El Acuerdo por la Educación que firmaron la SEP y cuatro televisoras privadas para transmitir por sus canales clases de preescolar, primaria y secundaria, no implica una abdicación dela 4T frente al poder televisivo sino todo lo contrario:es una colonización con contenidos educativos de la caja idiota y de las empresas oligopólicas dominantes, afirma John Ackerman.
Lo ideal hubiera sido que el gobierno no tuviera que pagar nada:son 450 millones de pesos, no obstante que se trata de concesiones del Estado. Igual podrían haber obligado a las televisoras a transmitir, peroya es un avanceinsertar contenidos educativos en los canales comerciales,celebra el politólogo.
La dramaturga y novelista Sabina Berman lo ve más bien, parafraseando al Tigre Azcárraga,como una continuidad de la tradición de las televisoras como soldados del presidente.Las empresas están haciendo un acto político, pero la responsabilidad de la calidad de las clases reside en el presidente, aunque sea uno democrático, con un proyecto formativo y de educación como AMLO.
Para el crítico de televisión Álvaro Cueva, invitado del programa John y Sabina del 18 de agosto de 2020 en Canal Once (https://www.youtube.com/watch?v=0DH9fMTMSnY), Aprender en Casa II es la evidencia de un acuerdo a otro nivel:
“Invito al público a que haga un análisis de lo que se decía en las noticias de Andrés Manuel López Obrador hace tres meses, y lo que se dice hoy.No es para menos. Este gobierno les hizo un gran regalo a los medios nacionales, porque si bien haydinero (el costo de transmitir esas producciones de televisión educativa) hay ante todo una frecuencia extra.Si hoy quisieran venderesos canales,lospagarían mucho más caro que en enero nada más por ese detallito. Fue un gran acto de generosidad del Estado:el trámite de otorgar una frecuencia adicional,que antes tardaba años, se resolvió de manera exprés por el pueblo y para el pueblo de México”.
Ackerman apunta que, en el contexto de la educación a distancia, se generó una exigencia ciudadana al espectro televisivo: proveer contenidos de calidad.También es un acto político de un presidente que está ganando la partida a la tradición de esa televisión para jodidos de la que habló Emilio Azcárraga Milmo.
“Todos salimos ganando con esta historia.Por eso, me siento muy ofendido con los comentarios de los enemigos del sistema a quienes lo primero que se les ocurrió cuando se hicieron estos anuncios, fue burlarse del presidente y de las televisoras con memes donde los conductores más estúpidos aparecían ahora como maestros de civismoo historia.
“En realidad, México es potencia mundial en la creación de contenidos educativos.Tenemos una Dirección General de Televisión Educativa (DGTE) trabajando desde hace décadas, y un Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa (ILCE) respaldado por la Unesco. Son equipos cuya eficiencia se puede medir.Sí sirven y sí educan, aunque muchos no lo sabían”.
Ackerman menciona que los programas de primaria, por ejemplo, se están produciendo en Canal Once.¡Yahora Televisa va a tener que transmitir contenidos producidos por la televisión pública!
ESCRITORIO, MAESTRO Y PIZARRÓN
Sabina Berman expresa sus dudas respecto a la enseñanza por televisión. El concepto le recuerda a la televisión educativa de 1980, cuando aparecían a cuadro un pizarrón, un escritorio y el maestro con una regla.¿Podremos tener algo de mayor calidad que eso?
“En los programas de la DGTE y el ILCE no ves a un maestro frente a un pizarrón –precisa Cueva–.No, son productos diseñados por pedagogos, con la ayuda de redactores que saben lo que están haciendo.Los niños se entretienen mientras mirantelevisión.Hay programas increíbles, por ejemplo, para que los niños aprendan matemáticas.Y no sólo los niños, los vamos a poder gozar muchos adultos que tal vez no tuvimos un buen maestro de física en la secundaria”.
Álvaro dice pertenecer a una generación privilegiada.“No sólo vi programas de entretenimiento con otro tono, sinoque también tuve acceso a producciones como Introducción a la Universidad que, misteriosamente, aparecía entre las caricaturas de Canal 5. A los 7 años veía programas de astronomía o arqueología que encendían las neuronas”.
Sabina, por su parte, recuerda la serie Discutamos México que, en el bicentenario, fue como una video-enciclopedia conducida por los grandes sabios y académicos de este país. Fueron 365 horas de programación que Berman vio como si estuviera tomando una maestría.
“Tenemos un bagaje impresionante en materia de televisión educativa –expone Cueva–.No nos quedemos con los programas de revista o con las peores telenovelas.Este país es grande y la industria mediática de este país tiene cosas muy buenas”.
Entonces,si hay una posibilidad de reconciliación entre la tele y la inteligencia, e incluso entre el gobierno y estas grandes empresas, cuestiona Ackerman, ¿porqué seguimos discutiendo incidentes como aquel de Javier Alatorre que, desde el noticiero nocturno de TV Azteca, llamó a desobedecer a las autoridades sanitarias diciendo:‘no le hagas caso a Hugo López-Gatell? En cualquier momento esta luna de miel entre la televisión y el gobierno puede tronar.
“Siempre quedan migajas de un pasado enfermo. La televisión privada es un poder fáctico, como la Iglesia Católica o como el narcotráfico, y nunca falta un rebelde que quiere hacer de las suyas e imponer su punto de vista ante la nación.Sin embargo, ya no estamos en aquellos tiempos donde si lo decía Alatorre callábamos y obedecíamos, ya no. Estamos en un contexto distinto: tenemos redes sociales, muchas más fuentes y distintas maneras de expresarnos. Y si alguien nosviene con semejante estupidez, la respuesta ciudadana y de las redes será negativa”.
¿Con la condena social, este tipo de locutores y empresasaprendieron por fin a respetar a su audiencia?, pregunta Ackerman.
“El saldo para el país es tan positivo que, mira, lo que está haciendo esa televisora en este momento: transmitir clases”, responde el invitado.
Sin embargo, Berman, como dramaturga que entiende la perversidad humana, cree que el saldo también es positivo para TV Azteca.Grupo Salinas no queríarespetar el confinamiento, quería que sus tiendas siguieran abiertas. Metieron la cuña, se hizo un escándalo y el hecho es que sus establecimientos (como las tiendas Elektra o Banco Azteca) no han cerrado un solo día durante la pandemia. En esas empresas la gente se enferma, se muere y no recibe indemnización.¡Se salieron con la suya!
LA FANTASÍA DEL PODER
Pese al Acuerdo por la Educación, observa Ackerman, las barras de opinión de Televisa, TV Azteca, Milenio o Imagen, en general siguen siendo monocromáticas. Álvaro Cueva es una de las excepciones en una tele comercial poco plural.
El crítico lo explica: “Las televisoras viven su fantasía de poder.Suponen que al escuchar el público a los opinólogos decir un discurso que se apega a la agenda corporativa, ya la hicieron esas empresas.Tal vez, hace 20 o 30 años eso era muy novedoso y efectivo.Ya no, tarde o temprano se van a dar cuenta y van a tener que abrirse”.
“Me parece lamentable que en este país haya más analistas políticos que cantantes contratados por las televisoras. Y la mayoría está alineado a la derecha. Ah, pero cuando aparece alguien de izquierda en un medio público se escandaliza la industria”.
Berman destaca cómo Cueva ha mantenido suindependencia en los distintos espacios de la televisión privada y pública en los que ha estado.
Y sí, “he trabajado en todas las televisoras que he podido, privadas y públicas, porque así y sólo así puedo garantizar una libertad editorial. Cada televisora tiene sus políticas, pero jamás me he quedado con las ganas de decir algo. Si no lo puedo decir aquí, lo digo allá”.
“En TV Azteca me fue como me ha ido en todas partes: bien y mal. El equilibrio es lo que hace que esto funcione, y por eso soy quien soy desde hace más de 33 años. No me arrepiento de nada: fui muy feliz en Azteca, como lo fui en Televisa y lo soy en Milenio, en Canal 22 o en El Heraldo TV. Que no se preocupen de los lugares donde colaboro sino donde no colaboro, porque eso significa que algo pasó”, resume Álvaro Cueva.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.