Dado que estamos en los sanfermines, abandonaremos los temas postelectorales para hablar de estas importantes fiestas.
España, país multicultural como pocos, se distingue por sus muchas fiestas populares y religiosas, coloridas todas y muchas de ellas, muy originales. Ningún pueblo o ciudad está exento de ellas. Las corridas de toros acompañan a muchas de ellas y la expresión más moderna del carácter de los españoles se manifiesta en el básquetbol y en el fútbol. Sobre todo, el último, tiene gran repercusión en nuestro país y en buena parte del mundo. Aquí se cuentan por millones los seguidores del Barcelona o del Real Madrid, pero también hay quienes siguen al Atlético de Madrid, al Sevilla o inclusive, a los equipos débiles de la liga, pues no faltan seguidores del Levante o del Éibar.
Pamplona, en la Comunidad Foral de Navarra, es el escenario de los Sanfermines (Sanferminak, es su nombre vasco) y es frecuente ver en estas fechas a esas multitudes vestidas de blanco con un pañuelo rojo al cuello que corren por delante de los toros bravos y muchas veces nos enteramos de heridos por cornaduras o contusiones ocasionadas por los astados a los participantes activos de la fiesta. Reza una canción: Uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril; cinco de mayo, seis de junio, siete de julio, Sanfermín; a Pamplona hemos de ir, con una media y un calcetín…
La carrera es conocida como El Encierro y se prolonga a lo largo de tan solo 875 metros en las calles del centro histórico y si no sucede algo fuera de lo común tarda tan solo un par de minutos. A lo largo de ese trayecto, que termina en la plaza de toros, corre una multitud por delante de seis toros bravos (los que serán lidiados esa tarde) y seis cabestros (también llamados mansos) que los guían, iniciando a las ocho de la mañana, todos los días entre el 7 y el 14 de julio de cada año.
Se dice que, desde el inicio de estas fiestas en honor a San Fermín de Amiens, que había nacido en Pamplona y es el santo patrono de Navarra conjuntamente con San Francisco Javier (aunque no lo es de Pamplona en particular, que lo es San Saturnino), los carniceros de la ciudad eran los encargados de conseguir el ganado que habría de lidiarse durante las fiestas, y éstos comenzaron a sumarse a los pastores o arrieros que guiaban al ganado (toros y cabestros) hasta la plaza de toros. En algún momento alguien tuvo la ocurrencia de ir por delante en vez de atrás del ganado; luego se popularizó el entretenimiento y cada vez fueron más los que se sumaron a esa carrera.
Las normas que rigen los encierros han ido surgiendo a través de los años, y eso resulta lógico. Una clave fundamental para evitar peligros, es la comunicación, misma que se realiza a través de cohetes. El primero comunica que el encierro comienza; el segundo indica que los toros salieron del corral; el tercero dice que los toros llegaron a la plaza de toros y ninguno se encuentra en las calles y el cuarto, que los toros se ubican ya en el corral de la plaza, lo cual permite la reapertura de las calles que se usaron para el encierro.
Debemos saber sin embargo que la fama global de estas fiestas singulares no se remonta hasta antes del siglo XII cuando comenzaron a celebrarse, sino que deriva de la difusión de las mismas que hizo Ernest Hemingway en su novela Fiesta (1926), que, por otro lado, fue la obra que hizo famoso al propio Hemingway (fama que lo llevó a ser ganador del Nobel de Literatura en 1954). Así, la evolución moderna de este festejo, data de 1950. Esta festividad contribuye a que Pamplona sea conocida a nivel mundial y se ha convertido en una importante fuente de ingresos para los prestadores de servicios de la ciudad. Existe también, a finales de julio, otra fiesta conocida como San Fermín Txikito (o pequeños sanfermines) en la que todos los participantes son navarros.
El Chupinazo es el primer cohete que se dispara para indicar el inicio de las fiestas, y eso sucede el día anterior al primer encierro. Es el 6 de julio a las seis de la tarde en la Plaza del Castillo y desde alrededor de 1940 es un honor realizar ese disparo. El Chupinazo va acompañado de un grito: ¡Pamploneses, Pamplonesas! ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!
De San Fermín diremos que provenía de una familia bien posicionada en la antigua Navarra (en el siglo III) y su fama es que convirtió al cristianismo a un buen número de galos. Estuvo en Aquitania, Auvernia, Anjou y Amiens, donde sufrió cárcel y fue mártir por decapitación (por eso en los Sanfermines se usa el pañuelo rojo como sangre al cuello). Ahora es un santo cuya existencia no tiene base histórica, pero sigue siendo venerado sobre todo en Amiens, en Pamplona y en ambas ciudades se efectúan importantes celebraciones en su honor.
Si los escasos lectores de esta columna quieren disfrutar de los encierros, ésos son transmitidos en vivo por Televisión Española (Sky, Canal 281 y en otras plataformas).
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.
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