Los resultados electorales y los nombramientos para el gabinete de Claudia Sheinbaum permiten esbozar, desde ya, el escenario de la sucesión de Indira Vizcaíno en 2027. Llamadme futurista, pero la prisa no es mía sino de los aspirantes que, debido a los recientes triunfos electorales de Morena y sus aliados, así como a la forma en que se acomodaron las fichas que jugarán en la primera mitad del sexenio de la presidenta Sheinbaum, empezarán a moverse políticamente con miras a la nominación.
En la mecánica que seguirá la elección del o la candidata de Morena al gobierno de Colima (que no necesariamente será el o la próxima gobernadora), hay que sumar otros factores que no existían hasta el pasado domingo: Luisa María Alcalde en la dirigencia nacional y, Andrés Manuel López Beltrán, en la secretaría de Organización. Especialmente Andy, como le llaman sus amigos, cambia radicalmente la ecuación respecto a lo que representó Mario Delgado como presidente del partido para el proyecto de Indira.
Sólo podemos especular acerca de cómo se dará la sucesión en el gobierno de Morena. Hasta el relevo de Griselda Álvarez, a los gobernadores en funciones si acaso les pedían opinión, mas no ejercían poder de veto. Luego, en las decisiones que se tomaron en Los Pinos con De la Madrid, Salinas (que le corrió la atención a don Miguel) y Zedillo, se impuso el parecer de la familia del presidente.
Durante la docena trágica del PAN, los gobernadores salientes pudieron elegir a su sucesor y entronizarlo sin pedir la anuencia de Fox ni Calderón o, siquiera, de la dirigencia nacional del PRI. Y con Peña Nieto, el grupo gobernante se dio el lujo de jugar a la oposición, convirtiendo los comicios en una prolongación de la disputa entre las facciones de lo que ya se dibujaba como prianismo.
NUEVAS REGLAS DEL JUEGO
Apenas con López Obrador se logró la alternancia en el gobierno del estado de Colima. Y el triunfo de Indira acreditó la viabilidad de un modelo de candidatura distinto al tapado. Con la 4T, fue un ‘adelantado’ el rol que el presidente le asignó a los delegados de Bienestar. La candidatura de Vizcaíno Silva, como la de otras abanderadas de Morena en elecciones de gobernador, anticipó por otro lado un escenario que AMLO fue construyendo en este país tan patriarcal: la presidencia de la república en manos de una mujer.
Si no quiere jugar con las fórmulas de su antecesor, la nueva presidenta está obligada a inventar otras reglas para el juego político en los estados. Y Claudia Sheinbaum estará en la plenitud de su mandato cuando se renueve la titularidad del poder ejecutivo en Colima.
Para entonces, Indira Vizcaíno ya habrá tenido oportunidad de mostrar su habilidad como gobernante y su capacidad de gestión o de operación política. En ese sentido, una de las formas de probar esas dotes será logrando entregar el gobierno a alguno o alguna de quienes la han acompañado en su ascenso al poder.
LAS CHICAS SUPER PODEROSAS
En una democracia, todo gobernante busca promover como candidato del partido del que dicho mandatario es jefe político, a una persona identificada con el liderazgo que él o ella encarna. Tratándose de un gobierno de alternancia luego de 42 años entre la toma de posesión de Griselda Álvarez y el triunfo de Indira Vizcaíno, es natural que el actual régimen de una mujer busque prolongarse al menos dos sexenios más. Y los nombres de quienes apuntan a continuar el proyecto feminista de Vizcaíno Silva, se conocen casi desde el arranque de la administración: Rosa María Bayardo y Viridiana Valencia.
Contra el pesimismo de los que pronosticaban una votación diferenciada entre lo federal y lo local, para la segunda parte de su mandato Indira logró consolidar el dominio político del partido Morena, desmintiendo en los hechos la hipótesis de que, mientras Sheinbaum se beneficiaría de un segundo tsunami electoral a manera de referéndum a López Obrador, varios de los gobernadores que llegaron con el tabasqueño enfrentarían un voto de castigo por la imposibilidad de cumplir financiera y operativamente con las altas expectativas que la ciudadanía tiene de la 4T.
Aun considerando que la votación que le permitió a Morena en Colima ganar la presidencia de la república, los dos escaños del Senado y las dos diputaciones federales, se debe a la popularidad con la que López Obrador termina su sexenio, los méritos electorales de Indira como jefa política del estado no son despreciables:
La gobernadora consiguió la mayoría calificada en el Congreso local para su segunda mitad de mandato. Incluso restando la curul plurinominal que perdió Morena en la impugnación, todo indica que el bloque parlamentario oficialista sumará al diputado de Nueva Alianza (NA) y que Indira no tendrá dificultades para pasar las reformas constitucionales que le darán a su gobierno el sello característico de la izquierda.
De hecho, con un Congreso saliente donde la mayoría oficialista no era tan holgada, logró con el voto de un diputado del PRI la ratificación de la reforma judicial como parte del Constituyente permanente.
En el plano municipal, como coalición o yendo solo Morena consiguió cinco ayuntamientos. Sin embargo, el PRIAN le arrebató Coquimatlán, pese a llevar como candidato a la alcaldía a un personaje imputado por abuso sexual. Y la planilla tricolor-blanquiazul se quedó con la zona conurbada Colima-Villa de Álvarez, de donde saldrán dos eventuales precandidatos a la gubernatura: Riult Rivera y Tey Gutiérrez. En cuanto al resto, si bien los dos cabildos que obtuvo el Panal no son triunfos formales del oficialismo, tampoco se le pueden atribuir a la oposición.
Este dominio político que le permitirá cerrar su periodo con amplios márgenes de gobernabilidad, ¿cimienta las posibilidades de Indira para influir en la sucesión?
Sí, en la medida que Sheinbaum oiga la voz de los ejecutivos locales o, incluso, deje en sus manos el proceso en lugar de concentrar la decisión en Palacio Nacional con la ayuda de la Secretaría de Gobernación y la dirigencia del partido, cómo ocurría en los tiempos del presidencialismo priísta.
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Ni a cual ir. Buen análisis 👍🏻