Una campaña racional

En una elección predominante emocional, donde los factores que juegan ya no son la ideología de los partidos ni la idoneidad de los candidatos, sino el enojo y la frustración de los ciudadanos (aun cuando algunos podrían argumentar que también la esperanza entra a la ecuación), la priista Mely Romero hace una campaña absolutamente racional.

Lejos del escenario del carro completo, el Partido Revolucionario Institucional sigue siendo una fuerza competitiva que puede ganar elecciones de diputados federales y senadores en determinados distritos y estados, aunque las cosas no pinten bien para el candidato presidencial.

Y en el primer distrito electoral federal, que corresponde a los cinco municipios del norte del estado, es completamente viable el triunfo de la coalición Todos por México.

La competidora más fuerte a la que se enfrenta Romero Celis es Martha Zepeda, porque como candidata de la izquierda y de un partido (PRD) que no tienen ni representación en el Congreso local, puede desmarcarse de las decisiones de gobierno en cualquiera de sus órdenes: federal, estatal y hasta municipal.

Si bien le faltan apoyos institucionales, estar huérfana del poder no deja de ser una ventaja para Zepeda del Toro. En este periodo no hay gobernantes ni representantes populares que comprometan el capital político del Sol Azteca.

Sin embargo, tampoco hay estructuras que soporten las aspiraciones de Martha Zepeda, quien se ha visto obligada a hacer campaña con la militancia del PAN, en donde seguramente no encontrará suficientes afinidades ideológicas.

A diferencia de otros perredistas que lograron acomodar sus aspiraciones a una agenda democrática común, por no decir que deslactosada, Martha Zepeda ha sido abogada de causas justas pero polémicas, especialmente en términos morales como los matrimonios igualitarios y el aborto. Con todo, son derechos ya ganados, asuntos que en realidad no pertenecen ya al ámbito legislativo pues existen resoluciones de la Suprema Corte que interpretan la Constitución a la luz de los tratados internacionales firmados por México.

Cuando tiene que hacer malabares la candidata de Por México al Frente es a la hora de explicar la participación del PAN en las cuestionadas reformas estructurales impulsadas por el presidente Peña Nieto. Ahí es donde se empatan los cartones con Mely Romero, que como senadora votó por esas reformas y ahora debe responder por las consecuencias, especialmente cuando las nuevas normas se traducen en un aumento en el precio de los combustibles como ocurre con la reforma energética.

Seguridad e ingreso familiar:

 Mely Romero entendió desde un principio que la racionalidad de la campaña comienza por comprometerse a acabar con la inseguridad y la inequitativa distribución de la riqueza.

No es tarea fácil porque el recuento de acciones emprendidas por Enrique Peña Nieto para bajar los índices en homicidios dolosos o en secuestros, tanto como los esfuerzos para mejorar los indicadores macroeconómicos, no son suficientes para convencer a un electorado que está enojado y frustrado.

Los mexicanos están enojados por los escándalos de corrupción en este sexenio y frustrados porque, en el entusiasmo del Pacto por México, se les hizo creer que los efectos benéficos de las reformas se verían a corto plazo.

Por eso los candidatos del oficialismo arrancaron la campaña cuesta arriba, y si algunos como Mely Romero han podido remontar es apelando a la inteligencia de los votantes.

Para los candidatos de oposición resulta fácil explotar el descontento. En cambio, los priistas de sólida trayectoria como Mely Romero lo único que tienen para apostar son sus credenciales.

La actual senadora con licencia fue subsecretaria de Desarrollo Rural en Sagarpa, donde emprendió políticas públicas que recogían las iniciativas que impulsó como dirigente de una organización nacional de mujeres campesinas dentro de la CNC.

Y aunque Romero Celis ha sido ponderada por los liderazgos de la Confederación Nacional Campesina como uno de los mejores cuadros de esa organización que compiten electoralmente, el perfil de Mely no se agota el ámbito rural.

Esta campaña le ha permitido mostrar su capacidad analítica en temáticas urbanas. Ya desde que era diputada local por el distrito de Cuauhtémoc, Mely Romero se caracterizó por hacer rigurosos diagnósticos de la realidad y presentar propuestas viables de solución a la problemática estatal.

Todo el conocimiento y la experiencia del mundo no bastarían, empero, para convencer al elector de otorgarle a un priista tres años más en San Lázaro. De ahí que Mely no ofrezca ser una diputada más del PRI, sino una auténtica representante popular que integra su agenda legislativa con base en las propuestas de la ciudadanía.

Para ello, lanzó una convocatoria para una serie de foros de consulta a los que, por el desgaste de la figura, denominó con enfoque mercadológico Laboratorio de Soluciones. Fueron cinco, uno en cada uno de los municipios que integran el distrito con ejes temáticos que recogen las necesidades más sentidas.

Fue un ejercicio exhaustivo, en el que las problemáticas y las ideas se plantearon mediante una rigurosa metodología. Lo más fácil hubiera sido presentarse ante los electores con las soluciones ya convertidas en promesas de campaña. Pero de eso está cansada la gente.

Trabajar los laboratorios permitió depurar las propuestas ciudadanas. Al concluir cada mesa de trabajo, lo mismo había geniales ocurrencias que ideas razonadas pero que, no por lógicas, han sido necesariamente implementadas.

Con una agenda legislativa que se resume en la promesa de gestionar recursos históricos para apoyar proyectos productivos de mujeres y jóvenes, así como programas de seguridad, Mely Romero se ha estado reuniendo con distintos sectores sociales para establecer mutuos compromisos.

De su habilidad para convencer a estos grupos sociales, más que de la capacidad de operación electoral del PRI, depende el triunfo de la candidata a diputada federal.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gnail.com.

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