En los últimos días, la ciudad de Colima ha sido escenario de manifestaciones de taxistas y mototaxistas que alegan sus derechos reales o supuestos contra el otro grupo. Ninguno de los grupos resulta ejemplar y atrás de cada grupo, existen intereses evidentes.
Los taxistas constituyen un gremio de viejo cuño. A lo largo del tiempo, los vicios iniciaron y se han desarrollado de manera exponencial, por lo general, con la complacencia del gobierno estatal a través ahora de la Secretaría de Movilidad y antes, de la misma dependencia con sus anteriores denominaciones. Los chóferes son por lo general, empleados explotados y poseedores de más vicios que virtudes y los dueños de las concesiones, entre los cuales se cuentan flotilleros y especuladores, por lo general, cuentan con bendiciones gubernamentales que les permiten actuar con impunidad. Su operación se encuentra reglamentada pero esa reglamentación es violada consistentemente.
Cada uno de ellos cobra lo que desea, va a donde quiere ir y a pesar de muchas promesas de hacer los cambios de turno en horas diferentes, continúan dejando a sus usuarios sin servicio a la hora de la comida. Y cada que se celebra algún festejo popular como ferias o fiestas, son insuficientes y en ciertos horarios, resulta toda una aventura tomar alguno de esos vehículos. A veces realizan viajes dobles o triples y a cada uno aplican tarifas más allá o hasta mucho más allá de las autorizadas.
Las quejas nunca prosperan, yo he interpuesto varias por abuso en los cobros o por mal servicio, y jamás ha sucedido algo. Se trata de un servicio que tiene precios abusivos porque de los cobros realizados deben vivir los chóferes y los concesionarios y éstos constituyen una casta privilegiada y protegida.
Si está es la referencia, los servicios que se solicitan a través de aplicaciones como Uber o Chofer Pro, se cobran con tarifas realmente abusivas. Usar taxis de manera consuetudinaria, demanda que el usuario sea rico y si no lo es y requiere el servicio, que sea un verdadero equilibrista financiero.
Las tarifas autorizadas, hace muchos (varios años) no han sido actualizadas y cada uno de los choferes cobra lo que quiere, mientras Movilidad lo consiente, pues sabe que la última tarifa que autorizó, ahora resulta irreal y obsoleta. ¿Tan difícil y lento será su recálculo? Y cuando se han fijado, los viajes fuera de la mancha urbana, como a Comala, Coquimatlán o Cuauhtémoc tienen cuotas desproporcionadas. El que junta estas letras supone que a propósito se actúa de ese modo. Ya alguna vez denuncié algún chófer abusivo que es empleado de la propia Secretaría de Movilidad ¿Habrá conflictos de intereses? El abusivo mismo amenazaba, aunque interponga todas las quejas que quiera, nada me va a pasar.
Las motototaxis son muy jóvenes pero igual se han plagado de vicios. Si consideramos la falta de seguridad, no debieran operar. Si tomamos en consideración el costo de los vehículos, de la operación y del mantenimiento, sus tarifas son abusivas. Quizás algunos deban pagar cuenta, pero en Comala es un secreto a voces que cada uno de estos pequeños y horrendos vehículos debe pagar cien pesos por turno a don Aldo, el inteligente presidente municipal que padecemos. Quizás esas cuotas se ingresen a la tesorería, quizás sean limosnas para la Virgen de Talpa o tal vez sirvan para que el gobernante se ayude en sus gastos. Y quizás no sea cierto que se realicen esos pagos, pero el pueblo, eso dice.
Y quizás eso explique por qué se permite su operación sin que exista una autorización para que lo hagan y quizás eso explica también que la Secretaría de Movilidad permanezca inmóvil, y quizás eso explique también por que proliferan como mala yerba por todo el Estado.
Sus tarifas resultan muy elevadas para el tipo de vehículo, pero sí se les llama, acuden y van a dónde el pasajero necesite ir. Y aunque en tiempos de pandemia sí hay taxis, muchos servicios de transporte urbano colectivo están suspendidos y algunos como el de Comala, son muy irregulares no ha funcionado durante los últimos meses y antes, lo hacía sólo cuando el concesionario carecía de una manera más productiva de utilizar su unidad. Así, esos pequeños e inseguros vehículos vienen a cubrir necesidades evidentes.
Algo debe hacer la autoridad correspondiente y si quisieran actuar correctamente, debieran consultar a la población, a los usuarios. Yo creo que los mototaxis no debieran existir y que los taxis deben ubicarse al alcance de todos, aunque eso se logre haciendo que el concesionario y el chófer sean la misma persona y si fuera necesario, se debiera subsidiar la gasolina o los vehículos.
Está bien que se sustituyan los anticuados Tsurus por inseguros, aunque parece que los Versa no se caracterizan por ser los vehículos más seguros del mercado, pero los mototaxis son mucho más inseguros. Las decisiones deben tomarse y si operan, que lo hagan con una reglamentación clara y bajo vigilancia, todos, también los taxis, radiotaxis, y los que se solicitan mediante aplicaciones.
¿Será muy difícil para los inquilinos de la Secretaría de Movilidad? Al irse por fin, Arnoldo Ochoa, se elimina su constante intromisión en estos asuntos, pues le gustaba proteger a algunos concesionarios, que eran sus compadres o sus ahijados como vimos que sucedió al menos, con algunos concesionarios de autobuses suburbanos. Y como esta columna lo denunció en su oportunidad.
Para Colima es motivo de fiesta que se vaya Arnoldo, será seguramente la primera decisión correcta que haya adoptado el gobernador y como están las cosas, quizás la única que llegue a tomar. Gracias, señor gobernador, por correr a ese individuo. Ojalá no hubiera tardado tanto y que no hubiera tenido que buscar cómo tenderle puente de plata para que huyera, porque si hay costo, tendremos que pagarlo todos los colimenses, pero descuide, lo haremos con gusto.
Pero en el conflicto entre taxis y mototaxis resulta evidente que cada colectivo intente proteger sus intereses. Ninguno de ellos piensa en el interés general porque para ello existe el gobierno del Estado que es, además, quien otorga la concesión y en este caso, es la Secretaría de Movilidad quien debiera proteger nuestros intereses, y el ejecutivo estatal no sabe qué es eso ni si se adereza con sal y limón o con salsa verde. Será más sencillo ahora, sin Arnoldo Ochoa en una posición dominante, pero como reza un meme, ampliamente difundido durante las últimas semanas, resulta más fácil que el Atlas gane un campeonato a que Peralta defienda el interés general.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.