TRABAJO PROFESIONAL

En el auge de los micromedios y las redes sociales, ‘el periodismo es la profesionalización de la comunicación’. Así resume Karla Planter lo dicho por Carmen Aristegui en la primera parte de su conferencia ‘Cartas a un joven periodista’.

La rectora del Centro Universitario de los Altos moderó, en el paraninfo Enrique Díaz de León de la Universidad de Guadalajara, la charla con la que arrancó el XVIII Encuentro Internacional de Periodistas 2022, ‘Bitácora para habitar el caos’, como parte de las actividades de la FIL de Guadalajara.

Aristegui dictó el 1 de diciembre de 2022 (https://www.youtube.com/watch?v=_nsqpd4zccU&t=3995s) la conferencia inaugural de un encuentro en el que participaron, más tarde, Anabel Hernández, Marion Reimers, Katia D’Artigues, Marcela Turatti y Guillermo Osorno entre otros periodistas de diferentes ámbitos informativos.

En el público de los distintos eventos a lo largo de dos jornadas de conferencias y presentaciones de libros, había investigadores, profesores y estudiantes de las licenciaturas de Periodismo y Comunicación que la UdeG ofrece, tanto en la zona metropolitana de la capital jalisciense como en los centros universitarios de Ocotlán y Ciudad Guzmán. También asistió gente de otras instituciones de educación superior, entre ellas un grupo de estudiantes y maestros de la licenciatura en Periodismo de la Universidad de Colima.

El conversatorio con Aristegui, expuso Planter, se propuso como una comunicación con los jóvenes a la manera epistolar con la que Rainer María Rilke le escribió Cartas a un joven poeta en 1929, Mario Vargas Llosa dio a la imprenta Cartas a un joven novelista, en 1997, o José Woldenberg publicó Cartas a una joven desencantada con la democracia (Sexto Piso, 2017).

Carmen habló antes de cómo el compromiso con el trabajo periodístico implica la profesionalización de la comunicación, en un contexto peligroso para ejercer el periodismo y, muy costoso, si consideramos lo mal pagado que es el oficio. De frente a los jóvenes, Planter le pregunta en ese sentido por qué Aristegui quiso estudiar Periodismo y, en todo caso, por qué vale la pena seguir haciendo periodismo a pesar de esas condiciones tan adversas.

DE ESCUELA PÚBLICA

“Cuando yo ingresé a la Universidad Nacional Autónoma de México donde estudié la carrera de Ciencias de la Comunicación, venía de un proceso académico en la educación pública mexicana como millones de personas en este país.”

María del Carmen Aristegui Flores recuerda la emoción que sintió cuando hizo su examen de ingreso en el estadio olímpico, siendo una muchacha de clase media que venía de la secundaria número 59 y había estudiado la primaria en la escuela ‘Estado de Chiapas’.

No deberíamos dar por sentado lo que significa la educación, el esfuerzo que hace el país y los recursos que la sociedad destina a las universidades. Ni lo que representa para los individuos la posibilidad de adquirir conocimientos y formarse profesionalmente. La educación debe ser el eje rector de cualquier gobierno, porque es el verdadero elemento transformador, subraya la conferencista.

Como parte de una familia donde sus abuelos, su padre y una tía llegaron a México huyendo de la Guerra Civil Española, Aristegui sintió que estaba afianzando sus raíces binacionales cuando recibió su constancia de ingreso al Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH-Sur).

Al concluir la preparatoria, se inscribió en la carrera de Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Esa licenciatura tenía tronco común con Relaciones Internacionales, Administración Pública, Ciencias Políticas y Ciencias de la Comunicación. “Y como tenía claro que quería irme por las ciencias sociales, Sociología fue mi primera opción. Pero le faltaba adrenalina, así que me cambié a Comunicación”.

ESTUDIA Y TRABAJA

“Ahí empezó otra dinámica de estudio y, finalmente, empecé a aterrizar lo que me importaba: entender los fenómenos, las realidades que marcan a una sociedad en sus diferentes ámbitos y, sobre todo, contarlos. O sea, entender algo y platicárselo a alguien. Si ese individuo se convertía en un público más amplio, entonces habría una tarea más apasionante qué realizar.

“Estando en la UNAM tuve la oportunidad de ingresar a trabajar a la televisión pública. Desde los 17 años trabajaba y estudiaba, porque en mi casa éramos siete hermanos y había que ayudar a la familia, además de tener lo propio para pagar camiones, libros, cuadernos y todo aquello que tiene que resolver un estudiante que no tiene la posibilidad de dedicarse solamente estudiar.

“Al principio, ejercía esa dualidad de estudiar y trabajar en la propia Universidad, era asistente de investigación. Luego, la experiencia de laborar en medios electrónicos acabó siendo muy importante en esos años estudiantiles, porque me permitió contrastar la vida real con los textos. En otras palabras, contrastar la vida real de los medios de comunicación, con sus luces y sombras que son muchas, con lo que el deber ser decía.

“Ahí eché a andar una carrera que se ha sostenido a lo largo de ya bastantes años, principalmente en radio y televisión. Pero ahora también, de manera notable, a través de internet en un espacio que hemos logrado construir el equipo de periodistas independientes del que soy parte.”

UNA FORMA DE VIDA

Aristegui Noticias “fue el lugar donde logramos cobijarnos después de varios golpes importantes”. Uno, particularmente duro, fue el golpe de censura que “vivimos en el sexenio de Enrique Peña Nieto y que nos sacó de la televisión y la radio abierta en México” hasta 2018. No obstante, esa situación “nos permitió desarrollar nuestra tarea más ampliamente desde internet”.

“En mi experiencia personal puedo decir que, independientemente que el trabajo periodístico en países como México acaba siendo complicado y en muchas ocasiones mal pagado, en otras ocasiones se puede desarrollar un espacio propio y obtener un ingreso digno y suficiente” para el desarrollo personal y familiar.

“Un panorama como el de México donde un periodista que quiere contar lo que debe contar puede ser asesinado y no pasa nada, seguramente hace que los jóvenes estudiantes se pregunten si de veras quieren ser periodistas. Entiendo que son señales adversas para alguien que quiere inclinarse a ser un periodista profesional.

“En contraparte, está esa realidad inocultable del valor del periodismo y del importante papel que tiene el periodista para informar cosas que, incluso, tienen que ver con los periodistas. En el filo de esa decisión está la conciencia que podamos desarrollar respecto a la función del periodismo en un país como México.

“Eso es lo que nos convoca en este Paraninfo”: responder a la pregunta de por qué tomar esa decisión personal. “Al transmitir mi propia experiencia, debo decir que la opción profesional del periodismo acaba siendo muy gratificante, termina siendo un impulso vital muy poderoso. El periodismo es, como diría Gabriel García Márquez, el oficio más hermoso del mundo. Un trabajo estimulante, pero muy demandante. Ciertamente, el gran motor en la vida de quien opta por esta profesión”.

“De hecho, acaba siendo una forma de vida. Es muy difícil pensar en el periodismo de no ser como una forma de vida, porque uno quiere comunicar la realidad que está ahí. Y, entonces, puedes estar el domingo en la tarde haciendo el súper de la semana cuando surge un asunto noticioso, algo a comunicar a la mañana siguiente.”

Es un impulso permanente. Se debe vivir con esa intensidad y disfrutar esa curiosidad de querer saber las cosas para comunicarlas. Ese afán “no tiene horarios y, aunque haya vacaciones, uno puede toparse con algo que de inmediato dices: esto es un gran reportaje, ¡qué gran foto!”

CONTRADICCIÓN BIOLÓGICA

Recapitulando lo dicho por Carmen Aristegui: el periodismo es adrenalina y hay que tener una disposición permanente a mirar el mundo de una determinada manera, porque lo que quieres es contar para transformar ese mundo, no contar por contar.

Karla Planter asume, por lo dicho hasta ahora, que los periodistas deben ser optimistas en el mejor sentido de la palabra, en el de creer que todavía el cambio es posible, que si se interpela al poder y se cuenta lo que sucede es posible transformar a la sociedad.

Hace 50 años, en la Universidad de Guadalajara el presidente chileno Salvador Allende pronunció uno de sus discursos más célebres. En el auditorio que hoy lleva su nombre, dijo: ‘Un joven que no sea revolucionario, es hasta una contradicción biológica’.

¿Puede decirse lo mismo del periodista?, ¿hay en esta profesión una vena revolucionaria que acompaña al periodista a lo largo de su vida, en el sentido de desear el cambio?, pregunta Planter.

LA CRÍTICA ES POSITIVA

Aristegui tiene “una amiga, Georgina González, periodista deportiva que siempre dice: ‘El optimismo acaba siendo una obligación moral’. Hay que tener optimismo, aunque tengamos una realidad tremenda y, por momentos, siniestra como algunos casos que vemos en el mundo y en México. El optimismo es esta condición humana de creer que las cosas no sólo pueden sino que deben cambiar, para mejorar las condiciones de vida de las personas, las condiciones de una democracia y hasta de nuestra estancia en este planeta”.

“Al final de cuentas, la comunicación acaba siendo fundamentalmente positiva. Incluso, la más crítica. Los cuestionamientos más fuertes que se puedan hacer son para señalar lo que no funciona, lo que no está bien, la corrupción, lo que debe ser corregido. Todos esos grandes males son, en buena medida, el músculo de la tarea periodística. Un trabajo periodístico que no lleva implícita la función de la crítica, el señalamiento de esa parte de la maquinaria que no está funcionando”, no cumple con su misión.

“Habrá quien diga que los periodistas sólo vemos lo negativo, que enfatizamos lo peor. Pero los periodistas queremos ser críticos, tenemos como definición profesional la crítica, la observación para exponer de manera cruda las realidades, porque ese es un elemento fundamental de las sociedades para entender y cambiar su propia realidad.

“El periodismo es un elemento sine qua non de las democracias, porque acaba siendo un factor fundamental de contrapeso a los abusos y a los excesos de los poderes. Por ser poderes, necesitan contrapesos. Cualquier poder formal, informal o fáctico requiere un contrapeso. Requiere una observación crítica.

“Una sociedad requiere estar alerta de lo que están haciendo en su nombre los gobiernos, los gobernantes (los integrantes de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial). Los poderes, en general, requieren ser observados y criticados. Requieren estar permanentemente bajo la lupa porque, si no, ocurren cosas terroríficas: el autoritarismo, los totalitarismos…”

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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