Se cerró el plazo y no se registró otra planilla distinta a la que encabeza Martín Flores Castañeda para contender por la dirigencia del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado.
Al filo de las 9 de la noche de este miércoles 24 de julio, el presidente del Comité de Vigilancia, Víctor Vázquez Cerda, pidió a los sindicalizados presentes dar fe de que no se había presentado ninguna otra planilla además de la llamada “Por la unidad y fortaleza sindical”.
No habrá, pues, oposición formal a la reelección de Martín en esta segunda etapa en la que ha sido secretario general (antes de la época de Víctor Vázquez, Flores Castañeda estuvo al frente del STSGE cinco trienios).
El dilema para el XV Congreso Estatal Ordinario se reduce a instalar 30 mamparas para que crucen la boleta los trabajadores y se cuenten los votos en igual número de mesas –en un proceso comicial que podría desahogarse en hora y media– o elegir al nuevo dirigente a mano alzada.
No habrá quien le dispute la dirigencia al actual líder, pero no porque la patronal haya renunciado a la idea de influir en la representación laboral. El secretario general de Gobierno, Arnoldo Ochoa, por supuesto el de Administración, Kristian Meiners, y hasta el de Finanzas, Carlos Noriega, operaron personalmente para tratar de convencer a algunos trabajadores de integrar una planilla.
INTROMISIÓN PATRONAL
Desde la oficina de Ochoa González se quiso revivir la misma candidatura del hijo de un ex dirigente sindical que se impulsó hace tres años, pero la idea no avanzó. De entrada, porque el elegido es ahora director de un periódico y, en teoría, no trabaja para el gobierno estatal.
Ese mismo sindicalizado aspiró a ser secretario general en la elección anterior, pero topó con la aspiración de Cristina Navarro, quien había formado parte de los comités encabezados por Víctor Vázquez en carteras tan importantes como Finanzas o Trabajo y Conflictos, y consideraba que le había llegado el turno.
En esas condiciones, el hijo del ex dirigente terminó uniéndose a la planilla de Navarro, quien demostró su ascendencia sobre los trabajadores al obtener 750 votos en contra de Martín Flores, casi la tercera parte de los sufragios en juego.
Cristina sería una aspirante natural a contender otra vez por la dirigencia sindical, de no haber hecho tan mal cálculo: supuso que los votos obtenidos en la elección constituirían la membresía de una nueva organización, pero apenas la siguieron poco más de 50 trabajadores al Sindicato Independiente que formó.
Con Navarro imposibilitada para seguir participando en las elecciones de un sindicato al que renunció, los operadores de la patronal tenía que encontrar otro cuadro para enfrentarlo a Martín. Y, por más que buscaron, no lo hallaron.
SINDICATO COMBATIVO
Y es que la encomienda gubernamental no ayuda a integrar una agenda electoral atractiva: ¿qué sindicalista en su sano juicio prometería en campaña, por ejemplo, que los trabajadores renuncien a su afiliación en el IMSS bajo la modalidad 10 para quedar en la 38?
Hace tres años, la oposición a Martín Flores desde el grupo político recién llegado al poder tenía un propósito: doblar la resistencia sindical a una reforma en pensiones que habría liberado a la patronal de los adeudos pendientes con el fondo, para empezar el sistema con un borrón y cuenta nueva.
Sin duda, la personalidad, la experiencia y el liderazgo de Martín, incluso el notable cambio en su estilo de dirección (comparado con el que ejerció en su anterior gestión, cuando era más fiestero) fueron determinantes para mantener la unidad y la fortaleza sindical.
La nueva ley de pensiones que entró en vigor este año y obliga al Gobierno del Estado a reponer todas las aportaciones que como patrón no hizo al fondo, 710 millones de pesos, se explica por esa firmeza en la representación sindical.
Martín defendió la posición de los sindicalizados pero facilitó la reforma a pensiones. Y sus representados accedieron incluso a hacer aportaciones más cuantiosas para su fondo de retiro, así como a trabajar más años para tener derecho a jubilarse.
Pero ahora, conformado el Instituto de Pensiones, los trabajadores requieren de una dirigencia sindical fuerte y hasta combativa para presionar a la patronal a cumplir sus compromisos económicos con el fondo de pensiones, y a seguir haciendo las aportaciones regulares pues, de otra manera, el esquema para el retiro no tendrá viabilidad.
CUENTAS CLARAS
La reelección de Martín se da no sólo porque los burócratas siguen necesitando a un líder políticamente habilidoso y astuto, sino también porque en su tercer informe –el mismo 9 de agosto que se renovará la dirigencia– presentará buenos resultados.
Con Flores aumentó el patrimonio sindical, este mismo año abrió sus puertas el Salón de Eventos anexo al Casino de los Burócratas. Y creció el capital de los fondos mutualistas que el STSGE utiliza para hacer préstamos blandos a los trabajadores.
Muchos de los burócratas, debido al deterioro de su poder adquisitivo, se han ido endeudando con financieras y tiendas departamentales que cobran intereses leoninos. En ese sentido, en cuanto a créditos a corto plazo el Sindicato ha estado supliendo a Pensiones. Y en esquemas de ahorro, ofrece a sus agremiados inmejorables opciones de inversión.
Flores Castañeda continuó con la política de vivienda para los trabajadores que comenzó él mismo e impulsó su sucesor. Este año se inauguraron los trabajos de urbanización de la primera fase del fraccionamiento Palmas del Camino Real con 504 casas, ubicado al norte del Complejo Administrativo sobre la autopista. Y avanzan los trámites para arrancar en breve la segunda etapa.
Pese a una actitud francamente antisindical en algunos de los funcionarios de la contraparte, dentro de una nueva cultura laboral el STSGE ha sido un factor determinante para la modernización y eficiencia en la prestación de los servicios que presta el Gobierno del Estado. El Sindicato alienta al trabajador a cumplir sus horarios, realizar sus tareas diligentemente y a capacitarse.
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