SIN CONTEXTO

¿Dónde quedó la responsabilidad de los medios de comunicación?, pregunta Carlos Castellanos, conductor de Debatiendo en La Octava, a sus invitados de la emisión del 8 de septiembre de 2022 (https://www.youtube.com/watch?v=HKwvqyRYGqQ): Manuel Hernández Borbolla y Octavio Ortega.

Para Castellanos, los medios son irresponsables: no cumplen con su tarea de ofrecer a la gente una información completa ni con la función que les atribuye el presidente López Obrador de abordar los temas en su contexto más amplio.

Para Hernández Borbolla, gran parte de la discusión tiene que ver con la agenda política de los medios de comunicación, centrada en la figura de AMLO y vinculada al proyecto de clase que, durante los últimos 30 años, impulsó un modelo económico y político de corte neoliberal.

“Por eso, llámese Andrés Manuel López Obrador en México, Gustavo Petro en Colombia o Alberto Fernández en Argentina, los grupos de interés que se han beneficiado de este modelo van a hacer todo lo posible por posicionarlo y mantenerlo”, dice el reportero de RT en Español.

“Al repasar cómo ha sido la cobertura de la prensa mexicana en los últimos años, vemos que por ejemplo el sector empresarial tiene espacios de privilegio a la hora de posicionar sus temas, cosa que no pasa con los sindicatos y que no pasó con el magisterio durante la mal llamada reforma educativa de Enrique Peña Nieto. Es decir, en las agendas mediáticas hay sectores completamente invisibilizados y, otros, sobrerrepresentados.”

COMO BARRAS Y PORRAS

“Esa distorsión tiene que ver con un proyecto político –sostiene Hernández Borbolla–. Y, por eso, celebro que el presidente López Obrador posicione sus propios temas en las conferencias matutinas, podamos estar o no de acuerdo con ellos. De hecho, tengo algunas críticas respecto a la postura oficial de la prisión preventiva oficiosa y la Guardia Nacional en las que, me parece, el gobierno se ha valido de argumentos falaces.

“Por otro lado, también es cierto que los comentaristas, columnistas o seudoperiodistas que impulsaron y promovieron el tema de la guerra contra el narcotráfico con Calderón y la Ley de Seguridad Interior al final del sexenio de Peña Nieto, absurdamente critican hoy la militarización. Me gustaría ver cierta sensatez en la discusión de los grandes temas, porque pareciera que se van acomodando al contentillo. Las discusiones acaban siendo como entre hinchas de un equipo de futbol. Mientras, pasan de largo los grandes procesos políticos y económicos en los que deberíamos reparar.

“En los últimos tiempos, los grandes medios corporativos exhiben los casos de violencia después que los callaron al instaurarse, en 2011, el pacto de no más sangre en las portadas. Sin embargo, no explican las causas profundas de esta violencia que tienen que ver con una descomposición del sistema político, como consecuencia de la corrupción que se implementó durante la era neoliberal para maximizar la ganancia de unos cuantos.

“Si vamos a discutir los temas, que sea a fondo. No podemos quedarnos con los asuntos coyunturales, buscando construir la percepción de que estamos peor que nunca. Porque si revisas los datos, decir eso es un disparate”.

LIBERTAD Y AUTOCENSURA

Desde el oficialismo se ha enfatizado que la libre expresión de las ideas es una realidad, como no se había visto antes, señala Castellanos. López Obrador lo presume y pone como muestra las constantes críticas y cuestionamientos en su contra y de su familia.

Es inédito el intercambio de información entre el presidente y quienes asisten a las mañaneras, sin importar si están a favor o en contra del actual régimen. Para muchos, es la mayor evidencia de la libertad de expresión. Sin embargo, nuestro país sigue siendo uno de los más peligrosos para ejercer el periodismo. Los ataques y las amenazas contra los periodistas en México no paran.

Eso socava el derecho de la libertad de expresión, y ha llevado a algunos comunicadores a autocensurarse. También prevalece en algunos medios, como línea editorial, la censura en temas de violencia y narcotráfico. Sobre este escenario, ¿dónde estamos parados los mexicanos en materia de libertad de expresión?

Para Octavio Ortega, “en un mal momento. No por el gobierno sino por el fenómeno político y empresarial de los medios de comunicación. La manipulación informativa resultado del nexo entre los grandes medios, los partidos políticos y los grandes intereses económicos, cambió radicalmente mas no para mejorar”.

LO QUE FOX QUISO DECIR:

Ortega se refiere también al papel de Jesús Ramírez Cuevas como vocero presidencial. En el modelo de vocería, somos un país joven, explica el jefe de información política y editor de opinión en Grupo Expansión.

Al primer vocero presidencial, Fernando Lerdo de Tejada, lo nombró Ernesto Zedillo. Después, Vicente Fox tuvo en Rubén Aguilar a aquel famoso portavoz que solía decir: ‘Lo que el presidente quiso decir’. Con esa frase buscaba enmendarle la plana al presidente, que soltaba frases incoherentes y sin sustento. Felipe Calderón también tuvo voceros, aunque era mejor orador que Fox. Y con Enrique Peña Nieto la comunicación de la Presidencia, como el resto de la administración, estuvo marcada por la corrupción.

“En la mañanera se habla siempre de los grandes medios de comunicación, pero no siempre López Obrador diferencia entre los medios y los trabajadores de los medios. A menudo arremete contra el reportero que sólo fue enviado a la conferencia a hacer una labor informativa, y cuya chamba es preguntar sin que el sentido corresponda con su postura personal.”

Reporteros de medios y youtubers han hablado de “las circunstancias amañadas para entrar a las conferencias”. Los lugares de las primeras tres filas, con 12 asientos en cada una, se sortean entre los reporteros de medios tradicionales, los informadores de medios digitales y los youtubers. Todosdeben acreditarse, pero hay doble rasero. Los medios no pueden mandar a cualquiera, “lo cual está bien”, pero esos reporteros se preguntan cómo le hacen algunos youtubers. Mucho formalismo con los datos personales de un reportero pero, a los youtubers que llegan a la mañanera diciendo tener mil seguidores, ¿se les exige certificado de audiencia (rating) o comprobante de años de trayectoria?

Es un ejercicio no del todo transparente. “Tiene sus virtudes y sus defectos”. Y por esos vicios propios se ha ido desgastando la mañanera después de tres años. Con todo, no se puede ignorar su trascendencia: Enrique Peña Nieto en todo su sexenio dio “dos conferencias de prensa que resultaron catastróficas, no pudo articular una respuesta coherente”; en cambio, tenemos hoy a un presidente que todos los días presenta dos horas de mensaje, sin un script.

López Obrador “contesta a la prensa definitivamente de mejor forma” que sus antecesores, si bien el espacio donde lo hace, la conferencia en Palacio Nacional, no tiene una estructura absolutamente libre”, remata Ortega.

SÍ HAY AVANCES

Para Hernández Borbolla, definitivamente, “sí ha habido un avance en los términos de la relación entre la prensa y el Estado, así como en la actitud del gobierno frente a la libertad de expresión”. Ya no hay casos de censura como se intentó en el sexenio de Calderón con Carmen Aristegui. O con Fox que, aun cuando presumía respetar la libre expresión, organizó un complot con Radio Centro en contra de José Gutiérrez Vivó. Ya no se diga Peña Nieto que trató de silenciar el escándalo de la casa blanca, y no dudó en usar Pegasus para espiar a periodistas.

“El solo hecho que ahora haya una conferencia diaria, es un avance. Claro, la mañanera es perfectible, puede mejorar ciertos procedimientos. Pero si las comparas con las conferencias de prensa de antes, cuando no se podía cuestionar nada al presidente, hay un avance significativo.

“Es más, las conferencias matutinas son un hecho inédito en el mundo y un caso de estudio muy interesante. Algunas preguntas son a modo, pero el presidente seguido les da la palabra a los periodistas de Reforma o Proceso, medios que lo increpan continuamente e, incluso, tratan de posicionar temas del bloque opositor.

“El presidente todos los días se pone los guantes de box para atizar la disputa política en el terreno mediático. Arenga contra los grandes medios corporativos, algunos los cuestiona a diario. Pero, al mismo tiempo, les da dinero de manera discrecional a La Jornada, Televisa, Televisión Azteca o Radiofórmula.”

Es inexplicable, no porque algunos de ellos sean los que más le critican, sino porque no hay procedimientos claros para asignar la publicidad oficial. Si el gobierno de la 4T quiere seguir repartiendo dinero a los medios, debería promover una reforma de ley para esclarecer los criterios. O, de plano, cancelar la partida y utilizar los espacios que por derecho conserva el Estado mexicano al otorgar concesiones de radio y televisión; para destinar el dinero de la publicidad oficial a fortalecer los medios públicos.

“La batalla política se está librando en los medios de comunicación” y el presidente “todos los días se queja del papel de la prensa corporativa”. Pero “tampoco hemos visto un esfuerzo considerable del Estado para cambiar esta correlación de fuerzas entre los grandes medios corporativos y oligárquicos, respecto a los intereses de otros grandes sectores hasta el día de hoy invisibilizados en todos los medios de comunicación”.

“Se han abierto algunos pequeños espacios, pero todavía es algo coyuntural que no necesariamente está creando estructuras sólidas. Los medios de comunicación son un gran pendiente en el proyecto reformista de la Cuarta Transformación”, concluye Manuel Hernández Borbolla.

DERECHO AL SUBSIDIO

Aunque reducido en proporción al gasto de Peña Nieto, el presupuesto del gobierno de López Obrador para publicidad oficial sigue siendo importante, acota Castellanos. Le preguntaron al presidente por qué seguía dándole dinero a las televisoras, y contestó: porque todavía muchas personas se informan a través de sus noticieros. Mantener ese gasto, habla de una estrategia: al gobierno le conviene arengar contra los medios conservadores, tanto como apapacharlos con publicidad.

Para Octavio Ortega, esta es una prueba de que la relación de López Obrador con la prensa es esquizofrénica. Fue Hernández Borbolla quien habló antes de una esquizofrenia mediática en la naturaleza de los medios de comunicación, pues son al mismo tiempo aparatos de servicio público y negocios.

“AMLO se pone los guantes todos los días para arremeter contra los medios de comunicación que califica como no aliados y, por otra parte, mantiene esos contratos de publicidad”. Se ha reducido el monto, pero tampoco debería desaparecer porque los medios de comunicación, grandes y pequeños, tienen derecho al recurso público.

“El esfuerzo que hace un comunicador se traduce en seguidores, y éstos en ingresos para mantener dicho esfuerzo comunicativo. Un youtuber que genera contenidos para su canal, tiene el mismo derecho a recibir publicidad oficial que un gran medio. Claro, sin perder la perspectiva de los alcances de cada medio y estableciendo reglas claras”, comenta Ortega.

No se trata de legislar porcentajes, porque sería injusto decir qué medio es más importante que otro. “Entraríamos a una discusión interminable respecto a qué medios destinar más porcentaje: ¿los que tienen gran audiencia, porque la construyeron a lo largo de sexenios en los que tuvieron contratos de publicidad desde los propios gobiernos?, sería injusto; ¿los grandes medios que aparecieron o crecieron en un sexenio cuando, de repente, tuvieron un boom?, también sería injusto. Hace falta un debate para establecer esas reglas”.

Ortega admite que sí tenemos más libertad de expresión en este sexenio, pero no por el gobierno. Tenemos más oportunidad para transmitir la información que queramos, no por una concesión del gobierno sino porque nos hemos ido ganando esa libertad todos los días.

Los periodistas que, aun cuando trabajan en medios, también tienen sus canales independientes, buscan con sus propios recursos crecer una audiencia. Y en este nuevo escenario del internet, encuentran la libertad de la que no disfrutaron en los grandes medios de comunicación por su línea editorial. Los medios son negocios y tienen derecho a lucrar, pero también los periodistas tienen el derecho de buscar sus propios espacios, concluye.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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