Hubo que esperar a que el doctor Becerra perdiera por completo el filtro para proceder al despido del secretario de Salud, no obstante que la remoción del funcionario era un clamor dentro de la dependencia, los medios de comunicación y las redes sociales.
No era la primera vez que Miguel Becerra Hernández hacía alarde de esa personalidad extravagante. Desde que asumió el cargo el 26 de febrero del año pasado, a cada rato sorprendía a sus colaboradores con expresiones irreflexivas.
En reuniones de trabajo y eventos protocolarios hacía comentarios insensatos, en el mismo tono de su diagnóstico sobre el supuesto grado de adicción de diputados y médicos (profesión que luego cambió por la de licenciado).
Más graves eran sus distracciones en reuniones de trabajo. Recurriendo a la semiótica médica que usó el mismo doctor Becerra en Villa de Álvarez, con frecuencia al secretario se le iban las cabras al monte.
Esos episodios descartan la teoría de que Becerra se fingió loco para provocar su despido. El gobernador Ignacio Peralta ya tenía antecedentes de esa conducta, y si no había procedido a solicitarle la renuncia fue por una de dos razones: le importa poco lo que sucede en su estado o, además de lo primero, no encontraba la manera de explicar por qué, en Salud como en Seguridad y en otras áreas de la administración, ha sido incapaz de encontrar un responsable que termine el sexenio con él.
Hay una tercera posibilidad para semejante negligencia: no lo removió antes porque la cabeza de Becerra era una exigencia de su tío Héctor en el diario de la familia, y Nacho no quería cumplirle el gusto al pariente.
A Miguel Becerra lo tiraron las redes sociales. Si bien es cierto que este tipo de comentarios los hacía todo el tiempo, ahora los hizo frente a una cámara que transmitía en vivo.
Ni los reclamos de la base trabajadora, las quejas de los usuarios de los servicios de salud, los comentarios en radio o las columnas periodísticas habían conseguido la renuncia del secretario. Pero después del video, la conversación en Facebook Live se volvió una avalancha.
Así cayó un funcionario que en cualquier otro gobierno no habría durado una semana.
CERO Y VAN TRES
El ex delegado regional del IMSS, Miguel Becerra, sustituyó a Ignacio Federico Villaseñor Ruiz en la Secretaría de Salud y Bienestar Social. Villaseñor, a su vez, había suplido al ex rector de la Universidad de Colima, Carlos Salazar Silva.
Con la ventaja de ser él sí un salubrista (tiene una maestría en Salud Pública), como ex director del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica de la SSA Villaseñor llegó a la entidad con la aparente recomendación del doctor José Narro, entonces secretario de Salud del gobierno federal. Aunque bien pudo tratarse de un destierro administrativo.
Lo cierto es que como titular de la SSyBS, Federico Villaseñor fracasó en la encomienda de resolver el desabasto de medicamentos, garantizar la prestación de los servicios y la transparencia en el gasto.
RIVAS, LA MEJOR OPCIÓN
A Nacho Peralta no le ha funcionado ninguno de los esquemas que se planteó el mandatario con la selección de los diferentes perfiles que han encabezado la Secretaría:
Al designar a Carlos Salazar al arranque de su gobierno, Nacho reactivó el modelo que había establecido Christian Torres Ortiz en el sexenio de Fernando Moreno, con sus luces y sus sombras.
Con todo, ni en los momentos de mayor rigor del doctor Christian se dieron las tensiones laborales que se vivieron cuantas veces quiso Salazar imponer disciplina.
Villaseñor, por su parte, quiso traspasar la dinámica del sistema federal al contexto estatal. Y en efecto se replicaron en la entidad los vicios y las corruptelas que se presentaron en todo el país durante el sexenio del saqueador Enrique Peña Nieto.
Buscando recuperar la rectoría del sector que le había cedido a la administración federal, con Becerra JIPS le apostó al equipo de médicos y administrativos que años atrás le pusieron un acento local al IMSS.
No consideró empero que en el Seguro Social hay una serie de manuales operativos que le permiten funcionar, incluso cuando el director general o el delegado en turno se proponen reinventar al Instituto. Sin esas reglas de operación, con Becerra en Salud todo fue improvisación.
A fin de cuentas, fracasó JIPS en la búsqueda de un buen secretario de Salud porque no quiso reconocer los méritos y la eficiencia de quien ocupó la SSyBS durante el interinato de Ramón Pérez Díaz.
El doctor José Rivas Guzmán (él también un salubrista) llegó a la Secretaría con toda la expertise que acumuló como titular de esa dependencia en el gobierno de Carlos de la Madrid y que luego demostró, hasta hace unos pocos meses, como delegado del Seguro Social en Colima.
A TOMAR LAS RIENDAS
El problema no es el perfil del secretario sino la ausencia de una política pública en Salud. Al menos de una política en la que el gobierno estatal asuma su responsabilidad en el sistema público de hospitales y centros de salud.
Mientras la administración de Peralta siga creyendo que la atención a la población abierta es un asunto que le compete presupuestal y normativamente al gobierno federal, podrá haber otros tres nuevos secretarios de un año sin que mejoren los servicios de salud en la entidad.
La Cuarta Transformación implica un desafío para los gobernadores que muchos prefieren eludir. Es más fácil para un ejecutivo local proponer la centralización de los servicios de salud, junto con los de educación y hasta la Seguridad Pública.
Lo que estamos viendo es a mandatarios estatales cruzarse de brazos mientras culpan al presidente López Obrador de no desplegar en su territorio a la Guardia Nacional. Y lo mismo vale para educación y salud.
La renuncia del tercer secretario de este ramo en lo que va del sexenio, obliga a preguntar al gobernador Peralta qué piensa hacer su gobierno para solucionar el desabasto de medicamentos o para garantizar la atención de primer nivel.
Es momento de preguntarle a Nacho por qué no ha entrado en plenas funciones el Hospital Materno-Infantil, o por qué pasan penurias los pacientes del Instituto Estatal de Cancerología, para no citar a todos y cada uno de los centros de atención donde se trabaja en condiciones precarias.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com. Esta columna también se puede leer en: www.carvajalberber.com y sus redes sociales.