El 6 de diciembre, Quito celebra el día de la Fraternidad que es seguramente, la mayor fiesta popular y ciudadana del Ecuador. Toda la nación se vuelca hacia su capital (que lo es también de la Provincia de Pichincha) para exaltar la quiteñidad, la multiculturalidad de esa Ciudad y del País y por supuesto, la fraternidad. Hay desfiles, carros alegóricos, actos culturales, comida, bebida, artesanías, albazos (serenatas), música (sobre todo en La Ronda), un desfile de autos clásicos y como no podría ser de otro modo, una corrida de toros. Por todos lados se escucha el Chulla Quiteño, que se ha constituido en el himno de la Ciudad. Este es el más importante día de las Fiestas de Quito. Se abren los templos, los conventos y los museos. Por única vez, este año se celebra el día 7 y no el 6 como tradicionalmente se ha hecho. Conmemora la fundación de San Francisco de Quito que tuvo lugar el 6 de diciembre de 1534 (hace 484 años).
Durante las fiestas, se escuchan bandas todo el tiempo a lo largo de la Ciudad y éstas repasan el repertorio tradicional ecuatoriano y ofrecen pasacalles, albazos, sanjuanitos y tonadas. Y también se pueden ver y usar las chivas, que son esos autobuses descubiertos por ser desprovistos de puertas y ventanas y que son producto de la cultura costeña ecuatoriana y se llevan a la capital ese día para efectuar viajes con las personas que desean disfrutar de la fiesta en diferentes barrios, pues de ese modo, quienes viajan en ellos, pueden tener un contacto mucho más directo que si viajaran en vehículos cubiertos.
Quito es una ciudad bellísima, monumental y es Patrimonio Cultural de la Humanidad, pues así la nombró la UNESCO en septiembre de 1978. Ubicada en las faldas occidentales del Pichincha (un volcán activo), la Ciudad encierra en su Centro una excepcional riqueza que muestra las épocas de su esplendor colonial. Sus templos y conventos compiten por ser los mejores del Continente y cada uno encierra multitud de tesoros en su interior, por eso los quiteños muestran siempre orgullo por su Ciudad y por su pasado colonial. Es la segunda ciudad más grande del Ecuador, la mayor es Guayaquil que en cierta forma, resulta ser la capital económica de ese País. Quito ha sido conocida de varias formas: La Carita de Dios, La Luz de América, El Alma del Mundo, La Ciudad de la Mitad del Mundo o El Relicario del Arte de América. Esos mismos nombres, de alguna manera, dan cuenta de lo que significa la Ciudad. Quito está rodeado por volcanes y esa es una de las particularidades de su paisaje majestuoso. Además del Pichincha, en sus alrededores se ubican el Antisana, el Cotopaxi y el Cayambe. Habría que tener presente que Quito es una ciudad andina que se ubica a 2,800 metros sobre el nivel del mar y a unos cuantos kilómetros del ecuador y en la cual, por supuesto, tiembla.
Allí veneran a Santa Marianita de Jesús, santa quiteña (1618-1645) y se dice que mientras la Ciudad se le encomiende, jamás será destruida por esas fuerzas, pues la Santa ofreció su vida a Dios, a cambio de que cesaran los terremotos; su largo camino a los altares concluyó hasta 1950, cuando fue canonizada. Otra quiteña célebre fue Manuela Saénz (1795-1856), conocida como la Libertadora del Libertador por salvar la vida a Bolívar el 25 de septiembre de 1828, durante la Conspiración de Bogotá.
Quito es, como se dijo, una Ciudad llena de atractivos. En 2011, el municipio de la Ciudad propuso 35 sitios para que la población eligiera de entre ellos, las siete maravillas de Quito, y estas fueron la Compañía de Jesús, la Plaza de San Francisco, la Basílica del Voto Nacional (que es la Basílica más grande de América Latina), la Plaza Grande, la Virgen Alada del Panecillo (conocida también como la Virgen de Quito), la Estación de Chimbacalle y el Santuario de la Virgen del Quinche.
Otras maravillas quiteñas dignas de mención son la Catedral Metropolitana, la Iglesia de San Francisco, la Iglesia del Sagrario, el Cerro del Panecillo y la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, que por supuesto, cuenta con su Capilla del Rosario, que como todas éstas (ya nos hemos referido a la oaxaqueña y a la poblana), resulta ser realmente sorprendente por su belleza y por su riqueza. Se trata de una joya barroca a la que se le ha considerado el baluarte de la arquitectura quiteña. Muchos de sus templos cuentan con un claustro y muy frecuentemente, con un museo. Cuando se camina por el Centro de la Ciudad, el caminante, literalmente, se topa con un tesoro a cada paso, y esto, no resulta una exageración. Es rica no sólo en construcciones religiosas sino también en edificaciones para uso civil. Y no sólo las hay que datan de la época colonial sino también, mucho más recientes. Un ejemplo de ello es la Basílica del Voto Nacional, concluida hace unos cuantos años, que fue consagrada por el Papa Juan Pablo II el 18 de enero de 1985. Esta Iglesia por su tamaño y monumentalidad, por su estructura y estilo, ha sido comparada con la de Norte-Dame de París y la de San Patricio en Nueva York.
Es también una ciudad con muchos parques, de entre los cuales destacan el de El Ejido y la Alameda y también es de muy buen comer pues lo mismo se encuentran platos con fuerte acento indígena (entre ellos el locro con mote que es nuestro pozole, o los tamales), como la cocina criolla y otros muchos, derivados de una fusión con cocinas orientales, principalmente la china, destacando de ésta, los camarones reventados en salsa de tamarindo o los camarones reventados en salsa de jitomate. Así, visitar Quito, resulta más que disfrutable.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.