‘En México el periodismo es crucial para la democracia, suple a un sistema de justicia por norma fallido y mentiroso, y forma opinión, es decir, ofrece una lectura no oficial de los mil y un hechos cotidianos de la vida social. ¿Pero es nuestro periodismo libre y verídico?’, se pregunta Sabina Berman.
A lo largo de la tercera temporada de Largo Aliento, el programa de entrevistas que conduce en canal Once, la dramaturga y novelista hablará ‘con grandes periodistas’ sobre la censura: la censura dentro de los medios comerciales, la autocensura impuesta por la propia ideología, la censura que impone el narco y la censura que impone el gobierno.
En la primera emisión de la serie anunciada, el 29 de octubre de 2021 (https://www.youtube.com/watch?v=q6elzpM3aQc), Berman habló con Julio Hernández López, ‘Astillero’, quien días antes de que se grabara esta entrevista había debatido ‘con Héctor Aguilar Camín y los otros liberales del Foro de la Demonización de la 4T’, dice parodiando el título ‘Los desafíos de la Libertad de Expresión, hoy’, celebrado en la Universidad de Guadalajara.
‘Fuiste a decirles que la premisa del encuentro es falsa, porque sí existe libertad de expresión en México. Es más, sostienes que nunca ha habido tanta libertad de expresión en nuestro país’, apunta la autora de HDP (Planeta, 2021), una novela donde retrata a un magnate televisivo que bien podría ser Ricardo Salinas Pliego.
“Estoy totalmente convencido que no ha habido un momento en este presidencialismo mexicano, tan agobiante y excesivo, en el cual haya habido tanta libertad de expresión como ahora –ratifica Julio Astillero–. Por eso lancé ahí mismo un reto que hasta ahora no ha tenido respuesta: ¿quién me puede demostrar que ha habido una presión de la presidencia de la república, o de su oficina de comunicación social, para que den de baja a un conductor, comentarista, jefe de información o cualquier otro periodista?”
Cuando Berman recuerda que Carlos Loret de Mola menciona y seguido que él fue despedido de Televisa por presiones de López Obrador, Julio Astillero comenta:
“Me parece una falta de congruencia con el oficio, porque si algo nos debe caracterizar a los periodistas es tener las pruebas de lo que decimos. En ese foro señalé que he escuchado muchas versiones, muchas palabras, referentes a algún tipo de presión. Pero más bien parecieran una coartada de los jefes para deshacerse de ciertos empleados o colaboradores.”
“Eso, por un lado. Por otro, lo que sí he visto es una propensión de algunos directivos de medios de comunicación a creer que pueden agradar al poder presidencial deshaciéndose de ciertos personajes. Sin embargo, es una pretensión empresarial que finalmente tampoco les retribuye” en este sexenio.
OMERTÁ PERIODÍSTICA:
Ángel Verdugo, da otro ejemplo Berman, ha contado que en su periódico le dijeron que no podría volver a hablar mal del presidente ni a tratar una lista de cinco temas que incluían el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas.
“Pues yo pregunto: ¿quién se lo dijo? –reitera Astillero– Junto a mí, en el foro estaba el director editorial de Excélsior, Pascal Beltrán del Río, quien hubiera podido confirmar la versión de Verdugo. Y como esos dos casos, no hay ninguna prueba de que realmente un medio haya recibido presión o la petición presidencial de despedir a alguien.”
Para Berman, los periodistas deberíamos decir quién nos despidió y por qué. Eso sanearía al oficio y empoderaría al gremio, porque dentro de las empresas privadas existe una censura y muy severa. Si todos los periodistas nos ponemos de acuerdo y decimos a los directivos de medios: ‘me despides, pero lo voy a decir’, les costaría más a las empresas comerciales de comunicación deshacerse de colaboradores que se volvieron incómodos.
“Hay que distinguir entre el legítimo derecho de una empresa a hacer un contrato por cierto tiempo con una persona, sin que haya obligación de renovarlo cuando acabe, y el despido injustificado”, apunta Julio Astillero.
“Suele haber una relación contractual en la cual se establecen los términos por los cuales una relación laboral puede terminar. Yo he salido de muchos programas de radio y televisión, pero siempre ha sido en los términos de un contrato que termina o porque dejó de tener viabilidad comercial el programa.
“Debemos de ser claros en los términos en los cuales salimos de un medio. Carlos Loret de Mola debe decir quién, en Televisa, fue presionado por la Presidencia de la República para botarlo de su programa; debe citar un nombre, presentar la grabación de una llamada o un testimonio directo.”
Eso rompería la omertá entre los periodistas y los dueños de los medios comerciales, dice Sabina, ese acuerdo mediante el cual ningún medio te va a contratar si narras un abuso.
Para Julio, esta omertá periodística es como el pacto de caballeros que hay en el futbol: ningún equipo contrata al jugador que denuncia el mercado de piernas.
En ese sentido, señala Berman, Julio Astillero sí lo ha roto. De hecho, Hernández López tiene mala fama de que cuando en un medio le quieren imponer una agenda empresarial, él responde que tiene su propia agenda periodística.
TODO POR QUEDAR BIEN:
Al margen de eso, ¿no tienen algo de razón quienes dijeron en el foro de la UdeG que los periodistas se sienten intimidados porque saben que el presidente les va a contestar desde la tribuna más atendida del país?, pregunta Sabina.
Y recuerda que fue precisamente Beltrán del Río quien dijo, al discrepar de Astillero, que cuando eso ocurre los dueños de las empresas se quieren deshacer del periodista.
“Hay algo de razón –concede el entrevistado–. Un gobernador de San Luis Potosí, el priista Antonio Rocha Cordero, siempre decía que un político tiene que ser muy cuidadoso. Contaba que, cuando llegó al cargo, se quemó con la taza de café que le llevaron. Estaba demasiado caliente y, sin embargo, la colocó con mucha calma sobre la mesa. Él sabía que si se quejaba iban a correr al mesero, quizá habrían clausurado el restaurante y le habría infringido un gran daño al entorno donde estaba en ese momento.
“En la tribuna presidencial, el poder ejecutivo es enorme. Y el hecho de que enfilen las baterías para criticar a un periodista o que tengan esta sección mal hadada llamada ‘Quién es quién en las mentiras’, son formas de inducir comentarios y descalificaciones que no son propias del poder presidencial.
“El Ejecutivo tiene que retraerse, contraerse y saber en qué momentos tiene que actuar de manera que su trabajo y su verbo contribuyan a los propósitos que busca. El presidente López Obrador, con mucha frecuencia, convierte el atril presidencial en una arena de batallas políticas e ideológicas, poco propicias para la libre expresión de las ideas”, resume Julio Astillero.
MEJOR NO ME ANUNCIES:
En el contexto de un país donde mayormente las empresas de comunicación son comerciales y, naturalmente, tienen la vocación de ser neoliberales, cuestiona Berman, ¿cómo responde el presidente a esta narrativa ensordecedora de los medios comerciales que atienden a un sector muy importante de la población?
Sabina aclara que ya no es toda la población. Hay una clase media educada, una clase media joven y hasta una clase proletaria que ya no mira la televisión comercial. Desconfía totalmente y, en 2018, se divorció de la televisión comercial. Pero el sector que resta es importante, aunque sea menos de la mitad de la población, quizá el 40 por ciento. ¿Cómo responde el presidente a esa narrativa unánime de los medios comerciales?
“La mañanera –comenta Astillero– ha sido un éxito político, propagandístico y también informativo. Es un fenómeno que se tiene que estudiar más adelante, porque no sólo es propaganda e información sino un instrumento de gobierno.
“El presidente López Obrador mantiene la mañanera con el propósito político de mantener activa su base social. Sin ella, sería arrollado por el poder de los medios de comunicación que suelen tener fuertes vínculos con grupos empresariales. Y estaría a expensas de lo que esos medios decidieran.
“Con las mañaneras y con su comportamiento en general, López Obrador ha abollado y disminuido el poder de esas empresas comerciales de comunicación. Se las saltó y ahora tiene una audiencia que ya la quisiera cualquiera de esos medios. Por otro lado, la reducción del monto de la publicidad oficial ha sido un golpe mortal para todos ellos.
“Sin embargo, la excesiva exposición de sus adversarios en la pantalla y el atril presidencial ha magnificado a sus propios opositores. Cuando hay que pagar para leer Reforma, el presidente pone la portada en la pantalla y les regala centenares de miles de vistas.”
NOTIMEX, ESTRANGULADA:
Es el caso de LatinUs, dice Berman, la mejor propaganda para lanzar al estrellato a este nuevo programa es el presidente. Es impagable lo que les ha entregado. En ese sentido, ¿deberían desaparecer espacios como la mañanera y cambiar la actitud del presidente?
“Sí, porque además delata la concepción política de los medios de comunicación que tiene un hombre como López Obrador –responde Julio Astillero.
“El presidente atiende a los medios convencionales y mira hacia las columnas tradicionales de información, no tiende la vista hacia las redes sociales ni hacia otro tipo de medios. El dinero que destina a publicidad legítima en los medios de comunicación tradicionales, debería dedicarlo a una política de comunicación social que impulse a los medios públicos.
“La radio y la televisión del Estado deberían ser hoy la punta de lanza de un periodismo creíble y crítico, no doblegado ante el poder y capaz de exhibir el momento en el que estamos ahora caminando los medios de comunicación.
“En el caso de Notimex, es una desgracia lo que sucede ahí. Sin que entremos a los entretelones de directivos y huelguistas, la agencia de noticias del Estado fue estrangulada. No tenemos una agencia de información pública”, lamenta el invitado.
ENTRE VARGAS LLOSAS TE VEAS:
El reparto del foro en la UdeG llamó mucho la atención de Sabina Berman: eran tres mujeres entre muchos hombres, ninguno de ellos abiertamente homosexual; no había gente de piel morena y casi todos eran chilangos.
Había un peruano, el hijo de Vargas Llosa –debe ser trágico seguir siendo conocido como el hijo de Mario Vargas Llosa a la edad que tiene Álvaro. Y en un foro que se realizó en Guadalajara, hubo un solo periodista tapatío invitado de última hora, menciona la autora del texto teatral Entre Pancho Villa y una mujer desnuda.
Ese reparto es una fotografía explícita de la censura que este grupo de intelectuales liberales ha ejercido, y que los ha asfixiado finalmente. Han sido tan selectivos respecto a quiénes entran a su club, que se quedaron fuera de la realidad. Había una sola persona entre 21 que era de izquierda: Julio Astillero. Incluso a Jorge Zepeda Patterson ‘lo vi dubitativo’, dice Berman.
Para Sabina, el foro es una fotografía tragicómica de lo que les ha pasado a los liberales, a los pensadores y a los periodistas liberales, por censurar a los que son distintos. Este es el primer sexenio donde la izquierda tiene una voz y una visibilidad, asegura la conductora.
“Fue una confesión involuntaria de candados mediáticos. No se dieron cuenta de que estaban proponiendo un retrato de la realidad, del papel del intelectual y de la política machista, centralista y excluyente. No se incorporó a nadie de las redes sociales, cuando la mitad del público atiende a las redes y abandonó la televisión. Y de los cuatro moderadores, dos son de una corriente ideológica y política muy definida: Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, lo cual ya prefiguraba una tendencia y un sesgo en las conclusiones de ese foro.
Según Berman, Astillero impidió que las conclusiones fueran idénticas a la cuestionable premisa. El foro estaba calculado para que todos coincidieran en que no existe libertad de expresión en México, porque el presidente intimida a medios y periodistas.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com