AMLO nos lo advirtió en su campaña de 2012, por lo que no queda más que alegrarse de que por fin el mandato de Enrique Peña Nieto haya llegado a su fin. Los mexicanos lo decimos con gusto, o al menos el 68 por ciento de ellos, pues la desaprobación de EPN como presidente es tal. Se va el peor mandatario del que tengamos memoria (incluso peor que Fox o Calderón, y eso ya es mucho decir), ya que en esa lista no podemos considerar al más villano de todos: Carlos Salinas de Gortari; hablamos de ineficientes, no de eficientemente villanos.
El priista que le dio continuidad al régimen neoliberal para completar 30 años de fracasos prianistas, logró lo que ningún otro había podido: poner a Andrés Manuel López Obrador en la presidencia después de tres intentos.
Peña Nieto fue el peor presidente precisamente porque nunca fue presidente. Los priistas consideran su fracaso una consecuencia del despertar social a través de las redes sociales, pero el mandatario que empezó a ser troleado al no saber siquiera el nombre de tres libros, pagó las consecuencias de sus actos. El analista político René Delgado dijo recientemente que el mandato de EPN terminó con la tragedia de “los 43” y el escándalo de “la casa blanca”, así que bajo esa perspectiva, hemos estado acéfalos de poder por más de medio sexenio.
La agenda de la vida política en México la lleva Andrés Manuel López Obrador desde mucho antes de su tercera campaña y una de las razones es que su adagio se cumplió cabalmente: nos fuimos “al despeñadero”. Las aclamadas reformas fueron ese barranco, tanto que los tres partidos que firmaron el Pacto por México sufrieron la peor derrota electoral en su historia, este 2018. Justo castigo a sus agravios.
La reforma educativa (que de educativa no tiene nada, dirían sus detractores) logró que el sindicato de maestros volteara hacia Morena, y la fallida reforma energética logró que la sociedad civil volteara hacia el eterno contendiente presidencial. Tras su segunda campaña, seis años después de que fuera derrotado muy sospechosamente por Felipe Calderón (por no decir, bajo fraude) en las urnas, AMLO aparentaba estar muerto políticamente. Lo revivieron el Pacto por México, que obligó a la creación del Movimiento de Regeneración Nacional, y las fallas constantes del gobierno de Peña Nieto. Lo posterior, lo conocemos todos.
Ante la llegada de AMLO, los grandes medios de comunicación nos asustan con las caídas de la Bolsa Mexicana de Valores, pero olvidan que el presidente electo llegó por las afectaciones del prianismo a nuestros bolsillos. Por esa y varias razones más, al contrario de lo que dicen algunos, no vamos a extrañar a Enrique Peña Nieto.