El día de muertos, John Ackerman y Julio Astillero conversaron sobre el futuro político de los partidos, del estancamiento de las opciones reales de cambio en México o si el proyecto de la cuarta transformación se logrará.
En el arranque de la emisión del programa ‘De todos modos John te llamas’ del 2 de noviembre de 2021 por canal Once (https://www.youtube.com/watch?v=CAPK_JB_R8M), Julio Hernández López respondió en una serie de cápsulas a preguntas sobre:
- ¿Qué significa la libertad de expresión?
“La capacidad de expresar lo que uno piensa o lo que quieran los medios de comunicación, sin influencia, presión ni condicionamiento de ningún poder.”
- ¿Cuándo decidió dedicarse al periodismo?
“Tenía desde mis tiempos estudiantiles una vocación por el periodismo [estudió abogacía, pero empezó a trabajar como reportero], ahí me quedé.”
- ¿Qué opina de los medios digitales?
“Llegaron para airear y renovar al periodismo.”
- ¿La Jornada?
“Soy fundador de ese diario, donde he tenido la más completa libertad para desarrollarme como reportero y columnista. La verdad es que La Jornada es una comunidad excepcional.”
- ¿Cuál es su libro predilecto?
“El que ha marcado ni nombre de pluma, Julio Astillero, El astillero (1961) del novelista Juan Carlos Onetti.”
HACER ENOJAR A TODOS:
Ya en el estudio, Ackerman señala que Julio Astillero es un ejemplo de periodista porque hace enojar a todos:
“De eso se trata, el periodismo debe hacer enojar a todos. No intencionalmente, pero muchas veces porque los políticos quieren que la visión y las versiones de lo que hacen, se acomoden a lo que ellos creen y dicen casi siempre con absoluta convicción. Pero la misión periodística debe ser analizar y criticar, fundamentalmente cuando se ejerce el periodismo de opinión como es mi caso.”
Y es que Astillero critica hasta a los mismos periodistas, un sacrilegio en un país donde se decía que perro no come perro. Le exige cuentas a intelectuales y periodistas, observa Ackerman
“Se necesita revisar el ejercicio del periodismo y ponerle nombres y apellidos, porque finalmente el periodismo ha sido ámbito de muchas complicidades bajo esa idea gremial de no decir lo que sucede. Así como hay políticos buenos y políticos malos, científicos buenos y científicos malos, también hay un periodismo bueno y otro malo que fue, además, predominantemente negativo durante épocas aciagas de la comunicación en México.”
Para Astillero, ¿qué define al periodismo?, ¿qué es ser periodista?
“Comunicar, decir, aportar, informar y criticar”.
Sin embargo, ¿cualquiera lo puede hacer?
“No, porque como todo, se necesita saberlo hacer. El periodismo no es siquiera una profesión, es un oficio, y como tal hay que irlo aprendiendo, a veces echando a perder.
“Uno comete errores, y vas aprendiendo a lo largo de la vida a verificar la información, a buscar el enfoque correcto. Todavía a edades avanzadas, sigues patinando porque algo se te peló y dices: cómo no lo confirmé, cómo no lo verifiqué, cómo sucedió esto.
“Es un oficio permanente en el que hay que saber hacer una nota, tener una fuente, manejar los géneros informativos (el reportaje, la crónica) hasta llegar a otro espacio, por ejemplo el mío que es la columna de opinión”.
DESPIERTA CON CARLOS LORET:
¿Carlos Loret es periodista?, pregunta Ackerman, presumiblemente molesto con quien publicó en su sitio de internet un reportaje sobre las seis propiedades inmobiliarias de la entonces secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, y de su esposo John.
Como los bienes fueron asentados en la declaración patrimonial de la funcionaria al precio que los adquirió y no con su valor de mercado, Loret insistió en que la pareja no pudo haberlos adquirido con el solo fruto de nueve años de trabajo ‘mal pagado’ en la academia.
A lo escrito por Loret, Ackerman respondió en su momento que algunos de esos bienes habían sido comprados con la ayuda financiera de los padres de John, dos académicos bien pagados en universidades de Estados Unidos. En otros casos, eran terrenos rústicos originalmente irregulares, herencia de la familia Sandoval, que se revaluaron con la expansión de la mancha urbana.
Para disgusto de su anfitrión, Julio Astillero responde que Carlos Loret “sí es periodista, con oficio y una gran capacidad de analizar y reportar cosas. Loret es un buen periodista, pero ya el sentido que queramos analizar de lo que él hace con ese oficio es otra cosa.”
¿No miente nunca?, insistió Ackerman.
“Aquí estamos en dos terrenos: el periodismo como información y la opinión. Y en la opinión, tanto él, como yo o como muchos podemos caer en la circunstancia de equivocarnos… o de mentir. Y si eso ocurre la nación nos lo demandará.
“Sobre todo, en su etapa como reportero con Ricardo Rocha, Carlos Loret fue un gran periodista. Y lo sigue siendo: no puedo negar que algunos de los hechos noticiosos que ha reportado, no han sido desmentidos y tienen validez periodística.”
Y los youtuberos, El Chapucero y otros que se están haciendo famosos en las redes, ¿son periodistas o depende de cómo ejercen la profesión?, redirige Ackerman la conversación.
“La gran mayoría de ellos, lo reconocen abiertamente, no son periodistas. Nacho Rodríguez, El Chapucero, específicamente, es alguien que sí tiene oficio. Viene de una familia que ha ejercido el periodismo en Tabasco. Mauricio su hermano e Ignacio Rodríguez Castro, el padre, han sido periodistas.
“Sin embargo, ahora se está ante una nueva generación de comunicadores que normalmente toman información, la reproducen, la analizan, con mucho éxito en cuanto a audiencia, pero no necesariamente con rigor periodístico, para bien o para mal.”
EL HIJO DEL FERROVIARIO:
Julio Hernández López nació en Torreón, Coahuila, en el seno de una familia humilde. Crecí “en La colonia Primero de Mayo, con mucha proclividad delictiva y marginación socioeconómica. Nací en otra parte, junto a una colonia que se llama La Antigua Aceitera, en la calle Treviño. Fue una infancia con muchos problemas y privaciones.
“A los nueve años nos fuimos para San Luis Potosí. Mi padre era ferrocarrilero, dirigente del movimiento vallejista, secretario general del sindicato. Comunista, miembro del Partido, estuvo cinco años sin trabajo tras haber sido corrido de la empresa. Y pasó varios meses en la cárcel de San Luis Potosí, como parte de la directiva de sindicalistas que hicieron época junto a Demetrio Vallejo y Valentín Campa en la lucha histórica en defensa de los trabajadores ferrocarrileros.
“Mi madre, también de Torreón: la comunicación permanente con ella. En cambio, mi padre trabajó mucho fuera cuando llegó a ser conductor de tren.
“En San Luis estudié la carrera de Derecho e inicié como periodista. Soy abogado, sin duda una formación integral que ayuda mucho, pero nunca he litigado ni en defensa propia.
“Cuando terminé la carrera y estaba en espera de colocarme en algún trabajo de índole jurídica, se atravesó de nuevo por mi camino la oportunidad periodística y me subí a un camión del que nunca me bajé”, resume Astillero.
ACTIVISMO Y MILITANCIA:
Al revisar fotos tomadas de su álbum familiar, en una se ve al pequeño Julio declamando en la primaria. La oratoria le serviría cuando fue activista estudiantil y luego incursionó en la política del PRI, inspirado en la reforma partidista de Colosio.
Cuando era un estudiante universitario de 20 años, lo acusaron de ser guerrillero. “Era dirigente del Frente Popular Estudiantil de San Luis Potosí y, junto a otros compañeros, nos acusaron falsamente de participar en la colocación de bombas. Los verdaderos responsables fueron luego identificados oficialmente. Y hay testimonios en el Archivo General de la Nación de que todo fue una argucia del gobernador priista Guillermo Fonseca, para frenar el ascenso del Frente”.
Fue quizá hasta una provocación que utilizaron de pretexto para agarrar a los revoltosos, apunta Ackerman, quien enfatiza que Julio sufrió la represión del viejo régimen.
“Nos detuvieron a las dos horas de haber sucedido los hechos, me sacaron de la casa y nos llevaron a la cárcel unos días y otros más nos retuvieron en el cuartel de San Luis. Suena victimista, pero sí hubo tortura. A San Luis se trasladó Miguel Nazar Haro, un hombre identificado con la represión en nuestro país.”
La última foto lo muestra junto al propio Ackerman, Epigmenio Ibarra, Fernando Rivera Calderón y Paco Ignacio Taibo entre otros activistas, en el congreso popular del 5 de febrero de 2014, como parte de las protestas por el aumento a la tarifa del metro. “En aquel movimiento del ‘Pues, me salto’, nos brincamos los torniquetes”.
Y luego hay un video que recoge una arenga del columnista de La Jornada, Julio Hernández, donde Astillero llama al pueblo a “tomar en sus manos la posibilidad de luchar” contra “una clase política corrupta”, y contra “la anestesia social inyectada por los medios masivos de comunicación, principalmente los electrónicos y los televisivos”, que nos han llevado a una circunstancia en la que hoy el grito es: “ya basta de los mismos mentirosos”; de esos que, “con el discurso falso de siempre”, nos quieren entregar como una colonia a Estados Unidos.
Al recordar aquel mitin, Astillero señala que, “evidentemente, hay momentos y circunstancias en los cuales el periodista” no es más que un ciudadano.
“Vivimos en México una distorsión que hace que los periodistas no asuman públicamente sus posiciones. La gran mayoría de ellos han asumido posiciones a favor del régimen en turno, a favor de la corrupción y de la represión.
“Sin embargo, no lo dicen. Se mantienen presuntamente objetivos e imparciales, lo cual es un truco, una triquiñuela para no asumir su verdadera identidad.
“Los periodistas también tenemos la obligación cívica de luchar por lo que creemos, no sólo en el terreno cívico sino en el terreno político o partidista.”
INFORMAR Y OPINAR:
Para Ackerman, es fascinante cómo Julio ha logrado unir el periodismo de opinión con el periodismo de información, luego que a su columna en La Jornada y a sus colaboraciones como opinador en diferentes mesas de análisis, sumara la conducción de un noticiero, primero en Radio Centro y luego en La Octava televisión, actualmente como Astillero Informa en plataformas de internet (YouTube, Facebook y Twitter).
Combinarlos sin que un tipo de periodismo necesariamente afecte al otro, es lo que hace La Jornada, sigue diciendo John, también colaborador de los espacios de análisis en ese diario. Se trata de mantener una perspectiva política e ideológica sin que esto genere una ceguera frente a la realidad, aunque algunos dicen que simplemente no es posible, que el periodismo es objetivista absolutamente o no es periodismo.
“Es el gran engaño de la prensa mexicana –sentencia el invitado–. La mayoría de los medios de comunicación históricamente han estado adosados al poder”.
Pero un ejemplo de honestidad ideológica es La Jornada, “una comunidad de periodistas (reporteros, articulistas, trabajadores, administrativos)” sin cuyo trabajo el desarrollo político y social del país no sería el mismo.
“La Jornada ha acompañado e impulsado los mejores momentos políticos, sociales e ideológicos de nuestro país, sin ocultar que es un periodismo con una visión de izquierda”, concluye Julio Astillero.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com