Ya es 2020. Parece que ha llegado la hora de que en Colima se aproveche el estadio de Loros, infraestructura que quedó como herencia después de la etapa de Jimmy Goldsmith y su franquicia, quien después de su muerte dejó las condiciones necesarias para ser explotadas por otro proyecto.
No se trata de solamente conseguir otra franquicia. Hay muchos
factores en los que se debe basar un proyecto bien pensado, a largo plazo, que
represente a Colima, con el que se pueda aspirar tal vez no de manera inmediata
a la Liga de Ascenso, pero sí un proyecto con visión a futuro, que inicie en la
Tercera División o que inicie en la Segunda División con derecho a ascenso.
Con la finalidad de aprovechar esta infraestructura, hay
varios factores que se deben tomar en cuenta; en primera instancia, debe ser un
proyecto donde el gremio del futbol de Colima tenga presencia. No me refiero
solamente a aquellos futbolistas que tuvieron su paso por la Primera, sino
también aquellos que pasaron su carrera en el futbol amateur colimense, quienes
conocen las vicisitudes de aquellos diamantes en bruto que se pierden en el
camino y no llegan al profesionalismo.
Un proyecto serio en Colima de incluir como base las fuerzas
básicas. Hay mucho jugador de calidad en Colima; algunos que incluso salen muy
chicos a categorías de formación de los clubes de Primera División, algunos que
pasan por los equipos amateur de aquí de Colima, pasan por la Tercera División
aquí y en toda la región, pues una franquicia con futuro les daría
posibilidades a los jugadores de calidad de los alrededores. No solamente que
sean colimenses, pues en toda la región hay jugadores de mucha calidad. En Jalisco,
en Michoacán, incluso Nayarit o Guerrero, habrá quienes puedan ser parte del semillero
de este deporte en Colima.
Estamos hablando de que ya hay lo básico: materia prima, que
son los jugadores y hay infraestructura al menos en lo que se refiere al Estadio
Olímpico Universitario. Un estadio apto para Liga de Ascenso y sin duda que es
apto para la Segunda División, no se diga para la Tercera División. Se
necesitan patrocinadores, quizá el reto más importante en lo local. Ya no
estamos en una etapa donde el Gobierno del Estado, como hace unas décadas,
tenía la posibilidad de financiar completamente un proyecto futbolístico; en la
universidad tampoco hay viabilidad económica para sostener un equipo
profesional, y en ninguno de los dos casos es su obligación.
Las posibilidades de que haya alguna inyección de dinero
proveniente de la iniciativa privada,
radica mucho en la forma en que se geste el proyecto, la seriedad de los que lo
integren, y la experiencia que transmita confianza. Debe ser un esquema en el que
no se gaste tanto dinero, una de las complicaciones más grandes en el balompié
profesional, un formato en el que se gaste bien, una escuadra que tenga pies
para golear y cabeza para pensar.
Se debe plantear un esquema más parecido a lo que es Xolos de
Tijuana, lo que es incluso el Pachuca, proyectos integrales tropicalizados para
Colima, que incluyan educación, formación social y cívica, que traten de generar
no solamente buenos futbolistas, sino también seres humanos, un club en sí. Habrá
que dotar al jugador de una disciplina, de buena alimentación, del sentido de
la responsabilidad, que si llegan a ser futbolistas, sean jugadores que no pongan
en riesgo su carrera con actitudes antideportivas.
Colima es un lugar complicado mercadológicamente hablando; el
colimense muchas veces se la piensa para pagar un boleto, sin embargo, la gente
en Colima sabe reconocer cuando hay un buen proyecto y cuando hay un buen espectáculo.
La capacidad económica de la afición no es muy alta; no es como otras grandes
ciudades donde hay cientos de empleos de alta gama en empresas trasnacionales, pero
cuando el espectáculo vale la pena, los colimenses tratan de aprovecharlo.
En ese sentido, es importante un proyecto que refleje realmente
la idiosincrasia de Colima: en sus colores, en su mote (aunque el más popular
es Loros, por la máxima casa de estudios); un proyecto que apueste al arraigo,
con jugadores que se acerquen a la afición, con actividades en las que los
niños puedan ir a conocer a la plantilla, que puedan tomarse una foto con ellos,
acercarse e ir a los entrenamientos. Que sea también una aspiración de los
jugadores infantiles algún día llegar a formar parte de este equipo, con
posibilidades de ir ascendiendo.
La gran pregunta es: ¿vamos a seguir desperdiciando el estadio de Loros?