Aunque en las redes sociales le dieron vuelo a la evocación de Las chicas superpoderosas que hizo Viridiana Valencia, el mensaje que la gobernadora Indira Vizcaíno dio el sábado 11 de marzo de 2023 en el desayuno con ‘mil y una mujeres’ (acabaron siendo muchas más) en Comala fue contra las violencias de género que, entre otras cosas, motivan cada año reacciones violentas como las que vimos el 8 de marzo (8M) en Colima y en otras ciudades del país y del mundo.
La delegada federal de Bienestar usó la serie animada de Cartoon Network como metáfora de la alianza política que han establecido la mandataria estatal (Bombón, porque es la líder), Rosy Bayardo (Burbuja, cuyo paso de la Secretaría de Desarrollo Económico al DIF Estatal se entiende, ahora, porque ella es la ‘más sentimental’) y la propia Viridiana (quien se reservó el símil de Bellota, la más rebelde y la que siempre dice lo que piensa).
No faltó, por supuesto, quien leyera el meme como una fórmula electoral para 2024: Bayardo para Manzanillo y, Valencia, para Colima. Pero, más allá de la broma, presentarse como personajes de fantasía permitió a los detractores de quienes se asumen como protagonistas de un cambio de roles en la entidad, descalificarlas por su aparente falta de seriedad.
El discurso de Indira Vizcaíno fue más allá de una caricatura de mujeres empoderadas, aunque también usó dibujos animados para hacer una comparación con las viejas y las nuevas generaciones de mujeres: nuestras niñas ya no crecen con princesas de Disney desvalidas como Blanca Nieves y La Bella Durmiente, dijo, sino con Mulan, Frozen o Valiente, heroínas que defienden sus derechos.
Y se enfocó en la exposición –que, por la abundancia de conceptos, resumiremos en dos entregas de esta columna– de las distintas violencias de género que no se han podido desterrar, pese al arribo de la segunda gobernadora en la historia del estado y no obstante tener Indira un gabinete formado en un 60 por ciento por mujeres.
Para Vizcaíno Silva la marcha del 8 de marzo les dio fortaleza, esperanza y la seguridad de que las mujeres de Colima no están solas; que ellas, como nueva clase gobernante, dedican “gran parte del día a día a defender a otras mujeres, con nuestro trabajo y con el ejemplo, el acompañamiento y la disposición a escucharlas cuando alguna se acerca a planterarnos una dificultad”.
LECCIÓN DE GÉNERO
Indira celebró que hubiera hombres presentes (los que acompañaban en una mesa a su papá, Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, y los que estaba trabajando: periodistas y gente del servicio, la logística o la seguridad) porque así podrían recibir una lección de género que les ayudará a deconstruir un pensamiento masculino que se concibe machista y patriarcal.
“Marzo es un mes en el que en automático las mujeres nos sentimos más empoderadas, pero esa actitud deberíamos tenerla todos los días”. Eventos como ese desayuno ofrecen la oportunidad de coincidir en el ideal de seguir avanzando en el camino de la igualdad entre hombres y mujeres. “No pedimos nada más que ser iguales”.
En ese sentido, lo que pasó en las manifestaciones del 8 de marzo fue “impactante” y “simbólico”. Coincidiendo con la llegada de la Cuarta Transformación a nuestro país “se han generado movimientos de mujeres mucho más grandes, quizá porque nos sentimos ya con la libertad de expresar lo que sentimos y de salir a tomar las calles para desahogar todo ese coraje guardado por décadas porque nuestros derechos no han sido respetados y que hemos sido maltratadas de diferentes formas”.
Hay distintos tipos de manifestación, dijo Indira. Ella misma participó en diferentes tipos de protesta, siempre defendiendo causas justas. Pero el tema de las mujeres merece especial atención. Y aunque hay quienes no comparten que se generen actos de violencia o se dañen edificios públicos, ningún monumento o escultura vale “más que nuestros cuerpos”.
Con esa frase, sugirió que no habrá persecución al piquete de manifestantes que derribaron la puerta de Palacio de Gobierno y le prendieron fuego. Pero tampoco dio respuesta Indira a los reclamos que las manifestantes hicieron con furia, por los casos no resueltos de desaparecidas y la importante cuota de mujeres asesinadas en esta ola de violencia que ya cumplió un año y rebasa el millar de víctimas. Reproche al que ahora hay que sumarle la impunidad de maestros acosadores.
Los hombres que reniegan “cuando nosotras nos manifestamos de esa manera”, deberían quejarse igual cuando “alguna de nosotras denunciamos acoso y violencia sexual, física o económica”. Los hombres se encierran en automático en el pacto patriarcal cuando, ante la denuncia de un hecho, responden que la mujer seguramente malinterpretó a su presunto agresor, se lo está inventando o, mínimo, exagerando.
SISTEMA PATRIARCAL
Para los hombres es cómodo vivir bajo el sistema patriarcal, dijo Indira. Y contó la anécdota de cuando, tras regresar a casa de una comida con cañeros y con la somnolencia que producen varios tequilas (tantos que muchos de los comensales varones no pudieron seguirle el ritmo), pudo disfrutar de sus hijos con la tranquilidad de que habían pasado la tarde con su papá, quien al día siguiente no sólo la dejó dormir y bañó a los niños sino hasta le preparó chilaquiles.
“Ahora los entiendo”, son los privilegios del patriarcado, pero los hombres también tienen que entender “que las carreteras son de ida y vuelta: exactamente los mismos derechos que tienen los hombres, los tenemos las mujeres”. E invertir los roles de vez en cuando “no es venganza, es igualdad”.
En esa ruta, “no vamos a dar ni un paso atrás como gobierno” en la lucha por abatir las concesiones a los hombres que el machismo quiere conservar, “porque asumimos que estamos en un momento histórico para las mujeres. Las cosas están cambiando en el mundo y nuestra principal responsabilidad es garantizarles a todas que les vamos a creer” ante cualquier denuncia, ya luego “investigaremos” pero va por delante la credibilidad en la palabra de la mujer “porque han intentado silenciarnos” tradicionalmente.
Violencias de género las han sufrido todas. Y contó otra anécdota de cuando, siendo estudiante de secundaria, uno de sus profesores la invitaba a pasar al pizarrón sólo porque se le veía muy bien el uniforme de educación física, o la albureaba preguntándole si le gustaban los ‘apachurrones’ (una marca de juguitos que estaban de moda). La vulnerabilidad que pudo sentir la hoy gobernadora entonces, no la tiene que sufrir su hija Julieta que este año terminará la primaria.
VÍCTIMAS DEL SISTEMA
Al hablar de la responsabilidad de las madres en la educación y el cuidado de los hijos, dijo que si bien hay mujeres que “replicamos conductas machistas, no porque queramos crear mujeres y hombres machistas sino porque somos víctimas de un sistema cultural”, muchas otras están “rompiendo esos paradigmas”.
Y contó otra anécdota de cuando, a los 22 años, fue diputada federal y un compañero legislador empezó a asumirse como su protector cuando alguien se le acercaba en el pleno, con el pretexto de que era amigo de su papá. “No sé si era para corrérmelos, porque luego el viejito rabo verde me invitaba a salir” hasta que, cansado de tanta negativa, el venerable parlamentario le dijo: ‘Siento incomodidad en ti con mi presencia”. Y ella lo puso en su lugar “con guante blanco: ¿Cómo cree? Que entre tantos tiburones y viejos lobos de mar que piensan que porque les sobran 50 centavos en la bolsa o una pizca de poder le pueden decir a una lo que quieran, tener amigos como usted ¡es una bendición!”
El congresista la olvidó por seis meses, pero un día la llamó por telefóno para invitarla a cenar. “Con mucho gusto –le dijo Indira–. Vino a verme mi papá y, como usted me dice que es muy su amigo y lo quiere saludar, pues vamos todos”. El otro recordó en ese momento que ya tenía un compromiso, pero cuando quiso despedirse con un ‘buenas noches, te mando un beso’, y ella se despidió con un simple “buenas noches”, sin beso, le recriminó: ‘¿No me vas a mandar un beso?’ “No, porque nomás le mando besos a quien yo quiera”. Y el otro, indignado, sentenció: ‘Esas de Colima, son todas iguales, unas sirenas tropicales por fuera ¡y unas cabronas por dentro!”
Eso sucede en la política y en cualquier entorno laboral complejo, que son prácticamente todos “porque las mujeres hemos tenido que ir arrebatando los espacios laborales y de desarrollo profesional. Tienes que andar midiendo si le contestas con una cachetada a tu jefe o si te aguantas, porque también existe ese ejercicio de poder sobre nosotras y sabemos que nuestro desarrollo puede depender de una decisión del jefe”.
VENCER ESTEREOTIPOS
Las mujeres, dijo Indira, “tenemos que cuidar de no herir las emociones de los hombres”, que se sienten “ofendidos cuando notan que somos mejores”. Deben ir “administrando las emociones de los hombres”. Y en política “parece que no tenemos derecho a equivocarnos. Si una mujer se equivoca, entonces somos tontas o corruptas todas las mujeres. Si un hombre se equivoca, es él, pero los demás siguen siendo puros y santos”.
Esos estereotipos se tienen que vencer. “Las mujeres también tenemos derecho a equivocarnos, como a la oportunidad de aprender, crecer y seguir avanzando”. Como gobernadora tiene esa “gran responsabilidad de que todo salga bien, para que pueda seguir habiendo más mujeres [en la política y el servicio público]. Me puedo equivocar, pero también puedo corregir”.
A las mujeres “se nos exige perfección”. Y se les exige que cumplan a cabalidad con la doble jornada y que se disculpen cuando no pueden hacerlo. Puso como ejemplo lo que suele pasar con las trabajadoras del gobierno del estado casadas que, cuando en la oficina les dicen que van a tener que salir de viaje, el dilema es cómo decirle al marido:
Empiezan por hablar de una posibilidad, de una decisión que todavía están viendo cómo eludir pero, si se confirma, el esposo no tendrá que preocuparse de nada porque ellas dejarán todo solucionado: quién de entre su mamá, una hermana, la tía o el primo van a llevar a los hijos a la escuela, los va a recoger y les va a dar de comer, para luego llevarlos en la tarde a hacer una tarea en equipo o a la actividad deportiva.
“Les organizas la vida para poder cumplir con una responsabilidad profesional”. Pero, al revés, no. Cuando le toca salir al esposo simplemente avisa que tiene un asunto importante, y “prepárame la maleta”. Cuando hablamos de igualdad, dice Indira, nos referimos a que los roles tienen que ser compartidos: “si los dos trabajamos y los dos aportamos a la economía del hogar”, cuando a ellas les toque viajar el otro tiene que ser flexible.
EMPODERAR MUJERES
Acerca de qué está haciendo un gobierno estatal con mayoría de mujeres y cómo están contribuyendo los programas sociales de la federación para cambiar estos roles de género, hablará Indira Vizcaíno en la siguiente entrega de esta columna.
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