La victoria tiene muchos padres y la derrota siempre es huérfana, pero nuestra clase política compite por demostrar quién aportó el grano de arena más grande para conseguir lo que el presidente López Obrador obtuvo con una instrucción directa a su secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú.
Minutos después que el mandatario nacional, de visita en Colima, hiciera el anuncio de que a partir de este miércoles 5 de junio los automóviles que pasan por la caseta de Cuyutlán no pagarán peaje, los actores políticos que han venido gestionando, litigando o incluso luchando por cancelar la concesión de la autopista de cuota, reclamaron su parte del mérito.
En sus redes sociales, el gobierno estatal destacó que se trata de una gestión del Ejecutivo local. Lo que Andrés Manuel anunció, dice el mensaje oficial, es “en respaldo a la petición del gobernador Nacho Peralta”.
Simpatizantes de la delegada federal en Colima, Indira Vizcaíno, hicieron lo propio al recordar la demanda judicial que ella inició para que se anule la concesión, y las gestiones que logró como diputada federal, como el descuento de un 65% para los vehículos de uso particular cuyos propietarios residen en el estado de Colima.
La alcaldesa de Manzanillo, Griselda Martínez, por su parte, estuvo presente en Cuyutlán cuando a media noche pasó el primer vehículo que pagó tarifa cero. En un comunicado, la munícipe porteña recordó que como activista participó en la primera movilización ciudadana para liberar la caseta.
Por lo demás, las redes sociales hirvieron de reclamos de personas que dicen ser ese “pueblo de Colima” al que se refirió López Obrador en su discurso.
Es la gente que, en el ejercicio de su libertad de tránsito, se negó sistemáticamente a pagar el peaje. O que participó en las liberaciones de la caseta un domingo sí y otro también, a riesgo de sufrir represalias de las policías federal o estatal, de las guardias blancas de los concesionarios o, incluso, de grupos delincuenciales convertidos en defensores oficiosos de la obligación cívica de contribuir para el mantenimiento de la autopista.
CONCESIÓN A 60 AÑOS
En su mensaje, López Obrador dijo que el tema se lo planteó el gobernador Peralta y que hubo también una petición de su coordinadora en el estado, Indira Vizcaíno. Pero no explicó qué significa el hecho de que el concesionario tenga un plazo de 60 años para explotar la carretera.
Cuando AMLO reconoce que hay denuncias en contra de la empresa Pinfra, no sabemos si está adelantando que buscará retirarle la concesión, o simplemente está admitiendo que les dejará administrar la caseta con tal de que cobren sólo a los transportes.
Ojalá se aclare pronto hasta dónde llega la voluntad política del Presidente, porque no se trata únicamente de que la caseta ya no dañe la economía familiar de los colimenses, sino de terminar con uno de los negocios más lucrativos hechos al amparo del poder.
Sin haber siquiera completado el puente de Tepalcates, al que le falta un cuerpo, Pinfra cobra por el uso de un tramo de la autopista por la que muy pronto circularán el doble, el triple o hasta diez veces más transportes de carga de los que transitan actualmente, dado el crecimiento exponencial de las operaciones portuarias en Manzanillo.
En ese sentido, nos hubiera gustado oír al presidente López Obrador hablar de la urgencia de ampliar la autopista a por lo menos seis carriles –actualmente es de cuatro–, o de la conveniencia de financiar con los recursos del puerto una autovía para uso exclusivo del transporte pesado, que en una ruta más corta una a Manzanillo con el centro logístico de Jalisco y el eje multimodal que pasa por Guadalajara.
Nada mencionó tampoco de la pertinencia de eliminar el doble remolque en el arrastre de contenedores, que es uno de los factores de mayor daño a la carpeta asfáltica y la estructura de los puentes, además de una trampa mortal para lugareños y turistas que utilizan la autopista.
Y si se ofrece, como dice un amigo, nos gustaría oír a López Obrador anunciar la construcción de la doble vía de ferrocarril a Guadalajara, la cual permitiría el flujo del doble de trenes de los que actualmente corren por esos rieles, para movilizar los contenedores que ya no caben por la carretera.
EL APLAUSÓMETRO
No esperaba el gobernador Peralta que el presidente López Obrador anunciara la tarifa cero en esta segunda visita a Colima.
De haberlo sabido no habría sido tan descortés de quejarse un día antes por los requerimientos de logística de la avanzada presidencial. ¿Cuándo se dolieron antes de las exigencias del Estado Mayor Presidencial?
JIPS dijo a la prensa que su administración le había ofrecido a la coordinación de giras de AMLO el uso del casino de la feria o del complejo administrativo para que ahí se desarrollara el acto de entrega simbólica de apoyos económicos, pero reveló que Presidencia insistió en que fuera en la Unidad Deportiva, donde para colmo se realizaban ese día unos juegos nacionales.
De haber sabido que le harían ese regalo político, no habría permitido Peralta Sánchez que abucheara al Presidente el grupo de entusiastas que acudieron ‘espontáneamente’ al lugar para blindarlo con sus porras (“¡Nacho!, ¡Nacho!, ¡Nacho!”) contra las agresiones de la gente que, sin pudor alguno, le espetó al Gobernador toda clase de insultos a lo largo de su recorrido por las vallas.
La porra de Nacho abucheó a AMLO cuando el Presidente invocó la Cuarta Transformación o cuando reconoció que, en las zonas no indígenas, el apoyo a universal para adultos mayores no será de 65 y más, sino de 68 años en adelante.
Es más, de haber previsto el efecto, Nacho le hubiera indicado con un gesto al organizador de las porras que pararan. Entre más insistían en mostrar su simpatía por el Gobernador, más se enardecía la raza que le chifló a su llegada.
Después de la bulla inicial, quizá ya no hubiera habido otra de no haber querido los empleados del gobierno estatal y las huestes del PRI impresionar a López Obrador con la ‘popularidad’ del mandatario local.
Tan no sabía Nacho que el Presidente le regalaría un logro político que Peralta no peleó decididamente sino hasta que terminó la administración de Peña Nieto, que el Gobierno del Estado elaboró su propia agenda para la visita.
Como parte de una estrategia de control de daños a lo que esperaban sería una nueva rechifla, los organizadores de la porra pensaron en introducir a la orden del día el tema de los migrantes.
En su discurso, Nacho expresó al Presidente su solidaridad ante la agresión del gobierno de Trump, y casualmente entre el público un grupo de manifestante empezó a pedir ‘algo’ para los migrantes; cualquier cosa por lo visto en un estado donde, ciertamente, todos tenemos un familiar o un conocido que vive en Estados Unidos.
¿Y MIS TRES PATRULLAS?
Anunciar paso libre por la caseta para los vehículos que tengan menos de 2.50 metros de altura, distrajo al Presidente de hacer referencia al problema lacerante de la inseguridad.
Con la familia del joven porteño ‘bien aleccionada’ entre el público, desde donde pedían justicia ante el artero asesinato del empleado de una tienda de conveniencia reprochándole al Presidente el fracaso de su estrategia de seguridad, nada dijo Andrés Manuel de las condiciones en que empezará a operar en Colima la Guardia Nacional.
Espero que el asunto lo haya tratado el Presidente en privado con el mandatario estatal, y espero que les haya concedido la audiencia que pedían seis de los alcaldes de Colima; también la que solicitó Leoncio Morán en video, cuando pensaba que no lo iban a subir al presídium.
Un día antes, los ediles de Manzanillo, Comala y Cuauhtémoc, junto al secretario del Ayuntamiento de Tecomán, reclamaron que las participaciones federales para este rubro no han llegado a sus municipios en forma de patrullas.
Y en cuanto a Locho, el alcalde de Colima demostró que para echarse porras él mismo… se pinta solo. A la Mario Anguiano recorrió el auditorio saludando a la gente, exaltando a los beneficiarios de los apoyos con un “¡Viva Colima!” y una petición de aplausos que, a la distancia, parecían para él. Lo bueno es que en el paseíllo nadie le mentó la madre.
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