en un camino que se antoja correcto. Hasta en Colima creemos que pueden mejorar los índices delictivos, a pesar de contar con un gobernador que muestra uno de los niveles más bajos de aprobación en el País y un descrédito casi absoluto de los colimenses, sobre todo por lo que hace a este capítulo, donde ahora somos, para nuestra mala fortuna, un estado distinguido.
López Obrador y Peralta Sánchez son como las dos caras de una moneda. Y esto se ha hecho patente durante las visitas del Presidente al Estado: las muestras de aceptación hacia uno y de desaprobación hacia el otro, resultan contrastantes. Esto, además, se constituye en un heraldo de lo que habrá de expresarse en las urnas antes de un par de años. Parece casi imposible que ese contraste pudiera mejorar antes de la cita electoral. Eso hace que la derrota del priísmo, ya se cante; pero falta tiempo para que se concrete. Y si el gobernador muestra apoyo a un candidato distinto al de su supuesto partido, igual no será el electo por los colimenses.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.