El gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, el de la 4T, está por cumplir un año y México es ya, un país diferente. Hay una transformación evidente que se ha logrado en tiempo record y sin disparar una sola bala. Mejor para muchos y peor para algunos que no lo aceptan y hasta se atreven a pronunciarse a favor de un golpe de estado, para provocar un golpe de timón. La mayoría manda en un país democrático como el nuestro, y el índice de aprobación que provoca la figura del Presidente, continúa siendo muy alto y la base social de Andrés Manuel, continúa presente y en pie de lucha. Hasta ahora, López Obrador ha tenido siempre la ventaja de un bono democrático que resulta muy útil para lograr la transformación del País. Y la razón fundamental por la que conserva el apoyo popular es porque ha cumplido, sobre todo, con una demanda básica al ir en contra de la corrupción y la ilegalidad. Este aniversario nos anima a intentar la realización de un balance desde la perspectiva de Juan Pueblito.
Ha sido un año muy rico en sucesos de todo tipo, una transformación significa eso precisamente. Pero también ha sido un año, a lo largo del cual, los mexicanos nos hemos mantenido informado de lo que sucede y de las decisiones que se adoptan a través de las llamadas Mañaneras. Por supuesto esa no puede ser nuestra única fuente de información, pero si resulta fundamental su seguimiento. Allí se han escenificado también algunas de las luchas de los grupos del pasado que se niegan a morir. Indudablemente, ese es el gran instrumento divulgador que ha usado el Gobierno de la 4T y también eso ha sido lo que ha marcado la agenda noticiosa del País. Lo que allí se dice o se informa es lo que después retomarán los medios y lo que comentarán y criticarán. Es una de nuestras grandes fuentes de información y quizás, la más importante.
La lucha contra la corrupción y la impunidad va viento en popa. Esta era una de las grandes demandas durante la campaña y fue también una de las banderas más importantes del candidato de entonces y presidente en la actualidad. Esa lucha se inició yendo en contra de los huachicoleros y los resultados son evidentes, pues, aunque el control no es absoluto, el robo es ahora alrededor del 4 % de lo que significaba hace un año. Quizás no han sido tantos los personajes quienes son buscados y juzgados, pero los expedientes presentados lucen sólidos y paralelamente, el cerco se va estrechando para muchos otros de los corruptos simbólicos, pero los resultados saltan a la vista como evidencia del propósito y del cumplimiento de este objetivo. Los corruptos que actualmente tienen poder y posibilidad de enriquecerse o engrosar más sus bolsas, deberán meditar que los riesgos de hacerlo, resultan mucho mayores y más serios que lo eran ayer. Y las dificultades para lograr su cometido también son más y más difíciles de sortear. Además, ya se vio que muchos de los pataleos que los del pasado quieren traducir en chantajes, no funcionan más.
Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas. El cambio ha afectado los intereses de algunos (los poderosos, los conservadores y de sus servidores y representantes) y sus reacciones no han pasado desapercibidas. Los partidos de oposición no alcanzan a comprender el alcance de la elección del año pasado, que los redujo significativamente y en vez de reconstituirse y buscar el favor de sus antiguos partidarios por la vía de la satisfacción de éstos, prefieren el de la oposición absurda, la oposición a todo y sin consideración alguna en contra. No quieren ver lo que conviene a México, sino tan solo, lo que resulta bueno para sus intereses y cada que pueden, hacen sus berrinches y pataletas en público: Que si López Obrador nombra o propone al Legislativo a quienes se identifican con sus líneas de acción o propuestas. Que si eso quita legitimidad a las instituciones. Que si el gobierno las quiere a modo. Que si sus acciones son antidemocráticas. Que si quiere convertirse en un dictador. Que si nos lleva al comunismo. Que si quiere quitarnos todo lo que ganamos con nuestro esfuerzo legítimo. Que si vamos camino a convertirnos en otra Venezuela. Que si tal. Que si cual.
El juntador de estas letras no recuerda que algún presidente anterior no hubiera buscado ejercer el poder pleno, absoluto y hubiera repartido posiciones clave a sus opositores (las supuestas excepciones eran, en realidad, concertacesiones). Y en todo el mundo es igual. Que quieren democracia, pues tienen democracia. Gobierna quien obtuvo la mayor votación y la oposición es tan insignificante como los mexicanos lo expresamos en las urnas. Para quien tenga dudas con respecto a lo que ha significado el poder presidencial en otros momentos de nuestra historia reciente, simplemente que eche un vistazo a los tiempos del PRI monolítico en el poder y si eso no es poder absoluto, que me lo definan.
Los conservadores protestan por todo. Un buen ejemplo es la elección de Rosario Piedra Ibarra al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Más allá de la idoneidad de la candidata electa y su cercanía con el Presidente o con Morena, lo que realmente sucede es que esa posición estaba reservada para los académicos que se autoproclaman defensores de los derechos humanos, aunque en realidad, no lo sean, y elegir a alguien diferente a ese grupo, rompe los equilibrios que existían. La protesta de este grupo y sus aliados tiene ese origen. Las posiciones para los opositores del régimen eran pocas hace un año, y ahora, son menos. No les gusta ceder porque también tendrán menos instrumentos desde los cuales podrán cuestionar o atacar a la 4T de un modo que parezca legítimo y tampoco desean perder privilegios ni ventajas; pero los resultados de esa casta están a la vista: ¿Cuáles son los que han ofrecido hasta ahora? Se duelen también de la reducción presupuestal al INE, pero sus acciones y resultados también son cuestionables (de allí, su mala fama pública) y cuando el gobierno entró en una fase de austeridad y racionalización del gasto, los sultanes electorales continuaron sin hacerlo y ahora ven como se les acaba el presupuesto para lujos.
Y resulta que algunos integrantes de castas nos quieren mostrar su valor y valentía a través de su decisión de jugar a las vencidas con Andrés Manuel y claro, no pueden vencerlo, así no. Algunos han entendido que las cosas funcionan de un modo distinto a cómo eran y han preferido sumarse al nuevo proyecto de nación. Así pueden conservar sus negocios y hasta hacerlos crecer. ¡Yo no invierto! Dijo alguno (Claudio X. González) y las acciones de su empresa fueron castigadas en la Bolsa porque nadie en su sano juicio, quiere formar parte de una empresa derrotada, que motu proprio desea hacerse chiquita. Y mientras, la propia Bolsa ha premiado a las empresas que expanden sus negocios porque serán más grandes y así, ganarán más; eso es lógica elemental. Otros empresarios importantes tampoco han sabido asimilar el triunfo de Andrés Manuel ni la necesidad de llevar adelante la Cuarta Transformación, es el caso, por ejemplo, de Alberto Bailleres y Germán Larrea que, según lo que se comenta, continúan ayudando y proporcionando soporte financiero al matrimonio Calderón Zavala para la constitución de su Partido México Libre (del cual, Dios nos libre). Si todo les resulta como lo planearon, a fuerza de billetazos, para desgracia de México y de los mexicanos, lograrán su registro.