Las elecciones presidenciales de 2018 en México se dieron en medio de una profunda crisis de credibilidad en los medios de comunicación. Todo porque “los periódicos hablan de cosas que no existen”, dicen los moneros Rappé, Hernández y Helguera en el quinto programa de la segunda temporada de El Chamuco TV (https://tv.unam.mx/portfolio-item/el-chamuco-tv-temporada-2-programa-5/).
Entre las invenciones de la gran prensa figura la aparición de una nueva religión, el pejismo, cuyos creyentes no cuestionan supuestamente la narrativa del hoy presidente López Obrador. Aunque también es verdad, quiero anotar, que el Peje redujo el diagnóstico del país a una serie de parábolas: la de la mafia del poder, la de la prensa fifí, la del político conservador o la del economista neoliberal.
En esa línea, añaden los cartonistas, Isabel Turrent escribió por ejemplo: “Los feligreses de AMLO se han mudado a vivir en otra realidad alternativa, esa que intentan vendernos sus portavoces cada mañana. Rechazan la información y los datos, y compran y defienden todas las teorías conspirativas que fabrica AMLO, como la del fraude de 2006”.
La lectura de Turrent lleva a los colaboradores de la revista El Chamuco y los Hijos del Averno a concluir en su programa de TV UNAM que los medios están copados por voceros del régimen neoliberal. De hecho, Carlos Fazio hablaba no hace mucho de la uniformidad mediática: este esfuerzo por ocupar todos los espacios en los medios, para “decir todos la misma cosa”.
Puede ser en “un tono enloquecido y atrabiliario” como ciertos columnistas de la talla de Ricardo Alemán. O disfrazado en “un tono docto, sereno y supuestamente educado”, matizan. Raymundo Riva Palacio lo dice en un tono de “investigación periodística” y aparte están los analistas económicos. Pero todos dicen lo mismo: que lo que se ha venido haciendo desde Salinas está bien, y que “cuestionarlo es de locos y estúpidos”.
“Cuando criticamos la estrategia de Calderón contra el narco, se nos echaron encima Aguilar Camín y otros diciendo que defendíamos al narco”, recuerdan los caricaturistas.
REINO DEL BOLETINATO
Algunos de esos comentócratas son los ideólogos que crean la pauta, y luego vienen los de atrás. Pero hay columnistas que rompen la pauta, como Hernán Gómez Bruera, quien además se ha dedicado a desenmascarar a los opinólogos al servicio de la reacción, señalan los moneros.
En un texto reciente, este profesor-investigador del Instituto Mora se refirió a un artículo que Ricardo Flores Magón publicó en 1906, donde distinguió a la prensa de luz de la prensa de sombra o prensa serpiente, de cloaca o fermento de estercolero. La prensa luz era para el prócer la cercana a la gente, mientras que la prensa sombra era la oficialista que adula al poder.
Invitado al programa, Hernán Gómez dice que el de Flores Magón es un artículo actual, porque en los estertores del gobierno de Peña Nieto había una prensa minoritaria cercana a la gente y otra que vivió de la publicidad oficial y tiene poca calidad ética:
“Si vemos el gasto en publicidad oficial en prensa escrita y medios electrónicos, es una cantidad exorbitante. Nunca se había gastado tanto y no es sólo el dinero público. En México, donde se leen tan pocos periódicos, algunos medios ni siquiera existirían. La publicidad oficial era un premio a los que tienen una línea editorial afable, y un castigo a los que tienen una que no conviene. Esa práctica ha condicionado a la prensa en México. Y termina afectando a los propios periodistas pues, aunque algunos hagan investigaciones, los editores terminan publicando el boletín oficial.
“Vivimos el reino del boletinato. Los medios mayoritarios de pronto hacen algo de periodismo de investigación, pero es un género sumamente marginal que hacen medios alternativos, casi siempre los portales. Al final, uno ve la prensa y casi siempre es lo mismo. No hay mucha diferencia en las primeras planas. Y ni hablar de los comentócratas”.
PERRO NO COME PERRO
Hernán Gómez se ha enfrentado a la comentocracia. En un país donde se dice que “perro no come perro”, no se acostumbra tampoco criticar a los colegas analistas. Como si la prensa sintiera que puede criticar, pero jamás ser criticada:
“En una democracia todo mundo puede criticar a todo mundo. Es sano que los políticos puedan criticar a sus críticos, y que uno como comentócrata puede criticar a otros comentócratas. Me irrita mucho cuando leo a articulistas en los medios y me doy cuenta que no hay mucha diferencia entre ellos. Siempre es la misma perspectiva. Y durante la campaña electoral llegó al extremo de que repetían las mismas frases.
“Un amigo está haciendo un estudio que va a salir pronto y será muy interesante, acerca de cómo los analistas repiten casi los mismos discursos y, ahí se ve, cómo usan las mismas palabras. No extraña porque quienes escribimos en los diarios somos apenas un sector de la sociedad, una clase social. Casi siempre son hombres, pocas son mujeres; son del decil más alto en la distribución del ingreso, casi siempre son blancos y mayores de 50 años. ¿Cómo puedes esperar pluralidad en los medios y voces distintas, si al final siempre es la misma oligarquía comentocrática la que domina el discurso público?”
No por nada Carlos Monsiváis llamaba ‘el ballet folclórico del Estado de Derecho’ a esos críticos que, además, no están acostumbrados a que los critiquen, recuerda uno de los moneros. Pero ahora con las redes sociales los tuiteros se les enfrentan y pareciera que eso los molesta mucho:
“Uno ve cómo reacciona Macario Schettino, Mac Ario, como lo llaman en las redes –bromea Hernán Gómez–. La forma en que disemina un discurso racista y la respuesta que hubo en las redes ante eso. El cuate, en lugar de discutir su reseña de Blueprint: How DNA makes us who we are, de Robert Plomin, dice que hay un linchamiento en su contra cuando lo que hubo fueron críticas muy razonables, con muy buenos argumentos, de gente que opone estudios que dicen que esa literatura que él cita [sobre el determinismo genético] está totalmente desacreditada.
“Eso pasa cada vez más con las redes sociales. Estos comentócratas que se acostumbraron a repetir las mismas cosas, a no a pensar ni a criticar y que nunca fueron criticados, se están dando cuenta que necesitan tener más interlocución. Está bien porque los están sacando de sus certezas. En ‘Es la hora de opinar’ que conduce Leo Zuckerman en Foro TV, se ve que Gribrán Ramírez saca de quicio a Denise Dresser cuando le cuestiona todas sus certezas y todos sus dogmas”, resume Hernán Gómez.