¿Tiene Twitter las horas contadas? Eso se preguntaba Pablo Iglesias en el podcast La Base luego que el nuevo propietario de la plataforma del pajarito azul, Elon Musk, despidiera a cientos de empleados en todo el mundo y lanzara un ultimátum al resto advirtiéndoles que, si no trabajaban más horas y en la oficina, también se irían.
El magnate ordenó cerrar la sede de la compañía el primer fin de semana que tomó el control, mientras los cesados llenaban la red de insultos contra el nuevo dueño llamándolo parásito o niñato, y no pocos en la sede de San Francisco, pero también en Madrid, decidían demandar judicialmente el despido injustificado.
En ese momento muchos especulaban que la desaparición de Twitter era inminente, despertando la fantasía de activistas como el propio Iglesias, quien confiesa haberse preguntado cómo sería el mundo sin esa red social de la que nunca se ha salido, por cierto, pues reconoce que es un canal de comunicación muy importante que “me permite difundir artículos, subir mis intervenciones en medios y los programas de La Base”. Pero, además, seguir los temas de actualidad que se supone generan más debate.
Si bien “soy consciente que mi trabajo no aconseja desentenderme de esta red social, es evidente que Twitter se ha convertido en un espacio tóxico, donde los insultos o la violencia simbólica se han normalizado, y donde las mentiras y las noticias falsas, como demuestra cada día Julián Macías, operan con total impunidad y eficacia”.
Como muchos, Iglesias recuerda aquella época cuando “los activistas soñábamos que las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones supondrían una revolución democrática que facilitaría la participación, y pondría en cuestión el dominio de los medios de masas a la hora de definir los relatos políticos y de acercar la ciudadanía a los responsables políticos. Las redes han contribuido en general a socavar la unidireccionalidad de los mensajes, y han facilitado la creación de medios de comunicación alternativos. Pero, a estas alturas, es incuestionable que Twitter se ha convertido en uno de los campos de batalla política e ideológica más desagradables”.
UNA RED INTOXICADA
El politólogo es uno de los fundadores del partido Podemos. Como secretario general en ese momento y en una alianza con el PSOE, fue vicepresidente del Gobierno español. Hoy, alejado de la disputa electoral pero concentrado en el análisis de la comunicación política, Pablo Iglesias comanda al equipo que realiza el podcast La Base, entre otros productos de diario Público.
En su emisión del 21 de noviembre de 2022 (https://www.youtube.com/watch?v=j9WGZJL3f6Y&t=630s) esta mesa de análisis celebró que los trabajadores de Twitter se rebelaran frente a la tiranía de su nuevo propietario, y decidió abordar la problemática y la trascendencia de esa red social desde diferentes ángulos:
Desde el análisis de datos con la matemática Sara Serrano, hasta la relación entre Twitter y el periodismo o de los periodistas con la plataforma, con Manu Levín; desde la perspectiva de Musk como actor político internacional, con Inna Afinogenova, a la visión de “un tuitero insigne” Gerardo Tecé (@gerardotc), invitado especial.
Serrano no tiene Twitter y Levín reconoce que su cuenta es de voyeur: sólo se asoma para ver qué hay y ya eso le quita mucho tiempo, pero casi nunca tuitea nada. Así que a “la rusa” y a Iglesias les toca “aguantar toda la presión de las redes sociales”. Inna aprovechó para “invitar a todos a Telegram que ahí tenemos canales y es una muy buena alternativa: puedes no leer lo que te están comentando” y eso te posibilita que seas más feliz que en Twitter.
Pablo comenta que mucha gente se queja porque les ha bloqueado, mas no es porque no acepte la crítica sino por salud mental. Iglesias no duda en “compartir ese sentimiento tal vez irracional de que, sin Twitter, quizá viviríamos mejor”.
EL PRECARIADO
Resume Sara Serrano en su sección ‘La Base de Datos’, la saga de Twitter hasta ese momento:
“Musk compró la red social por 44 mil millones de dólares y, desde entonces, no ha dejado de dar titulares. Una de las primeras medidas que llevó a cabo fue despedir a los principales cargos directivos de la empresa: el CEO, el director financiero y a la máxima responsable de Políticas y Asuntos Legales. Poco después, los directores de Publicidad, Marketing y Recursos Humanos también anunciaron que dejaban la empresa. Y a esto le siguieron los despidos masivos de trabajadores de la compañía en Estados Unidos, Europa y Asia.
En total, de las 7,500 personas que tenía en plantilla Twitter, prácticamente la mitad, 3,700, recibieron una carta de despido. Una de las oficinas más afectadas por el recorte fue la de Nueva York, donde el 90% de los trabajadores perdió su empleo. Y muchos de esos trabajadores podrían haber sido cesados de una forma ilegal.
En San Francisco, donde está la principal sede de Twitter, cinco extrabajadores demandaron a la empresa por haber violado la ley WARN que obliga a las compañías a preavisar los despidos con un mínimo de 60 días. Algunos fueron notificados con sólo dos días de antelación, y otros se enteraron que ya no trabajaban para la compañía cuando dejaron de tener acceso a los canales de comunicación internos.
En las oficinas de Londres, según informa Bloomberg, el temor a más despidos provocó una oleada de nuevas afiliaciones a sindicatos como el Prospect Union especializado en el sector tecnológico, expone Serrano.
Lo que lleva a Levín a comentar que, al final, algunos trabajadores están chocando contra la realidad y con la idea de que ya no necesitas afiliarte a un sindicato porque el precariado es un estado líquido y transitorio que nada tiene que ver con pertenecer a la clase trabajadora. Lo que pasa, en todo caso, es que eso que llamamos clase trabajadora ha evolucionado y ha mutado en los últimos años con el tránsito del capitalismo industrial al capitalismo financiero.
LE DEBE AL BANCO
Al día de hoy, retoma Serrano, la industria con chimeneas sólo da trabajo a 2.7 millones de personas en España, frente a los casi 6 millones de personas que desempeñan trabajos intelectuales o de oficina.
Queda claro, vuelve a decir Manu, que la oficina sustituyó a la fábrica y la corbata al overol. Pero eso no significa que los trabajadores hayan desaparecido como clase social.
Esta oleada de despidos llegó también a España, se hace cargo ahora Sara. Un total de 26 trabajadores fueron despedidos según denunció el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, quien señaló que estos despidos se hicieron sin respetar la normativa reguladora de despidos colectivos en ese país: no se abrió periodo de consultas, no se negoció durante 15 días y tampoco se comunicaron los despidos a la autoridad laboral. Con base a esto, según la Unión General de Trabajadores, Twitter tendría que readmitir a todos los trabajadores que echó.
Para Inna, aquí vemos claramente los riesgos de una tendencia muy peligrosa: el enorme poder de las empresas trasnacionales sobre los Estados, el dinero pasa por encima de la legalidad.
Musk sostiene que no le quedaba otra opción que echar a casi la mitad de la plantilla, dadas las pérdidas millonarias de Twitter, continúa Serrano. Aseguró que la empresa estaba perdiendo más de cuatro millones de dólares por día, y que los despidos masivos buscaban ahorrar los mil millones de dólares anuales que corresponden, casualmente, a la cantidad que Musk tiene que devolver a los bancos por los préstamos que adquirió para comprar Twitter.
Lo cierto es que en el primer trimestre de 2022 Twitter acumuló beneficios por más de 500 millones de dólares, multiplicando por siete las ganancias del mismo periodo del año anterior. Además, en los últimos 12 meses sólo se ha devaluado uno por ciento en bolsa. Y esto contrasta con las fuertes caídas en el mercado de valores de otras grandes tecnológicas: Meta cayó un 70% y Amazon se devaluó un 97%.
CAYÓ LA PUBLICIDAD
No parece terrible la situación financiera de Twitter, pero Musk se escuda en la reducción de la publicidad en la red social, concepto que representa el 90% de los ingresos de la plataforma. Tras la compra que hizo el multimillonario de la compañía, muchos anunciantes decidieron retirar sus contribuciones: General Motors, Volkswagen o el conglomerado alimenticio General Mills que maneja marcas como Yoplait, Häagen-Dazs, Cheerios o Lucky Charms.
Musk, sin embargo, le echó la culpa de estas pérdidas publicitarias no a la incertidumbre que generaban entre los anunciantes sus nuevos planes de gestión o al envejecimiento de Twitter frente a otras redes sociales, sino culpó a los activistas que estarían presionando a las empresas para que retirasen la publicidad y acabar así con la libertad de expresión, representada precisamente por Twitter en Estados Unidos.
Autoproclamado como un absolutista de la libertad de expresión, desde que Musk compró la compañía los mensajes racistas, antisemitas y machistas se han disparado, incrementando aún más si cabe la toxicidad de la red. De hecho, hace sólo unos días el dueño de Twitter readmitió a Donald Trump en la red social, después de que fuera suspendido tras incitar el asalto al Capitolio desde su cuenta.
Musk también reactivó la cuenta del periódico conservador satírico The Babylon Bee que concedió el título de ‘hombre del año’ a una mujer transexual. Y la del psicólogo Jordan B. Peterson que también publicó un tuit tránsfobo contra el actor Elliot Page. También recuperó la cuenta del rapero Kanye West que había sido excluido de la red por difundir mensajes de odio.
Pablo Iglesias subraya el debate que se abre por la cabida que tienen los discursos de odio y la incitación a la violencia en los medios de comunicación y las redes sociales: ¿hasta qué punto se pueden amparar en la libertad de expresión?
…POR LAS PAREDES
Musk envió un email a sus empleados urgiéndolos a decidir antes de 36 horas si permanecerían en la compañía, porque ello implicaba el compromiso de largas horas de trabajo a gran intensidad para construir un nuevo Twitter 2.0, donde ya no habrá espacio para beneficios como la posibilidad de teletrabajar o tener una semana laboral con menos de 40 horas.
Este ultimátum, según CNN, generó un éxodo masivo de empleados. The New York Times cifra en cientos el número de trabajadores que han decidido marcharse. Y Fortune señala que cerca de 1,200 trabajadores podrían haber abandonado la compañía. En caso de confirmarse esta última cifra Twitter habría pasado en menos de un mes, contado desde que Musk compró la compañía, de tener más de 7,000 trabajadores a sólo 2,000 personas en plantilla.
Ante el temor a un posible sabotaje por parte de los trabajadores de la red social, Musk decidió ese primer fin de semana cerrar todas las oficinas. Lo que no impidió las protestas de los trabajadores frente a los despidos. El 18 de noviembre se proyectaron unos mensajes luminosos en la fachada de la oficina central de Twitter en San Francisco, dedicados al presidente de la compañía.
Para entender la importancia política y empresarial de Elon Musk, La Base ya le dedicó un programa especial pero, en palabras de Sara Serrano, el mensaje proyectado sobre la pared contra el magnate condensa las principales características del multimillonario:
‘Bebé en bancarrota, parásito supremo, grano petulante, beneficiario del apartheid, besaculos de dictadores, oligarca fuera de la ley, colonizador inseguro, cruel acumulador de riqueza, niñato mediocre, pequeño racista, megalómano, millonario inútil’.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com