Mientras a escala nacional se construye una verdad política para posicionar a José Antonio Meade en el segundo lugar de las preferencias del voto, a escala local el tricolor se prepara para consolidar el 1 de julio aquellas posiciones donde todavía es factible un triunfo del oficialismo.
La jerarquía del Revolucionario Institucional habla de un sorpresivo vuelco en los resultados del domingo, con base en el argumento de que las encuestas no son confiables y que hay un voto oculto a favor del candidato del PRI por parte de los indecisos y de los que se negaron a contestar el cuestionario.
Que Aurelio Nuño y los otros voceros del PRI nacional se esfuercen por hacer creíble una inesperada victoria de Meade, tiene dos propósitos:
El primero, desbancar a Ricardo Anaya del segundo lugar en las encuestas, como parte de una estrategia de voto útil que, más que permitirle al abanderado de la coalición Todos por México alcanzar (cual monito del Super Mario Bros.) una nueva plataforma desde la cual dar el salto para adelantar a López Obrador, busca reivindicar al régimen de Peña Nieto.
No olvidemos que esta elección es en buena medida un referéndum: la gente votará por o contra AMLO pero, también, como reconocimiento o en rechazo a la administración de EPN.
Y, como segundo objetivo, presionar a El Peje a llegar a una negociación con el gobierno saliente, en mejores condiciones a las que obtendría el gabinete de Peña una vez que el candidato de Morena sea declarado ganador de la contienda.
A eso obedece toda esa parafernalia del supuesto fraude electoral que las huestes del PRI preparan, cuando está acordada la transición ante la evidencia de que sería extremadamente costoso, en términos políticos y sociales, torcer una vez más la voluntad popular como hicieron en 1988 y en 2006.
Donde sí pueden ganar:
Sin embargo, en el contexto local, mostrar músculo ayudaría al PRI a remontar la desventaja que supondría para el partido gobernante el voto de castigo.
La capacidad de movilización de los priistas es lo que ha hecho, por ejemplo, que la fórmula al Senado por Colima sea una de las pocas en la República con posibilidades de obtener la mayoría.
Amén de que las cosas se les fueron acomodando (la alianza PAN-PRD-MC bajó a Leoncio Morán de la primera fórmula, cuando él habría representado una mayor competencia que su compañera María Elena Abaroa; en tanto la coalición Morena-PT-PES es encabezada por Joel Padilla, un hombre del sistema), los candidatos de Todos por México hicieron su trabajo.
Como candidata del Verde, Gabriela Benavides aporta a la fórmula las clientelas políticas que el virgilismo fue acumulado a lo largo de los sucesivos trienios en los que los hoy cuadros ecologistas Nabor Ochoa, Virgilio Mendoza y la propia Benavides, fungieron como alcaldes (panistas).
Y como candidato del PRI, el ex gobernador Fernando Moreno mantiene cierta autoridad política sobre unas estructuras tricolores que se estaban desmoronado. Por lo menos, FMP no perdió (todo) el voto duro del Partido y eso ya es un mérito, considerando el resentimiento de la militancia por la distancia que estableció el gobierno de Ignacio Peralta respecto al Revolucionario Institucional.
Una campaña de tierra:
La candidata a la diputación federal del 1 Distrito, Mely Romero, llegó a la nominación con un sólido capital político (fue diputada local, senadora y subsecretaria en la Sagarpa), pero si gana este domingo será porque fue consiguiendo voto a voto en sus visitas casa por casa a más de 300 barrios y comunidades, donde conversó directamente con más de 6 mil personas.
En una de las elecciones más competidas del proceso 2018, Mely se midió intelectualmente con la abanderada del PAN, la perredista Martha Zepeda, y muy probablemente superará operativamente a la postulada por Morena, Claudia Yáñez Centeno.
En ese sentido, Romero Celis hizo una de las campañas más metodológicas de estos comicios, convocando a una dinámica de participación ciudadana bajo el formato de los Laboratorios de Soluciones, y presentando una agenda legislativa compuesta por sus “tres compromisos por Colima”: una gestión presupuestal de 120 millones para proyectos de mujeres, otros 60 millones para el bienestar de los jóvenes y 50 millones para programas de seguridad.
Además, ofreció a sus electores cuatro megaproyectos de infraestructura, para mejorar las condiciones de la zona metropolitana y, específicamente, para desarrollar las capacidades turísticas del municipio de Comala.
A pares o a tercios:
De las posiciones locales, cabe decir que los candidatos oficialistas juegan con ventaja. Para empezar, tienen al aparato del gobierno estatal de su lado. Y no obstante que Nueva Alianza se salió de la alianza, lograron meter a Movimiento Ciudadano en la ecuación.
En Manzanillo, a menos que el voto en cascada a favor de la formación electoral de López Obrador nos diera una sorpresa, el pronóstico generalizado es que el actual diputado federal Virgilio Mendoza será presidente municipal por tercera vez.
En Colima, Walter Oldenbourg logrará meterse en una pelea que parecía entre dos: el panista Héctor Insúa que busca su reelección y Leoncio Morán, de MC, que se apuntó para hacerle la mala obra a su ex correligionario.
No sabemos si en una elección a tercios el neopriísta tenga alguna posibilidad, pero se espera que crezcan sus probabilidades a medida que la guerra sucia desatada en contra del alcalde con licencia redunde en votos para Oldenbourg (y no para Locho).
En Villa de Álvarez, Héctor Magaña ya no tiene que preocuparse por la edil con licencia Yulenny García. El riesgo que tiene el priista es que la candidatura del independiente (postulado por el MC) Felipe Cruz deje de ser meramente simbólica. Al final, el ex líder de la FEC tendrá que echar mano de la movilización si no quiere que el dos veces ex alcalde lo rebase como la tortuga a la liebre.
Y en Tecomán, Eloísa Chavarrías que se creía marginada por cualquiera de los grandes grupos de productores que se pelean la Presidencia Municipal –el frente que apoya a Elías Lozano, de Morena, y los agroempresarios que están con Sergio “Chamuco” Anguiano, por el PAN–, hará valer su capital político y su militancia priísta (interrumpida hace tres años cuando ganó la diputación federal por el PAN).
Aunque disminuido por el colapso económico del municipio y el impacto de la inseguridad, el priismo tecomense es una fuerza real. En reconocimiento a ese poderío, el PRI que controlaba Fernando Moreno les dio dos nominaciones al gobierno del estado, la de Gustavo Vázquez y la de Silverio Cavazos.
Como dijo un analista, si el ex gobernador pide el voto para él y para cuadros como Eloísa, en una elección a tercios –o mejor aún, en una a pares– Chavarrías tiene una clara oportunidad de ser por fin alcaldesa de Tecomán.
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