SOLIDARIDAD CON VENEZUELA

Por Rodrigo Rosales Escobar

Homo sapiens es el género de los primates homínidos que aún subsisten, representados por los hombres y mujeres que poblamos los cinco continentes y a quienes científicamente, se nos bautizó como “Homo sapiens” (Hombre sabio).

Constituimos una especie gregaria pero con hondas raíces cimentadas en la ambición por ocupar a través del trueque o del sometimiento bélico, el poder económico, político y social, como recursos para vivir más tiempo y dominar a través de teorías políticas, como el comunismo, el capitalismo, el socialismo y la feroz globalización impulsada por los países más poderosos del mundo, agrupados en los bloques oriental y occidental.

La historia de la humanidad está plagada de sucesos terribles, cuyos testimonios los tenemos en la colosal muralla china, las pirámides de Egipto, las de Teotihuacán, y tantas obras colosales cuya edificación costó la vida y la sangre de miles de esclavos, para complacer a sus deidades y divinizar a sus gobernantes.

A los mexicanos desgraciadamente, la geografía física nos colocó como vecinos de una raza integrada por inmigrantes procedentes de la Gran Bretaña, que al poco tiempo nos arrebataron más de la mitad de nuestro territorio, por tan solo 10 millones de dólares entregados al vende patrias Antonio López de Santa Anna.

La intervención de Estados Unidos en los asuntos internos de la mayoría de países a través de los sofisticados sistemas cibernéticos, que emplean sus agencias de espionaje como la CIA y el FBI, mantienen al gobierno yanqui informado del acontecer cotidiano, máxime cuando se registran movimientos subversivos en contra de los gobiernos serviles al gobierno norteamericano.

A mediados del siglo pasado, fue fecundo en golpes de Estado. Cayeron derrocados y en ciertos casos muertos, los presidentes Juan Bosch de la República Dominicana; José Ramón Villeda Morales, de Honduras; Carlos Julio Arozamena, de Ecuador; Adbul Kevin Kassen, de Irak; Kudsi, de Siria y Silvanos Olimpio, de Togo.

El expansionismo yanqui dejó profundas heridas en el pensamiento y el actuar de los latinoamericanos democráticos, causadas por el asesinato de Ernesto “Che” Guevara, figura estelar en el triunfo de la Revolución Cubana, y el 11 de septiembre de 1973, con el derrocamiento y asesinato de Salvador Allende, como Presidente de la República de Chile.

En 1964, el Presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, justificando un supuesto ataque de lanches torpederas norvietnamitas, a dos destructores norteamericanos, ordenó que la fuerza aérea de su país bombardeara puntos estratégicos de Vietnam del Norte.

La verdadera causa de esta confrontación, según la opinión de expertos en conflictos internacionales, Estados Unidos necesitaba vender su producción armamentista y de material bélico, provocando para ello una nueva guerra que le redituaría millones de dólares para acrecentar su poderío económico, militar e intervencionista. Se estima que en esta injusta guerra murieron más de dos millones de vietnamitas, tres millones fueron heridos y decenas de miles de niños quedaron huérfanos.

Por parte del ejército yanqui murieron 57, 685 y resultaron heridos 153, 300 soldados. En 1968 el gobierno estadounidense, presionado por la opinión pública mundial llegó a la conclusión de que la guerra en esa región de Asia, no se podría ganar; reconociendo así el orgullo y la valentía de los norvietnamitas guiados por el extraordinario estratega y patriota Ho Chi Minh.

“Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”, afirmó John Foster Dulles, Secretario de Estado, a los líderes productores de plátano de Honduras, El Salvador, y al resto de países centroamericanos, cuando reclamaban salarios más justos y mejores condiciones de vida para sus familias.  Ahora miles de familias de esos países forman la caravana de la muerte que se dirige por los caminos de nuestro país dispuestos a cruzar la frontera norte para cobrarse el terrible daño que los gringos les causaron al dejarlos en la miseria y con las tierras erosionadas.

Todos sabemos que Venezuela tiene enormes reservas petroleras y Estados Unidos las necesita para aumentar su hegemonía y poderío militar; pero no contaban que un hombre inteligente, estratega y nacionalista: Nicolás Maduro, Presidente de ese gran país, está dispuesto con el respaldo de su pueblo, a defender la soberanía de su nación, que la constituye el territorio, la población y un gobierno legítimo como el que Nicolás Maduro preside.

Es importante que los sectores progresistas del mundo adviertan al Presidente legítimo de Venezuela, que no permita la entrega de los recursos energéticos del suelo y el subsuelo a los capitales extranjeros, como sucedió recientemente en nuestro país, cuando el ex presidente Enrique Peña Nieto, vendió a las oligarquías trasnacionales, a través de una amañada reforma energética, la riqueza de los mexicanos.

 

 

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