Mucho se ha comentado desde el primero de julio, vistos los primeros resultados de la elección llevada a cabo ese día y la abultada votación recibida por Morena, que el Congreso de la Unión será una comparsa de Andrés Manuel López Obrador y que no existirá un contrapeso, necesario, que frene los deseos reformistas del Presidente electo o que lo vigile y no le permita hacer todo aquello que desee hacer.
Estas lecturas nos llevan varias consideraciones:
Primera. – El mandato expresado en las urnas es claro: El pueblo entregó a Andrés Manuel una carta en blanco para que realice los cambios prometidos y para que, cuando sea necesario un cambio en el marco legal, pueda enfrentarlo exitosamente. Ese mismo mandato fue dado a los nuevos legisladores.
Segunda. – Los nuevos legisladores no necesariamente se replegarán ante las órdenes, sugerencias o iniciativas del nuevo Presidente, y no me refiero a los tricolores, a los panuchos o verdes sino a quienes integran la fracción de Morena, pues resulta bien sabido que estos no responden a un mismo origen ni tienen una trayectoria común. La forma como ganaron su nominación varía en cada caso, incluida la manera en la cual se aproximaron a Morena. Atrás de cada uno de ellos existe, por lo general, un antecedente de lucha muy bien definido.
Tercera. – Ni son borregos ni han practicado el borreguismo, por eso se dieron de alta como militantes de Morena o se aproximaron a ese Partido en vez de hacerlo con alguna de las formaciones políticas tradicionales que son las que han realizado esas prácticas. Pudiéramos afirmar que en cada uno de ellos es posible encontrar una raíz rebelde.
Cuarta. – En la generalidad de los mexicanos y en particular, en muchos de quienes integran la comentocracia más festejada, existe una idea de inercia con respecto a la manera como se han dado las cosas hasta ahora. No hemos entendido que hay cambios que ya se dieron y otros que se encuentran en gestación, pero es evidente que la política mexicana no volverá a ser lo que era.
Quinta. – El hecho de que hasta ahora todos los congresos se hayan replegado ante sus ejecutivos, de ninguna manera significa que la actual y todas las por venir continúen actuando de la misma manera.
Sexta. – Ya estamos viendo, los días 3 y 4 de septiembre los primeros enfrentamientos entre Porfirio Muñoz Ledo y Gerardo Fernández Noroña.
Son apenas unos días que hemos visto actuar al Congreso de la Unión y hemos advertido ya algunos cambios en relación con los anteriores. En la bancada de Morena hemos observado a muchos legisladores muy experimentados (Pablo Gómez, Ifigenia Martínez, Ricardo Monreal, Porfirio Muñoz Ledo y otros más). Todos ellos habían pertenecido al Congreso de modo distinto a como lo hacen ahora, como los hombres del Presidente. No son novatos en estas lides ni improvisados para la enorme tarea que empiezan a encarar. El propio primero de septiembre vimos actuar a un Porfirio Muñoz Ledo que mostró seguridad y buen oficio al llevar adelante su encomienda. Su desenvoltura sorprendió a muchos, porque no lo conocían. Es cierto que hay muchos legisladores que estarán por primera vez y deberán aprender mientras hacen, pero seguros podemos estar que no serán un ejército de robots programados solo para levantar el dedo cuando así se les solicite. Esos tiempos pasaron ya.
No se criticó improvisación de muchos muchachos priístas y azulejos que en su momento llegaron por primera vez a las cámaras ni se dudó de que fueran a actuar de un modo distinto a aquél para el que estaban programados. Es cuestión de para qué fueron electos uno y otro.
En el pasado, el Legislativo nunca ha sido un poder que haga contrapeso al Ejecutivo. Podemos recordar los intentos de Porfirio Muñoz Ledo en 1988 cuando trató de interpelar a Miguel de la Madrid durante el Informe de ese año; o de él mismo, aquel memorable discurso al recibirse el informe de Ernesto Zedillo en 1997. Pero Porfirio estaba del otro lado. Él y sus compañeros tienen hoy la responsabilidad de conducir al Congreso de la Unión a nuevas alturas, a llevarlo a ser un poder independiente y representar la soberanía popular, como es su obligación. Y lo harán.
Que el Legislativo sea independiente y por ello, un contrapeso al Ejecutivo, no quiere decir que haya un pleito entre Legislativo y Ejecutivo; pues cada uno de los poderes fueron electos para hacer un papel, aunque coincidan. El derecho a diferir, lo tienen, pero la diferencia no necesariamente habrá de surgir o convertirse en un enfrentamiento, pues el mandato popular es claro y cada uno de ellos lo recibió y está obligado a cumplirlo. Nuevos vientos habrán de soplar en San Lázaro (y en Palacio Nacional también).
Motivos para preocuparnos hasta ahora, no existen.
Los Duendes. – Estos pequeños personajes no abandonan CON SAL Y LIMÓN que en su última entrega mencionó a Javier Solana, cuando en realidad el juntador de letras se refería a Fernando Solana (Morales). Y es que era tan grande Javier Barros Sierra que eso llevó al escribidor a ponerle su nombre a Solana. Vayan pues mis sinceras disculpas a Barros, Solana y a los escasos lectores de esta columna. Pero las opiniones vertidas, continúan siendo válidas.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.