¿Es mi impresión o en la cabalgata nocturna de los festejos charro-taurinos de 2025 hubo menos jinetes que en años anteriores? ¿Podrían ser estos los efectos de la violencia en Villa de Álvarez, o el reflejo del terror que pretende sembrar Donald Trump con sus amenazas?
Lo que evidentemente no hubo fueron políticos en la procesión, al menos no como en los años electorales. La alcaldesa Tey Gutiérrez desfiló sola, no se rodeó de los demás miembros del cabildo. Elegantemente vestida como adelita y montada en albarda, la edil cabalgó detrás de la reina de la feria quien tampoco iba escoltada por la princesa ni las embajadoras, como se conoce a las otras finalistas del certamen.
A diferencia de 2024, la maestra Tey no suspendió su participación como hizo el año pasado a raíz del asesinato ese mismo día que comenzaban las fiestas, de quien fue secretario del Ayuntamiento en las dos terceras partes de su primer mandato: Alfredo Chávez.
Y eso que en esta edición el Ayuntamiento de Villa de Álvarez también está de luto. El 26 de diciembre, durante el atentado en el que perdió la vida el empresario de espectáculos Alejandro Ávalos, fue herido de muerte Roberto Bravo, director del Instituto de Fomento de la Cultura y las Artes de Villa de Álvarez (IFCEVA). El apreciado veterinario que tenía apenas un mes en el cargo falleció dos días después.
Siendo los festejos en honor de San Felipe de Jesús, patrono y protector de la ciudad de Colima contra incendios y temblores, no se acostumbra que al frente de la marcha ecuestre en V. de A. vayan los alcaldes de la capital. Al secretario del Ayuntamiento colimote le toca leer el juramento en honor al santo y mártir novohispano crucificado en el Japón medieval por su labor evangelizadora. Y a partir de la develación de la identidad de los mojigangos, el protagonismo de la fiesta pasa a las autoridades villalvarenses.
EL CHARRO SALUDADOR
Entre los munícipes de Colima que han roto la tradición de no sumarse a la cabalgata nocturna, se recuerda recientemente a Mario Anguiano. Ya como gobernador del estado, siguió desfilando a caballo. Y esa presencia se prolongó tras dejar el poder.
Pese a que el Congreso local a instancias de su sucesor Ignacio Peralta le reclamaba la devolución de 500 millones de pesos –importe de un crédito que el de Tinajas siempre ha insistido que se gastó en hacer ganar a Nacho en la elección extraordinaria–, MAM siguió apareciéndose en la Villa donde escuchaba lo mismo aplausos que rechiflas.
Este año no vimos a Mario. Por las redes sociales nos enteramos de que, ese mismo viernes, había acompañado a su nueva esposa a su titulación profesional. Sin embargo, es probable que Anguiano Moreno no haya cabalgado simplemente para no robarle cámara a Riult Rivera, el alcalde de Colima que llegó al Palacio Municipal con el apoyo, los consejos y acaso el financiamiento del exgobernador.
De formación charra, Riult se sumó a uno de los contingentes que representan ya sea a ranchos criadores de cotizadas razas equinas, a las asociaciones de charros o a los amigos de a caballo. Esta es un tipo de organización que agrupa a jinetes ocasionales, dispuestos a desquitar el gasto fijo que representa una montura participando en cuanta entrada de la música hay en la entidad.
Con todo, más gente captó en la cabalgata la presencia del actor Ferdinando Valencia que este fin de semana lució sus dotes histriónicas como villano de telenovela, que la participación del alcalde. A Riult le faltó quizá detener el caballo y hasta echarlo en reversa como hace Mario Anguiano, para saludar de mano a la gente que desde la banqueta le llamaba.
NUEVA ESTÉTICA CAMPIRANA
Hubo, entonces, menos jinetes pero no caballos menos puros en las razas de moda (Frisón, Español, Azteca, Árabe) ni monturas menos lujosas. Ya son de plata e incluso de oro hasta los estribos, y la alzada de algunos de estos animales nos recuerda la leyenda del caballo de Troya. Junto a estos gigantes seguimos viendo mulas y burros, pero cada vez menos de esos pencos criollos que los auténticos vaqueros usan en las faenas del campo.
El poderío económico de los caballistas nada tiene que ver con los antiguos parámetros de la charrería, el llamado deporte nacional y una de las aficiones más costosas, empezando por los adornos del traje. En las fiestas de la Villa hay nuevos códigos de vestimenta: la camisa Ariat, con el logo en la manga; los estampados de Burberry… y sus notables imitaciones.
En la cabalgata, el dinero se expresa en formas poco sutiles. Calculamos la jerarquía de un jinete no sólo por la ropa o los lujos en la silla de montar, sino también por el número de mozos que lo acompañan a pie, solícitos para reponer su bebida o tomar las riendas cuando el patrón se baja a orinar.
Termino con una estampa: al frente de la cabalgata, unos señores con bigote tan abultado como blanco iban parados en una carreta; con una o dos excepciones, bien podrían ser hermanos porque se veían igualitos. Con el mismo parecido, en cada contingente pudimos ver encarnaciones de dos modernos arquetipos: el varón de barba abundante y bien cuidada, y la dama de cuerpo escultural, con pantalón, blusa, botas y sombrero negros. Son tan parecidas que podrían ser hermanas. Llegué a pensar que unos y otras le daban la vuelta a la manzana para volver a pasar por donde yo estaba.
LOS TOROS DE COLLAZO
Caballos con ojos de sufrimiento; un toro que expresa el pesar del Minotauro que, según Borges, esperaba a los catorce jóvenes cretenses (la mitad mujeres) para jugar con ellos, no para devorarlos; una línea recta que separa en diagonal, vertical u horizontal los planos, y le da a la estampa ese velo ya característico del estilo pictórico de José Collazo.
Cuando la polémica sobre la crueldad intrínseca en la fiesta brava (que, por algún capricho de la corrección política o cultura woke, no alcanza a otras formas de maltrato vacuno como son los rodeos, jaripeos y charreadas, para no hablar en general de las actividades ganaderas donde evidentemente sufren los animales), los cuadros de las series taurina y equina de Collazo son una perfecta síntesis de los sentimientos encontrados que producen las corridas de toros.
En la tensión entre progresismo y tradicionalismo, nos duele el dolor del astado tanto como admiramos la valentía del torero (aunque no arrimen el cuerpo, se juegan los cojones) y la complicidad del caballo en el tercio de varas.
Y en el taller de José Collazo, ese diálogo entre garañones y bureles cada uno desde su propio marco –siempre solos, nunca en manada, tampoco montados por el picador o puesto en suerte por el matador– es el retrato más trágico y a la vez sublime del toreo, incluida esa modalidad de la tauromaquia tan querida por la afición de la Petatera y quizá la única que luce en ese ruedo descomunal: el rejoneo.
Tarde es ya para organizar una exposición en la feria, de los toros y caballos de este artista plástico vinculado desde sus años mozos a las fiestas de Villa de Álvarez. Algunas de las cabezas de mojigangos en los últimos 40 años, fueron manufactura de Collazo. Y junto a la imposibilidad de exponer la obra de caballete antes de que terminen los festejos, está la inquietud de saber qué ha sido de los mojigangos realizados en más de un siglo.
Muchos, me dicen, se perdieron por la precariedad de los materiales, el descuido y el tiempo. Y aunque en San Miguel Allende, Guanajuato, me tocó ver un museo que los alberga, en la Villa han sido tantos que no cabrían en ningún recinto.
Los cuerpos de carrizo se reciclan cada año, pero las cabezas, además de ser una galería de los ciudadanos ilustres a los que se rindió homenaje en su momento, son en muchos casos obras maestras de la cartonería. A los preservadores de este uso del papel maché, sería digno reconocerlos como artistas populares.
GENERALA DE CINCO ESTRELLAS
Cuando se debatía la posibilidad de que en México se designara por primera vez una mujer como titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, se aclaró que ese nombramiento era imposible debido a que en este país el Ejército todavía no contaba con generalas de División en activo.
Es obligatorio ostentar tres estrellas para ejercer el Alto Mando del Ejército, la Fuerza Aérea y (ahora) la Guardia Nacional. De otra manera, un general de dos estrellas (de Brigada) o de una (Brigadier) que fuera secretario estaría en la escala jerárquica por debajo de cualquier divisionario.
Y como no hemos llegado tampoco al escenario en que se designe a un civil en Defensa, se pospuso para otro sexenio la eventualidad de dar el otro paso: la designación de una mujer como generala secretaria, es decir, generala de cuatro estrellas.
Lo que se diga en el Ejército de una mujer como general de tres estrellas (de División), vale para la Secretaría de Marina donde tampoco hay mujeres que hayan alcanzado el almirantazgo y estén en posibilidades de convertirse en titular de la Semar y Alto Mando de la Armada de México.
Tenemos una comandante suprema de las fuerzas armadas, pero no un civil como secretario de Guerra y Marina. En Chile, un país que sufrió dictadura militar en el último tercio del siglo pasado, el presidente Gabriel Boric designó como ministra de Defensa Nacional a Maya Fernández, nieta del presidente Salvador Allende, a quien derrocó el general Augusto Pinochet en 1973 en un golpe de Estado que le costó la vida al presidente legítimo y a miles de ciudadanos.
También la subsecretaría de Defensa y la subsecretaría para las Fuerzas Armadas chilenas están en manos de civiles. Mientras los altos mandos del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea se ubican en el organigrama en un tercer nivel en el escalafón del Ministerio, junto a la jefatura de la Defensa Civil o de las direcciones generales de Aeronáutica Civil o la del Territorio Marítimo y Marina Mercante.
COMANDANTA SUPREMA:
En México, la transición democrática hizo posible que una mujer se convirtiese en ‘comandante suprema’ de las Fuerzas Armadas. Por eso, en el podio levantado en el Castillo de Chapultepec con motivo de la conmemoración de la Marcha de la Lealtad este domingo 9 de febrero, el lugar de la ‘comandanta’ Claudia Sheinbaum estaba señalado por el sello de la presidenta de la república, complementado con las cinco estrellas que corresponden al mando supremo del Ejército y la Fuerza Aérea (y de la Guardia Nacional).
La de arriba no es una errata. Mi propuesta gramatical es combinar ‘comandante suprema’ y ‘comandanta’ para marcar el género que, por lo demás, ya está definido con el uso del pronombre ‘la’. En teoría, bastaría decir ‘la presidente’ de la república. Pero también es correcto referirse a Claudia Sheinbaum como ‘presidenta’, al igual que se le presenta como ‘doctora’.
‘Generala’ es un término que ya usa el Ejército, y equivaldrá en la Armada a ‘almiranta’ cuando lleguen a ese grado las mujeres que por décadas estuvieron por ley topadas en su ascenso, en función de los servicios que desempeñaban. Habrá almirantas en la medida que más mujeres se incorporen a tareas operativas tanto en Cuerpo General como en la Infantería de Marina, superando las tradicionales profesiones de ingeniería mecánica o en electrónica y comunicaciones, enfermería o medicina. Por su desempeño en estas áreas, ya hay vicealmirantas y contralmirantas.
Según el cine nacional, ha habido generalas y coronelas desde la revolución mexicana. Así lo muestra Las Coronelas, dirigida por Rafael Baledón en 1959 y protagonizada por Martha Roth; o La Generala, de Juan Ibáñez, estelarizada en 1970 por María Félix.
Como Amelio Robles en la vida real, las coronelas (interpretadas por Roth y Lorena Goubaud) se hacían llamar por la tropa con nombres masculinos: Nicolás y Saturnino, turbando la orientación erótica de los personajes encarnados por Antonio Badú y Rodolfo [Landa] Echeverría.
Pero en su papel de Mariana Sampedro, la Doña no ocultó su cuerpo de mujer ni la atracción sexual que despierta en el personaje de Carlos Bracho, de quien se enamora la generala por el enorme parecido que este tenía con el difunto hermano, algo que María Félix confesó a Enrique Krauze que ocurrió en su vida.
LEALTAD Y SOBERANÍA
La ceremonia en recuerdo por la valentía de los cadetes del Colegio Militar que escoltaron a Francisco I. Madero del Castillo de Chapultepec al Palacio Nacional en el inicio de la Decena Trágica –sublevación que culminaría con el asesinato del presidente en manos de soldados a las órdenes de Victoriano Huerta–, estuvo cargada de simbolismos feministas.
Por primera vez en la historia del Colegio Militar, una Compañía de Cadetes integrada por mujeres tuvo a su cargo la salva de fusilería. Pero, dentro de todo, la mayor significación es la adopción por parte de la milicia del término comandanta. Y el juramento que hizo el general secretario Ricardo Trevilla Trejo:
Siendo “un orgullo que la Presidenta de México Claudia Sheinbaum sea la primera mujer en ser Comandanta Suprema de las Fuerzas Armadas, por su valentía, sensatez y nacionalismo”, la Marcha de la Lealtad y la gesta heroica en el Castillo de Chapultepec en 1847 (en la guerra contra Estados Unidos) “conforman los cimientos que sostienen a las Fuerzas Armadas modernas de México”.
En “la trascendencia que vive nuestro país”, las instituciones armadas ponen a disposición de los mexicanos su “gran lealtad para contribuir en la seguridad y en el desarrollo nacional. Así ha sido y así será siempre”. Los cimientos que sostienen a las Fuerzas Armadas de México se resumen “en la lealtad a la figura presidencial y a las instituciones de la República”, advirtió el secretario. El Ejército (y la Armada) van a “defender la integridad, independencia y soberanía de la nación”, porque como ha señalado Sheinbaum “nuestra soberanía, ¡no es negociable!”
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com
Muy interesante, no estamos acostumbrados a tener presidenta. 👍🏻