WE HAVE A POPE

Con el nombre de León XIV, Robert Francis Prevost Martínez O.S.A. fue electo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Cardenal obispo hasta el momento de su elección, el nuevo papa no sólo tiene doble nacionalidad (es estadounidense pero se naturalizó peruano) sino un perfil que abarca muchas de las posibilidades en una carrera eclesiástica:

Fue misionero en diferentes vicariatos y administrador apostólico en dos diócesis de Perú. Teólogo, especialista en Derecho canónico y, como señala su apellido, preboste (persona que tiene la autoridad) entre los agustinos.

Como fraile se formó y desempeñó liderazgos en el clero religioso (llegó a ser prior general de la orden de San Agustín), pero también tuvo a su cargo dos cátedras. Francisco lo integró a la Curia, nombrándolo prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.

Apenas en 2023 Bergoglio lo había creado purpurado, nombrándolo cardenal diácono de Santa Mónica y, a inicios de 2025, lo elevó a la orden de los cardenales obispos como titular de la sede suburbicaria de Albano.

Para su ordenación episcopal en 2014, le asignaron la diócesis histórica de Sufar, en Mauritania. Y así fue como, ya siendo monseñor, pudo asumir la administración apostólica del obispado de Chiclayo en 2015. Y en 2020 ocupó el mismo cargo en la sede vacante del Callao.

La elección de un papa nacido en Chicago le sonó a mucha gente como si el cónclave hubiese acatado la voluntad de Donald Trump. Y es que el presidente de Estados Unidos trató groseramente de influir en la sucesión de Francisco.

Entre los trumpistas sonaba como favorito el antiguo arzobispo de San Luis, Raymond Burke, un dignatario muy conservador que no sólo defendió la construcción del muro en la frontera con México, sino que fue un virulento crítico del pontífice argentino.

En 2023, Francisco retiró al patrono de la Soberana Militar Orden de Malta ciertos privilegios asociados a su condición de cardenal emérito, incluyendo el uso de una residencia en el Vaticano y el subsidio económico que recibía. Adujo que “no es justo que alguien use los bienes de la Iglesia para atacar a la Iglesia”.

Muerto el patriarca de Occidente y buscando torcer la voluntad del colegio cardenalicio, Burke declaró: “La Iglesia está en peligro”; el catolicismo afronta “un momento de gran peligro”. A esa posición radical de su compatriota no eran ajenos el injerencista Trump ni su vicepresidente J. D. Vance, quien por lo menos tiene el pretexto de ser un católico converso.

El presidente de EEUU compartió en sus redes sociales el meme que lo muestra con vestimentas papales. La imagen generada con inteligencia artificial llevó a la Conferencia Católica del Estado de Nueva York a acusar al mandatario de burlarse de la fe. No la fabricó la Casa Blanca, pero Trump dio pie a la guasa al bromear con los periodistas diciendo: “Me gustaría ser Papa”.

Revelada la identidad del nuevo obispo de Roma, Trump se fue a la cargada: “Felicitaciones al cardenal Robert Francis Prevost, quien acaba de ser nombrado Papa. Es un gran honor saber que es el primer Papa estadounidense. ¡Qué emoción y qué gran honor para nuestro país! Espero con entusiasmo conocer al Papa León XIV. ¡Será un momento muy significativo!”, publicó en su red Truth Social.

NUESTRO HOMBRE EN ROMA

En su primera aparición pública, León XIV lanzó muchas señales:

– Nació en Estados Unidos, pero evocó en su primer mensaje el ejemplo de Francisco.

– Recuperó los ornamentos que habían dejado de usar Benedicto XVI y Bergoglio en sus respectivas asomadas al balcón, y con ello generó especulaciones respecto a si volvería a ocupar los aposentos papales en el Palacio Apostólico, a diferencia de su antecesor que se quedó a vivir en una habitación del hotel Santa Marta.

– Prevost saludó a los fieles de su diócesis en Chiclayo, pero no mencionó ni a los catequistas de Chicago. Además, en su mensaje alternó el italiano con el español, asumiéndose de facto como un segundo papa latinoamericano y no como el primer estadounidense.

– Centró su discurso en el tema de la paz. Y, en ese sentido, la elección de su nombre como pontífice puede ser una referencia a León XIII, el diplomático que abogó por el fin de los conflictos entre las potencias europeas de finales del siglo XIX. Gioacchino Pecci fue también autor de la encíclica Rerum novarum (‘Acerca de las nuevas cosas’) en la que denunció la virtual esclavitud de los pobres y preconizó salarios justos, pero donde también rechazó el sindicalismo obrero de inspiración socialista.

Como un papa mediador para una iglesia y un mundo polarizado; alguien que no es de aquí ni de allá; como un moderado para los liberales, pero aceptable para los conservadores; así se asume probablemente León XIV. Sin dejar de ajustarse a la retórica imperialista de Trump quien presume tener ahora una pieza en el Vaticano, Prevost ratifica la exigencia de las mayorías católicas (concentradas en países asiáticos, africanos y latinoamericanos) de volver a seguir a un pastor surgido de la periferia.

GUIÑO A AMÉRICA LATINA

En su novela Cónclave (2016), el escritor Robert Harris presentó como sucesor del difunto papa a un prelado filipino, Vincent Benítez. Aunque en la ficción se trata de un misionero que fue creado cardenal in pectore para protegerlo en su gestión como arzobispo de Bagdad, sospecho que el novelista ubicó a su personaje en ese lugar del Tercer Mundo no sólo para predecir la continuidad del argentino Jorge Mario Bergoglio, sino como un homenaje a Luis Antonio Tagle, el ‘Francisco asiático’.

En la adaptación cinematográfica, el director Edward Berger convirtió de italiano a británico al decano del colegio cardenalicio, encargado de conducir el proceso de elección. Lo llamó Lawrence en vez de Lomeli, probablemente para aprovechar que tenía en el elenco a Ralph Fiennes. Sin embargo, no hizo a Benítez mexicano porque el actor que lo interpretaría fue Carlos Diehz. Más bien fue al revés, al histrión le asignaron el papel porque el personaje tiene su misma nacionalidad. Nuevamente sospecho que Berger lo llevó de filipino a mexicano como un guiño a los migrantes, ante la manifiesta hostilidad de Donald Trump con nuestros paisanos.

En los momios de las casas de apuestas y en las especulaciones de los periodistas de la fuente vaticana, Tagle figuraba con Pietro Parolin como uno de los finalistas de la carrera papal. Los reporteros que cubrían el cónclave acabaron creyéndose las historias que los corresponsales permanentes en Roma les contaron: un candidato natural como era el ex secretario de Estado sería desplazado finalmente por un cardenal no europeo.

En la novela, Lomeli tuvo el mismo cargo de Parolin, pero el papa de la ficción lo quitó de esa posición en la Santa Sede para nombrarlo prefecto para la Doctrina de la Fe, con residencia en el Palacio del Santo Oficio.

En Parolin estaban cifradas las esperanzas de que al solio pontificio regresara un italiano. Bergoglio nació y ejerció su ministerio en Argentina, pero descendía de inmigrantes piamonteses. La costumbre también habría impedido que el sucesor de Francisco fuera otro jesuita como Hollerich, arzobispo de Luxemburgo; mucho menos otro jesuita y además argentino, el cardenal Ángel Rossi.

Tagle se ordenó sacerdote diocesano, pero estudió teología en Estados Unidos y trabajó muy de cerca con los jesuitas en Filipinas. En 2019, Bergoglio lo designó Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y con esa autoridad ha encabezado las Obras Misionales Pontificias. El difunto papa lo confirmó asimismo como presidente de la Federación Bíblica Católica y de Caritas Internationalis.

Prevost Martínez, por su parte, es religioso como Francisco, pero no pertenece a la Compañía de Jesús sino a la orden mendicante que sigue las enseñanzas y espiritualidad de San Agustín de Hipona.

Como estadounidense con ascendencia hispánica, León XIV se proyecta como latinoamericano. Los medios españoles insisten en que su madre era española, pero otras fuentes rastrean sus orígenes familiares en Sudamérica.

Tal como describe Harris a uno de los papables más ambiciosos, el cardenal francocanadiense Tremblay, Prevost cumplió el requisito de ser norteamericano y, al mismo tiempo, salvó el tabú de ser estadounidense.

IGLESIA RICA, IGLESIA POBRE

Si la reserva demográfica del catolicismo en América está en México y en Brasil, ¿a qué responde la fuerza de la Iglesia en Estados Unidos?

Indudablemente, a las aportaciones económicas que suele hacer una feligresía integrada por minorías católicas bien adaptadas al capitalismo protestante: descendientes de italianos, irlandeses, alemanes, polacos, ucranianos, cubanos o españoles. Sin olvidar a los mexicanos que compensan su menor poder adquisitivo, con una población creciente.

En ese marco, a Prevost se le considera un clérigo progresista. Fue muy crítico con las políticas de Trump, especialmente con la deportación masiva de inmigrantes. Y muchos analistas lo ubican en la línea de Francisco: es un pastor que sabe escuchar, tratar y defender temas como los derechos de la mujer o los abusos a menores.

Se espera de León XIV que siga el camino iniciado por Francisco, quien por algo lo nombró “favorito a papa” entre los cardenales de Estados Unidos. Deseo que haga suya la opción preferencial por los pobres y más desfavorecidos; y que retome la lucha por los derechos de todos. Ya prometió trabajar por la paz en el mundo, que lo haga también por la inclusión en la Iglesia de más mujeres y más laicos.

Nacido y criado en Chicago, una ciudad “tormentosa, áspera y pendenciera”, como dijo el poeta, cuyas tasas de criminalidad son las de un país en guerra como Irak (de ahí su apodo ‘Chiraq’), Prevost fue casi una década misionero en Perú.

Para él, “los obispos deben ser pastores cercanos a su pueblo, más que meros administradores”. Y en tanto promotor de la unidad en la Iglesia, asume que el clero debe estar dispuesto a acompañar y escuchar a todos sus fieles.

El papa Francisco creó a la mayoría de los cardenales que eligieron a León XIV. Pero, como dijo Bernardo Barranco, nombró príncipes de la iglesia ‘de dulce, de chile y de manteca’, en un reconocimiento de la fuerza que tienen las diferentes corrientes al interior del clero.

Sin embargo, Bergoglio descargó en Prevost una tarea cuyos resultados se verán a más largo plazo: influir en los criterios para la formación de presbíteros y, a últimas fechas, nombrar obispos con la mística pastoral de Francisco.

Frente a una jerarquía eclesiástica al servicio de los católicos ricos, esperamos que ese nuevo episcopado moldeado por el hoy León XIV pronto empiece a ordenar sacerdotes del siglo XXI, y no clérigos que parecen venir de la Edad Media.

…LA PRIMERA PIEDRA

En cuanto fue anunciada su elección como pontífice romano, Francisco empezó a ser atacado por su presunta traición a los sacerdotes jesuitas que fueron desaparecidos por el régimen militar argentino, cuando Bergoglio fungía como provincial de la Compañía de Jesús.

Y en la rapidez de las reacciones al anuncio del nombre del nuevo papa, León XIV no se quedó atrás. La elección de Robert Prevost fue empañada por la acusación de encubrimiento de casos de violencia sexual hacia menores, mientras estuvo en Perú.

En 2024, tres mujeres denunciaron en la televisión que, cuando el ahora Sumo Pontífice era obispo de Chiclayo, protegió a un cura que cometió actos de pederastia en contra de una menor de 9 años.

Según el testimonio de la víctima, el sacerdote denunciado admitió los hechos ante Prevost. “Sin embargo, en lugar de ser apartado o denunciado a las autoridades, fue trasladado a otra sede eclesiástica”.

La Diócesis de Chiclayo desmintió las acusaciones mediante un comunicado oficial. El obispado ofreció una cronología de los hechos, señalando que las tres denunciantes se reunieron con Prevost para denunciar a su agresor.

“Recibida la denuncia se procedió a la aplicación de las medidas cautelares para iniciar la investigación previa”. El presbítero fue separado de la parroquia que tenía a su cargo, y se le prohibió el ejercicio público del ministerio sacerdotal, informó la diócesis.

El cura alegaba que nunca admitió responsabilidad alguna ante el entonces obispo Prevost, por los abusos que le imputaron. Y, cuando el expediente pasó al Dicasterio para la Doctrina de la Fe, fue archivado por prescripción de los hechos denunciados. El escándalo reventó porque el cierre del caso coincidió con la designación de Prevost como prefecto del Dicasterio para los Obispos. Y revive con el inicio del papado.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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