Tres grandes problemas son los que recibió el gobierno de Indira Vizcaíno del viejo régimen: una deuda pública que comprometía las finanzas del estado; un sistema de salud que no ofrecía servicios médicos ni medicamentos; y un elevado índice de inseguridad e impunidad.
Son herencias directas de la administración de Ignacio Peralta, pero indirectamente de los mandatos anteriores al de Nacho, los cuales contribuyeron con dispendios y desfalcos, o simplemente pateando el bote, al crecimiento de esa triple problemática.
Con una política de austeridad y racionalidad administrativa, Vizcaíno Silva ha venido reduciendo el déficit fiscal: la diferencia entre lo que ingresa y lo que egresa de la tesorería. Así recuperó la liquidez perdida, y el dinero contante le ha permitido lanzar programas sociales propios, desde las colibecas hasta las aportaciones del gobierno local a apoyos federales como el de las personas con discapacidad.
Como nunca ocurrió en los tres años en los que Mario Anguiano o Ignacio Peralta convivieron cada uno con Enrique Peña Nieto, Colima se ha beneficiado indiscutiblemente de la afinidad ideológica de Indira con los gobiernos de la 4T.
La ciudadanía se ilusionó creyendo que el vínculo de JIPS con la casta tecnocrática a través de Luis Videgaray, metería al estado en el paraíso presupuestal. Pero sucedió lo contario: dicho por el propio Nacho, se ensañaron con el amigo pidiéndole, en el abuso de la confianza, el sacrificio que no les habrían exigido a gobernadores de otro grupo político ni mucho menos de otro partido.
Sin embargo, con López Obrador primero y ahora con Claudia Sheinbaum, Colima se ha venido transformando a la vista de todos: con la ampliación y construcción de infraestructura carretera y portuaria; con la recuperación de espacios públicos y de proyectos habitacionales; con la restauración de los hospitales operados por las distintas instituciones del sector salud; o con la presencia en nuestras calles de elementos de la Guardia Nacional, Armada y Ejército, en tareas de patrullaje.
DERECHO A LA SALUD
Mi experiencia familiar en el IMSS y el testimonio de amigos que están afiliados al ISSSTE, indican que la atención en las instalaciones de esas dos instituciones ha mejorada sensiblemente. Me consta que en el Seguro Social tradicional hay una clara directriz para recuperar la calidez en la atención a la derechohabiencia.
Pero es verdad que la resistencia interna, motivada por la fuerza de intereses creados y de los privilegios laborales, aplazó casi un sexenio la transformación del Instituto de Seguridad Social y Servicios para los Trabajadores del Estado. Con la gestión de Martí Batres, se han dado pasos decisivos en el rescate del organismo cuyo símbolo son dos manos que sostienen a una familia.
El mejoramiento de los servicios que ofrecen IMSS e ISSSTE hay que evaluarlo en función del punto de partida, no del punto de llegada. Decir que todavía no somos Dinamarca, es una forma tramposa de negar los avances tenidos. La meta es la cobertura universal de salud: un esquema interinstitucional que elimine la brecha en el acceso a los servicios que pone a los burócratas y a los trabajadores asalariados con seguridad social de un lado, y a los mexicanos sin un seguro médico del otro.
Colima fue pionera en la incorporación de los servicios públicos de salud en el estado al nuevo IMSS Bienestar. Hubo que pasar del modelo del Insabi (Instituto de Salud para el Bienestar) al de un nuevo ente, para librar los escollos jurídicos que planteaba la integración de un sistema nacional con base en las dependencias locales. Aunque el IMSS Bienestar es federal, descansa sobre la estructura de los órganos públicos descentralizados (OPD) en los estados que convinieron incorporarse al esquema.
Nombrar IMSS Bienestar a la institución de seguridad social para población abierta (o, mejor dicho, no cubierta por otras aseguradoras y prestadoras de servicios médicos), no fue la mejor decisión. Reciclar el nombre de un programa interno del IMSS tradicional (que originalmente se llamó IMSS Coplamar y luego IMSS Solidaridad), generó la confusión de que uno y otro instituto son el mismo. Para colmo, el presidente López Obrador le encargó el nuevo IMSS Bienestar al director del viejo IMSS, Zoé Robledo. Por lo que siendo organismos distintos, tenían el mismo jefe.
AMLO quiso usar el prestigio y la experiencia del IMSS tradicional, pero los potenciales usuarios tomaron el color verde y el logotipo del Seguro (un águila que abraza a una madre que amamanta) como punto de comparación, cuando, por ejemplo, la infraestructura, equipamiento y personal de la Secretaría de Salud en el estado, viene de niveles de precariedad que ni en sus peores épocas llegó a tener el IMSS.
EL CUENTO DEL DESABASTO
Se ha vuelto lugar común decir que no hay medicamentos en las instituciones públicas de salud. Doy fe que en el IMSS y el ISSSTE, por lo general eso no es cierto. Puede haber faltantes de algún fármaco muy especializado o que, por diversas razones, no están temporalmente disponibles en el mercado nacional.
Sin embargo, ya no vemos aquellas prácticas con las que se negaba una consulta especializada, el uso de algún aparato o instrumento y hasta medicamentos del cuadro básico, para forzar al paciente a acudir a la medicina privada, demandar la subrogación de un servicio particular o adquirir por su cuenta la sustancia genérica en una farmacia comercial. Y si se siguen dando estas irregularidades, hay que denunciarlas.
A raíz de que la presidenta Sheinbaum anunció que en marzo estaría regularizado el abasto de los medicamentos que se negociaron en diciembre como parte de una compra consolidada, surgió mágicamente un movimiento de trabajadores en los ‘opedés’ que demandan los insumos básicos para hacer su labor y cumplir su misión.
No dudo que haya casos de faltantes en farmacia ni que por un mal ejercicio de la dirección estos requerimientos no se hayan podido cumplir, pero es claro el intento de construir una narrativa del desabasto afín de aprovechar políticamente la ventana que abrió Sheinbaum.
Durante los Diálogos por la Transformación desde la Asipona en Manzanillo, la gobernadora Indira Vizcaíno informó que en los cuatro principales hospitales públicos del estado se instalarán los módulos ‘Estamos para servirte’. Ahí se brindará la atención que se merecen los pacientes y usuarios de esos nosocomios[1].
En el IMSS y en ISSSTE, los sindicatos tienen asignado un gestor que acompaña a su afiliado en el descenso por lo infiernos de la burocracia. Pero lo que anunció Indira va más allá, un alto funcionario del gobierno del estado será encargado de la atención a los asuntos que se presenten en los hospitales del IMSS Bienestar:
El subsecretario de Turismo, Jorge Padilla Castillo, en Manzanillo; Édgar Aguirre, director general de Tecnologías de la Información y Comunicación en la Secretaría de Planeación, Finanzas y Administración, en Tecomán; el propio secretario de Salud, Víctor Manuel Torrero Enríquez, en el Hospital Materno Infantil en Villa de Álvarez; así como el secretario de Desarrollo Económico, Francisco Javier Rodríguez García, y directamente la Gobernadora, en el antiguo Hospital Regional Universitario (HRU) hoy llamado IMSS Especialidades.
“Cualquier situación que complique la atención de la salud, por un medicamento con el que no se cuenta, un material de curación, algún material o instrumento para cirugía, un estudio de laboratorio o de cualquier tipo que tenga que hacerse y que no pueda realizarse”, será atendido por estos servidores a través del personal en estos módulos, quienes “se encargarán de que el Gobierno del Estado lo consiga y lo provea; sin mayor espera y sin ningún costo para las personas usuarias”.
TRANSFORMAR PARA BIEN
En estos módulos se va a “sistematizar lo que ya hacemos: ayudar a resolver las dificultades que se generan en los procesos del propio Sector Salud”. No “vienen a sustituir el trabajo de nadie, sino a ayudar a que los problemas se resuelvan y las cosas sucedan”, explicó Indira.
La gobernadora tuvo que escoger cuidadosamente sus palabras para evitar que el periodismo chintinoso que circula por las redes sociales infiera situaciones, no por desconocimiento sino por consigna de quienes diseñan la propaganda negra en el estado.
Hace algunos días, Indira explicó que en el HRU era donde más complicaciones de abasto había, sencillamente porque es el que tiene más usuarios. “Y que se estaba revisando el origen de los problemas”. Reconoció que, por algunos “detalles”, se podría llegar a decir que no se tiene algo que sí se tiene. Eso es lo que se estaba revisando, pero sus palabras fueron malentendidas, descontextualizadas o, francamente, tergiversadas.
No se puede llevar a cabo la reforma del Sector Salud sin la colaboración del personal médico, de enfermería, servicios, apoyo, trabajo social, y de todos los trabajadores, enfatizó Indira. “Apreciamos profundamente sus esfuerzos y su compromiso con su profesión y con el pueblo de Colima, queremos estar ahí, en las trincheras donde ustedes dan la batalla, corroborar exactamente lo que están viviendo, las dificultades o retos que enfrentan, y resolver toda la parte administrativa y de procesos”.
Adherirse al Modelo IMSS Bienestar no significa renunciar a las responsabilidades constitucionales del estado para garantizar el derecho ciudadano a la salud. Se optó por la federalización de la gran mayoría de los servicios, en el convencimiento de que es la ruta más rápida para “transformar para bien la atención”.
Pero no se está renunciando a la rectoría del sector salud en el estado. Y como parte de esa responsabilidad, “estamos ayudando en este proceso de adaptación administrativa, burocrática y del personal al nuevo modelo federalizado”, indicó Indira.
Claro, falta hacer “un esfuerzo extra para resolver lo que todavía, por la razón que sea, no se está resolviendo” bajo el esquema del IMSS Bienestar. Y eso incluye revisar personalmente las condiciones en las que opera el personal médico del hospital IMSS Especialidades, lo que hará Indira atendiendo a la invitación que le hicieron los trabajadores del nosocomio.
EL HIJO DE LA SEÑORA GARCÍA
Por último, el problema de la inseguridad es real, tenemos incontables noticias sobre hechos violentos. Y nadie puede decir que se censura la información, pues lo que no se consigna en comunicados oficiales es del dominio público a través de las redes sociales.
De lo que no se habla ni en los chats es de las causas de los hechos delictivos, cuyos orígenes no se remontan a aquel episodio en el Cereso de La Estancia al comienzo de este sexenio, sino que vienen de atrás, de los varios gobiernos que llevamos normalizando la presencia en Colima de organizaciones criminales y permitiendo que sus capos se arraiguen en la entidad.
Hay voces que acusan Estado fallido en Colima, pero el Estado de derecho jamás alcanzará a proteger a los sectores de la sociedad (no sólo a quienes se dedican a actividades ilícitas, sino también a aquellos exponentes de la iniciativa privada y figuras políticas) que han preferido regirse por un código delincuencial y someterse al fuero criminal.
En el primer sexenio de la 4T se puso atención a las causas sociales de la delincuencia: los factores que llevaron a muchos jóvenes a ver en ella una opción de vida. Y también se decretó una tregua en la llamada guerra contra las drogas que, especialmente en la concepción de Felipe Calderón, implicaba más allá de usar el monopolio de la violencia para dirimir los conflictos entre las facciones que surgieron tras la pulverización de los carteles, combatir a los jóvenes pobres en las comunidades rurales y las colonias periféricas.
AMLO no pudo dejar un mando civil en la recién creada Guardia Nacional, pero sin duda dejó establecida esta tercera corporación militar que tiende a relevar al Ejército y a la Armada de las tareas de seguridad interior. Ahora Sheinbaum suma a los dos primeros ejes (atención a las causas y consolidación de la Guardia Nacional) otros dos: fortalecimiento de la Inteligencia y la investigación; y la coordinación entre federación, estados y municipios.
Para abonar a esos dos ejes, este jueves la gobernadora Indira Vizcaíno “sostuvo una productiva reunión de trabajo con Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSyPC) del Gobierno de México, en la que también participó el titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), Bryant Alejandro García Ramírez”[2].
En el encuentro, la mandataria subrayó que su gobierno “continúa trabajando de manera muy comprometida y muy coordinada” con el equipo de Claudia Sheinbaum, “para avanzar con mayor velocidad y contundencia en la recuperación de la paz y la tranquilidad que […] anhelamos y merecemos”. Y agradeció a García Harfuch “su compromiso con el pueblo de Colima”.
Si eso implica que el titular de la SSyPC desplegará en la entidad un operativo de inteligencia como el que se realiza en Sinaloa, en su trato con los involucrados el gobierno de Colima tendrá que obviar las fórmulas de cortesía política que ha estado usando al posicionarse sobre los lamentables hechos de las últimas semanas.
Una investigación a fondo sobre posibles vasos comunicantes entre la delincuencia organizada, la sociedad civil, la clase política y algunos sectores del empresariado colimense, terminaría destruyendo muchas reputaciones.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com
[1] ‘Gobernadora anuncia módulos Estamos para Servirte en los 4 principales hospitales públicos del estado de Colima’. Gobierno del Estado de Colima, Coordinación General de Comunicación Social, Boletín de Prensa, Colima, Col. 19 de febrero de 2025.
[2] ‘Indira Vizcaíno y FGE se reúnen con titular de SSyPC, Omar García Harfuch; coordinan estrategia para la recuperación de la paz en Colima’. Gobierno del Estado de Colima, Coordinación General de Comunicación Social, Foto-Nota, Colima, Col. 20 de febrero de 2025.