SÍ HAY FONDEN

Los medios corporativos y las figuras de la oposición, desde el exmandatario Felipe Calderón hasta la aspirante presidencial Xóchitl Gálvez, han querido imponer como narrativa que el gobierno federal no podrá hacer frente a la catástrofe que sufrió Acapulco por el impacto del huracán Otis debido a que, al arranque del sexenio, López Obrador desapareció el Fonden: Fideicomiso ‘Fondo de Desastres Naturales’. Y lo que el subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Gabriel Yorio, ha venido explicando en diferentes foros es que “se decidió desaparecer” el fideicomiso, no el fondo.

Hasta 2018, el Fonden era un instrumento financiero que “tenía dos componentes”: una estrategia de acumulación de efectivo y un sistema de gestión financiera pública.

La estrategia de acumulación de efectivo era, al mismo tiempo, un mecanismo “de transferencia de riesgos para poder mitigar el impacto que tendría un desastre en las finanzas públicas”. De este modo, el Estado mexicano tendría “recursos disponibles” para atender las tres fases de un desastre: 1) atención humanitaria, 2) recuperación y 3) reconstrucción.

El otro componente era “un sistema de gestión financiera pública, administrado por el fideicomiso a cargo de la administración del Banco Nacional de Obras y Servicios” (Banobras). Este mecanismo “generaba procesos burocráticos y algunos eventos de discrecionalidad en el gasto o de corrupción”.

El fideicomiso público desapareció junto con ese sistema de gestión financiera, pero no la estrategia de mitigación de riesgos. Así lo explicó el funcionario a Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, en la transmisión de ‘Los Periodistas’ del 25 de octubre de 2023 por Sin Embargo al Aire. Yorio repitió lo que ya había aclarado en el Senado: la cobertura de desastres y la acumulación de efectivo para atender las contingencias nunca desapareció; los recursos se siguen ejecutando, igual que continúa desplegándose una estrategia de mitigación o de cobertura de riesgos.

COBERTURA DE RIESGO

Por parte de la 4T, la estrategia financiera en materia de mitigación de desastres tiene tres grandes objetivos:

–Enfrentar eventos que “sabemos que van a pasar, que son recurrentes pero de menor intensidad”. Los recursos para ello son previstos en el paquete económico de cada año. Y esta línea presupuestal que opera bajo la denominación de Fondo para la Atención de Emergencias, renueva cada año sus coberturas. En 2023 cuenta con 18,000 millones de pesos.

–El segundo tipo de eventos “son menos recurrentes, pero de mayor magnitud”. Es una estrategia de reaseguro, es decir, un seguro que se contrata cada año por cerca de 5,000 millones de pesos y que “nos permite tener una cobertura” ante sismos incluso.

–La tercera estrategia es para “eventos de muy poca frecuencia, pero de alta magnitud como puede ser un gran terremoto”. Se trata de “bonos catastróficos que hemos emitido en los mercados internacionales”. Y, además, “tenemos una estrategia de diversificación de riesgos con países que comparten estas eventualidades” telúricas, como Colombia, Chile o Perú. De esta manera, la estrategia “nos permite acceder o cubrirnos hasta por cerca de 32,000 millones de pesos cada año”.

En resumen, sostiene el subsecretario del ramo, no estamos desprotegidos: contamos con los recursos, tenemos una estrategia de mitigación de desastres y “hemos sido responsables de renovarlas cada año”. En todo caso, “si los impactos fueran mayores a 32,000 millones de pesos tendríamos que hacer alguna reapropiación presupuestal”, y para ello “tenemos dinero en la caja”.

NO LLEGABA EL DINERO

Lo que desapareció junto con el fideicomiso fue el viejo sistema de formulación de proyectos del Fonden que estaba a cargo de los municipios, los cuales mandaban facturas a Banobras para que se pagaran. Y el procedimiento desapareció porque había proyectos de recuperación o de reconstrucción que llevaban más de tres años sin poder ejecutarse. Terminaba el periodo del ayuntamiento que lo solicitó y, los nuevos alcaldes, ya no querían continuar con el trámite. Se generó un proceso muy burocrático que impedía ejecutar los proyectos de recuperación y rehabilitación de infraestructura, comenta Yorio.

Por lo demás, los recursos del fidecomiso se transfirieron a la Tesorería de la Federación. “Y lo que tenemos ahora es una estrategia de cobertura presupuestal de transferencia de riesgos a mercados, por una capacidad de financiamiento de hasta 32,000 millones de pesos en esos instrumentos”, monto que obviamente puede aumentar con la posibilidad de “reasignar más recursos si fuera necesario”, sostiene el funcionario.

EL CAMINO, A PIE

La respuesta del gobierno de López Obrador ante el huracán más poderoso del Pacífico en medio siglo motivó sañosas descalificaciones. Calderón Hinojosa reprochó que, “al parecer, la población civil no fue advertida suficientemente y menos movilizada a lugares seguros”. Pero el afán del expresidente por culpar a Andrés Manuel de todo lo malo que pasa en el país, topa con las explicaciones de científicos acerca de por qué el meteoro sorprendió a la comunidad académica y a los organismos de protección civil: evolucionó en 12 horas de tormenta tropical a huracán categoría 4, y golpeó Acapulco ya como categoría 5.

En la segunda mitad de octubre se da el punto de mayor temperatura en el agua del mar, tanto a nivel superficial como profundo. Y es en el fondo marino donde se acumula la energía calórica que alimenta los huracanes. Así ocurrió hace más de seis décadas con el ciclón que destruyó Manzanillo y diezmó la población de Minatitlán, un 23 de octubre. Ni siquiera tenía nombre. Hoy –nos recuerda Esteban Meneses Fernández– se le menciona en la literatura del tema como ‘México 1959’. Pero esta condición potencialmente riesgosa del agua de mar uno o dos grados más elevada en esta temporada, podría estarse agravando con el calentamiento global, causante del evidente cambio climático que estamos viviendo.

Rosario Robles, quien fuera secretaria de Desarrollo Social con Enrique Peña Nieto, se mofó porque el presidente López Obrador trató de llegar a Acapulco por tierra cuando lo más fácil era hacerlo en helicóptero. Ciertamente, llegar volando era lo que convenía hacer a un estadista interesado en tomarse la foto en el lugar donde las inversiones privadas y públicas, especialmente las avocadas al negocio turístico, sufrieron más daño. Pero el objetivo de AMLO no era tanto mandar un mensaje que tranquilizara a los mercados, como estar con la población de las incontables localidades rurales que hay en el camino y cuyo drama no suele aparecer en los medios. Esa es la verdadera lectura de la imagen de un presidente que continuó a pie el camino a Acapulco luego que, a la altura de Kilómetro 39, el paso en vehículo resultó imposible.

GASTO BLINDADO

En su cuenta de X, antes Twitter, Felipe Calderón quiso imponer como relato que el gobierno de la 4T no tiene recursos para atender a los damnificados, porque el dinero del Fonden lo agotaron “en sus caprichos y en gasto electoral”. En el Senado, Lilly Téllez afirmó que “se lo robaron todo”. Y lo ratificó su compañera Kenia López Rabadán, calculando el monto del presunto hurto en 10,000 millones de pesos.

Para Yorio, Calderón –como exdirector de Banobras– conoce muy bien el diseño anterior del fondo, pero confunde la desaparición del Fonden como fideicomiso con la eliminación de una estrategia de mitigación del impacto de esos desastres en las finanzas públicas. Desapareció la estructura burocrática del Fonden porque “quedaba fuera del presupuesto”, reiteró el subsecretario.

Se sustituyó con “una cobertura de riesgos muy bien planificada y estructurada”. De tal suerte que, es muy probable por las características del huracán que impactó a Guerrero, “se active el bono catastrófico”. Esto implica “un financiamiento adicional a los 18,000 millones de pesos que tenemos como línea presupuestal”. De hecho, “el bono catastrófico es por cerca de 485 millones de dólares”.

El fondo no cambió en lo sustancial, las estrategias de cobertura ya existían en el fideicomiso para darle liquidez al Fonden. Sin embargo, en la 4T “aislamos las estrategias de financiamiento y mitigación de riesgos respecto de los procedimientos burocráticos asociados a la formulación de proyectos para la rehabilitación y recuperación”, típicas del antiguo diseño.

México no ha dejado de ser uno de los principales países que despliegan estrategias de mitigación de riesgo para desastres naturales, apunta el funcionario. Es más, “seguimos siendo un ejemplo”. De hecho, fuimos una de las primeras naciones en la región que implementaron el bono catastrófico. Y, a partir de esta administración, el bono original que solamente cubría terremotos ahora ampara también a víctimas de inundaciones.

CUENTA ÚNICA

En cuanto al supuesto desvío con fines electorales, Gabriel Yorio responde tajante: “De ninguna manera. Los recursos que se integran a la Tesorería de la Federación se usan para los fines del presupuesto, los cuales están planteados en el Plan Nacional de Desarrollo. No necesariamente están etiquetados a un fin específico, sino que simple y sencillamente entran en la bolsa para financiar”.

“Todo se hace de forma transparente. Se registraron como aprovechamientos en otros ingresos no tributarios. Y fue parte del barrido de fidecomiso que se realizó entre 2019 y 2020, cuando se implementó una estrategia que casi no discutimos: la Cuenta Única de Tesorería. Esto es, la liquidez que había fuera de la caja fue concentrada en la Tesorería, precisamente para blindarnos ante un impacto de liquidez que pudimos haber vivido en 2020 con la crisis pandémica.”

Mantener un blindaje de ese nivel en el gasto que se había aprobado en el presupuesto era importante, no sólo para sostener los apoyos sociales a la población que depende de las ayudas sino también para no reducir el gasto público, algo que habría impactado aún más la economía durante la pandemia.

NO LO GASTARON

Consciente que el inicio del proceso electoral va a detonar campañas de propaganda alimentadas por la ignorancia o la mala fe, el subsecretario se limita a recapitular la estrategia financiera frente a los desastres que esta temporada de lluvias dejará en todo el país:

1.- “Tenemos recursos de liquidez en la Tesorería”.

2.- “Tenemos el mecanismo presupuestal, siempre lo hemos tenido contemplado en el presupuesto que aprueba el Congreso de la Unión”.

3.- “Tenemos los mecanismos presupuestales para asignar con gran flexibilidad esos recursos, siempre hemos tenido nuestra cobertura de riesgos catastróficos”. Y,

4.- “Ahora también tendríamos la posibilidad de activar el bono catastrófico. Para ello estamos evaluando con los abogados el tipo de parámetros que se han activado”. Aunque falta todavía dimensionar la magnitud del impacto del huracán, los daños en el estado de Guerrero están contenidos en el bono catastrófico y es muy probable que éste se active.

SI TEY NO CREYERA…

Si no hubiera confianza en la disponibilidad de estos recursos para la mitigación de desastres, así como en la accesibilidad a los mecanismos de asignación, quizá una autoridad estatal o municipal como es la alcaldesa de Villa de Álvarez, Tey Gutiérrez, no habría emprendido el gasto que supuso rehabilitar las obras de infraestructura dañadas por las lluvias torrenciales de hace unos días.

En reunión con analistas políticos, la edil reconoció que, como ocurrió con Otis esta semana, el huracán Lidia “movió los esquemas de lo que teníamos proyectado”. El personal del Ayuntamiento trató de atender las necesidades que tenía la población conforme se fueron reportando las crecidas e inundaciones, pero “hubo un momento en que tuvimos que recogernos y esperar a que se calmara”.

Habían hecho desasolve y limpieza de los ríos que atraviesan el municipio, pero con la corriente bajó mucho material. Toneladas de palizada y piedra fueron recogidas en el puente de la avenida Manuel Álvarez sobre el arroyo Pereyra.

“Fue tanta agua que ningún puente hubiera resistido”, explicó la maestra Tey basándose en el cálculo de los expertos en daños estructurales que los revisaron tras la tormenta. Por eso colapsó el puente de la avenida Niños Héroes, donde murió “un señor que pasaba justo cuando” se vino abajo la estructura. Y por eso fueron arrasadas las rampas o la superficie de puentes como el que cruza el Arroyo Seco, recientemente construido por el Gobierno del Estado.

Si no confiara en que recuperará el dinero cuando se asignen los recursos del Fondo para la Atención de Emergencias, quizá Tey Gutiérrez no habría usado la tesorería municipal para restablecer el paso a la altura del Arroyo Seco y que los camiones de la basura pudieran llegar al relleno sanitario.

La urgencia era “regresar a la normalidad sin esperar a que llegaran los recursos federales”, dijo la presidenta, convencida de que la gente de El Mixcoate, por ejemplo, no puede pasar un día sin venir a la ciudad a vender lo pescado; o que en Agua Dulce no tenían el líquido, y había que llevarles una cisterna. Por eso “empezamos a limpiar la carretera [muy afectada por deslaves y derrumbes], aunque sea estatal”.

Más allá de lo que dice Tey, este columnista piensa que, con la respuesta que dio Villa de Álvarez al desastre de Lidia, se evidenció la pertinencia de superar diferencias partidistas y unir esfuerzos entre un cabildo de mayoría prianista y un gobierno estatal emanado de Morena.

Las inundaciones en la glorieta de Los Perritos, uno de los grandes problemas causados por la corrupción de alcaldes y regidores que, en el pasado, permitieron la urbanización de tierras que hasta entonces tenían uso agrícola sin respetar el sistema de drenes naturales y sin prever el incremento en los escurrimientos por la disminución en la superficie de filtración, se solucionará en pocos meses con la diversificación en tres tubos del actual colector pluvial. La obra tendrá un costo de casi 50 millones de pesos que aportarán, paritariamente, el municipio y el estado.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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