Andrés Manuel López Obrador repite que el gobierno que heredó y preside es como un elefante reumático, con movimiento lento y con muchas dificultades de movilidad y pide a los ciudadanos que le ayudemos a moverlo y a agilizarlo. Ese dicho es muy fácil de comprobar si se acude a la única clínica hospital del ISSSTE en la capital del Estado. Lo más preocupante es que en vez de que se observe una mejoría en el servicio y en la atención de muchos burócratas que allí laboran, éstos han involucionado desde cuando se produjo el nombramiento de Alberto Covarrubias Bermejo como encargado de la Delegación Estatal y de Fernando Orozco Razón como encargado de la dirección de la Clínica.
Quizás, la operación del Instituto en Colima nunca se ha acercado a lo ideal (al que junta estas letras no le consta como era cuando comenzó a operar en el Estado), sin embargo, se puede afirmar de los grandes retrocesos se vivieron cuando ejerció Guillermo Villa Godínez como delegado estatal. Precisamente entonces, entre otras muchas acciones negativas, se nombró a Fabiola Quintero al frente de la oficina de Atención al Derechohabiente, la cual continúa desde entonces en ese puesto. En esa oficina, en vez de solucionar los problemas que plantean los derechohabientes, se les generan otros; sus resultados representan mala fe y la ineficiencia absoluta. Su mérito para alcanzar ese sitio, según se dice por parte de sus compañeros de trabajo, consisten en ser amante de alguien muy cercano a Villa Godínez y que fue un empleado importante durante el tiempo que éste se encontraba al frente de la Delegación.
También de esas fechas data un agravamiento en la lentitud y prepotencia con la que opera la farmacia de la Clínica. Son al parecer, los empleados de allí quienes más poder tienen sobre el servicio de la clínica. Disfrutan al enviar a un paciente con su médico porque algo no les gusta lo que se prescribió y claro, a cierta hora, la cola crece porque siempre tienen que almorzar en horas que debieran atender el surtido de medicamentos. Ah, pero si acude un empleado del propio ISSSTE, éste es atendido de inmediato, sin importar que otros hayan esperado su turno durante mucho tiempo. En algunas oportunidades sólo funciona una ventanilla y la cola dura varias horas (eso sucedió el 6 de marzo, por ejemplo). Y precisamente ese día, una receta se surtió incompleta sin que se diera de baja en la misma, lo que no se surtió. En Atención al Derechohabiente dijeron que eso es correcto. El que junta estas letras piensa que más bien, se trata de una práctica de huachicoleo.
Es sabido que existe una fuerte relación política y de amistad entre Covarrubias Bermejo y Villa Godínez y que éste quedó fuera del ISSSTE, según dicen en el propio Instituto, precisamente por su mala actuación al frente de la Delegación (hasta se habla de prácticas corruptas, cometidas entre otras formas, a través de la constructora de uno de sus hermanos). Ahora, ese grupo que actuó mal, es regresado al poder local del Instituto con todas las consecuencias que, desde antes de nombrarlo, resultaban previsibles. Y claro, como la lógica es necia, esas predicciones se van haciendo patentes en la operación diaria. No tienen perdón, hasta el abasto de medicamentos ha bajado. Pero también se rumora en el propio ISSSTE, que Covarrubias fue nombrado en su puesto actual, gracias a la relación de Villa Godínez con alguna diputada (según dicen algunos) o con una senadora (según el dicho de otros).
Si se pasa revista a los médicos familiares, se encontrará por las tardes con auténticos niños héroes como Armando Peralta o Miguel Zamora, los cuales, más groseros y prepotentes no podrían ser. Es decir, finísimas personas. Además, el primero, niega medicamentos a sus pacientes con padecimientos crónicos, como hipertensión, al asegurarles que ya se encuentran curados. Eso constituye un atentado criminal por mala praxis y merecería no solo ser echado de su posición, sino llevado a juicio. Hasta quienes no somos médicos, sabemos que eso es una mentira. Si Usted quiere comprobar la calidad de estos personajes, acuda a la cínica y platique con sus pacientes, muchos de los cuales le dirán que prefieren no aceptar que alguno de ellos le atienda (si pudiera llamarse atención a lo que hacen).
Por supuesto, al referirme a médicos y a empleados del Instituto, no quiero sugerir que todos son iguales. Los hay respetables y hasta entrañables, y los indeseables, quizás, sean los menos. Más de un médico se preocupa por preservar la salud de sus pacientes, eso me consta, lo alabo y lo agradezco. Pero no puedo entender que la Unidad que nos corresponde, en un momento de cambios positivos, en vez de ir hacia adelante, vaya hacia atrás y que, en lugar de transitar hacia la cuarta transformación, vaya hacia la segunda. Aquí, pudiera pensarse que hay mano negra de algún moreno (sea sanadora o diputada) y debiera rectificarse el nombramiento, pues si no se necesita habilidad para encontrar críticos sin bases hacia la labor del Presidente, al crear situaciones como las descritas, se generan motivos para una crítica que se base en hechos. Alguna de nuestras representantes está traicionando el voto y el mandato del pueblo y, además, jugando contras al propio pueblo, al Presidente y a su partido.
La esperanza de algunos empleados es que no se ratifique a Covarrubias en el puesto y esa es también la esperanza de muchos derechohabientes; y corre la especie de que hasta de su mujer le aconseja que mejor renuncie porque ni cobra su sueldo ni las comisiones (ya ustedes saben cuáles). Cuando parecía que ya nos habíamos librado de algunos priístas malvados, éstos se nos presentan con fuerza nueva y actúan peor que antes, porque se sienten protegidos por los morenos. Eso, no está mal, sino muy mal. Como consecuencia de su actitud, ya acabaron con su partido y ahora actúan para acabar con otro.
Y la gran pregunta es ¿Qué sucederá con estas finísimas personas una vez que se instalen aquí las oficinas centrales del ISSSTE?
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.