FOTOPERIODISMO

En los medios impresos, el fotorreportero fue ganando presencia a partir del lanzamiento del periódico unomásuno, recuerda Julio Hernández López ‘Astillero’.

Originalmente, al fotógrafo se le consideraba un acompañante del reportero. Era este quien escribía la nota y le decía al otro qué imágenes necesitaba.

‘En unomásuno fuimos tomando conciencia que el fotógrafo también era reportero. Y a partir de entonces ha habido un florecimiento del periodismo fotográfico y, ahora, del videográfico’.

¿Qué papel juegan los fotorreporteros y videorreporteros en este nuevo mundo periodístico?, le pregunta Julio Astillero a Alejandro Meléndez, uno de sus invitados en la emisión de viernes por la noche denominada ‘Hasta que el sueño aguante’, el 3 de julio de 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=vgjKAq6VqVs), que Hernández López hizo con sus hijos Julio Alejandro y Solangel.

“El fotoperiodismo en México ha tenido siempre una importancia histórica, pero ahora está en su mejor momento. Hay jóvenes que están haciendo fotografías increíbles.

“Y respecto al cambio en el reconocimiento profesional, te cuento una anécdota. Al llegar al periódico Excélsior para participar con Daniel Moreno, Marcela Turati y otros grandes periodistas en el rediseño del diario, la gente del viejo equipo nos contó sus experiencias. Y un fotógrafo dio su testimonio acerca de cómo fue su iniciación: lo encerraron todo un día en el cuarto obscuro y, para que no pudiera salir, le atrancaron la puerta”.

FORMACIÓN UNIVERSITARIA

La dureza con la que se daba la formación de nuevos periodistas en esas viejas redacciones, fue cambiando, sigue diciendo Alejandro Meléndez.

“Nosotros que tuvimos la fortuna de haber ido a las universidades, empezamos también a cambiar el sentido del periodismo fotográfico. Los fotógrafos empezamos a meternos más en las notas y hasta nos volvimos una pesadilla para los reporteros, porque somos más puntuales.

“Tenemos que llegar antes para agarrar buen lugar y que no se meta nadie. Y cuando hay un conflicto armado, nosotros sí tenemos que salir del hotel. Muchas veces el reportero se queda en la habitación y, cuando regresamos, nos pide la información.

“Personalmente cubrí la guerra contra el narco de Felipe Calderón y me tocó hacer las coberturas con muy buenos reporteros, tan buenos que afortunadamente luego hicieron más ficción que periodismo. Llegaban una hora después y hacían unas crónicas excelentes en primera persona. Pero todo era una ficción que salía en gran parte de lo que les contábamos, porque nosotros sí habíamos estado allí haciendo las fotografías en plena balacera.

“Los propios fotógrafos empezamos a cuestionar a los reporteros. En Excélsior me tocó una cobertura donde después de una balacera metieron a 30 personas a la cárcel, y el reportero me pidió que hiciera fotos de cada uno de los detenidos. Me negué porque, aun cuando en ese momento no se reconocía oficialmente, ya existía una cultura de los derechos humanos y de la presunción de inocencia.

“Ahora, cuando detienen a alguien cuidan no mostrar el rostro completamente, y se publica el nombre sin apellidos. Pero en aquel momento me suspendieron del periódico por no acatar las instrucciones del reportero.

“Los hechos me dieron la razón, al continuar con la cobertura vimos cómo, al día siguiente, de esas treinta personas sólo dos quedaron en la cárcel. Los otros 28 eran el paletero, un vecino, alguien que pasaba…

“Los fotógrafos empezamos a protestar para que la fotografía tuviera sus derechos, y cuidar los derechos de las demás personas. A los reporteros tampoco les gustó eso, pero fue parte de una transformación y ahora los fotoperiodistas somos más responsables”.

ARTE Y CIENCIA

Alejandro Meléndez estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM y fotografía en el Centro de Estudios Martianos de La Habana. Es fotógrafo profesional, subdirector del portal Periodistas Unidos y miembro del colectivo FotorreporterosMx que opera como agencia. Trabajó en El Financiero, La Jornada, diario deportivo Récord y Excélsior, así como en varias agencias locales, como Procesofoto, e internacionales como Notimex y la china Xinhua. Es colaborador de las revistas musicales La Mosca y Rolling Stone. Y tiene dos libros en su haber: La cultura juvenil y Lumini(e)scencias.

Esa noche en Julio Astillero coincidieron indirectamente viejos compañeros de ruta, celebra Alejandro. Antes de él los anfitriones estuvieron conversando con Rogelio Hernández Ana Lilia Pérez y Adriana Buentello.

Rogelio Hernández y el padre de Alejandro, Jorge Meléndez, realizaron “una buena investigación sobre el caso Manuel Buendía”. Periodismo de investigación a profundidad cuya tradición ha seguido Ana Lilia Pérez, dice el fotorreportero, quien además reconoce a Adriana Buentello como una buena exponente del periodismo colaborativo en el que cree el fotorreportero.

Para Julio Astillero, Jorge Meléndez es uno de los periodistas más reconocidos, combativos y congruentes de México. Ha estado en muchos medios de comunicación, y ahora mismo participa en Radio Educación con un programa de análisis y entrevistas. Ha luchado siempre, junto con Rogelio Hernández, por la organización y la defensa del gremio periodístico.

¿Es ese el origen y compromiso de Alejandro Meléndez?, le pregunta Astillero al invitado.

“Justamente, el compromiso es estar en la primera fila combatiendo las agresiones a periodistas, luchando por la libertad de expresión en un país donde siempre ha sido castigada por los diversos partidos y por los políticos, quienes a veces olvidan que la libertad de expresión fortifica al Estado, mientras lo debilita criminalizar y adjetivar a los periodistas”.

CAPTURA Y CURADURÍA

La vieja hermandad de los fotógrafos, apunta Julio Alejandro Hernández, enfrenta ahora la competencia que podría ser también una alianza con aquellos ciudadanos que, con un teléfono celular equipado con cada vez mejores cámaras, puede no sólo tomar fotografías del lugar preciso y el momento justo sino distribuirlas al instante en sus redes sociales.

¿Terminará siendo el fotoperiodista, más que un capturador de imágenes personalísimas, un curador de fotografías, videos y transmisiones en vivo tomados por otra gente?

“Gracias a mi papá, soy bastante teórico. Me hacía leer desde chiquito y pedía resúmenes –comenta Alejandro Meléndez–. Esa formación me permite entender que no podemos ganar la competencia entre medios y redes sociales. Lo que debemos es agradecer a este periodismo ciudadano porque nos quitó un peso de encima a los fotoperiodistas: la obligación de llegar lo más rápido posible a los lugares.

“Agradezco muchísimo esta vocación ciudadana de reportar y denunciar, porque nos ayuda a concentrarnos en las historias. Hay que subirnos a esas denuncias, hacer más fuerte la voz de la gente que está padeciendo los problemas”.

La pelea de los fotoperiodistas no es ganarle la nota a los testigos presenciales. “Es hacer mejor periodismo, un periodismo más profundo, ético y riguroso, como bien dice Ana Lilia Pérez, maestra ejemplar de periodismo.

“Es en el rigor donde se equivocan estas audiencias rápidas que nos plantean los nuevos modelos sociales. Zygmunt Bauman lo advirtió: cuidado con Twitter y Facebook, van a ser la nueva televisión”.

PERIODISMO MACHO

“En el periodismo tenemos otro vicio: el machismo–señala Alejandro Meléndez–. El macho sigue siendo un modelo a seguir, reporteros audaces como Günter Wallraff [autor de Cabeza de turco y de la trilogía contra el Bild-Zeitung, el diario sensacionalista de mayor circulación en Alemania] o Ryzard Kapuscinski [cuya extensa bibliografía incluye El imperio, El Sha o la desmesura del poder y Ébano] siguen siendo los héroes del periodismo.

“Pero el periodismo ya no puede vivir de machismos sino de colectividades. Tenemos que entrar más a profundidad en nuestras investigaciones, pero también con más amplitud.

“Lo importante es preguntarnos por qué estamos haciendo ese periodismo, por qué estamos recolectando estas fotografías. Y te puedo mencionar el caso de Sashenka Gutiérrez de la agencia EFE que, por amor, hizo una gran fotografía afuera de un hospital:

“Tomó en el vocho a una familia que no podía entrar. Esta foto fue primera plana en Milenio y Andrés Manuel López Obrador dijo que estaba trucada, pero se le comprobó que era auténtica.

“Al tomarla, Sashenka no solamente pensó en la mediaticidad sino en el amor y en las personas con la que estaba haciendo esta historia. Realizó la historia de cómo regresa la señora a su casa y cuáles son los tratamientos que recibió. Nos cuenta que ya es parte de esa familia cuya historia documentó.

“Nos tenemos que avocar a la realidad de las personas. No bloquearnos con la discusión sobre los medios informáticos y la mediaticidad. El español Javier Bauluz, quien ganó un premio Pulitzer, se ha dedicado a hacer un periodismo humano que consiste en ver a las personas como seres humanos, enfocarnos en las cuestiones humanas.

“Mientras que su compatriota Pere Ortín está haciendo collages con las historias de la gente, buscando dónde está el amor y el cariño. A eso nos tenemos que enfocar los periodistas, en lugar de estar peleándonos a veces absurdamente en las redes sociales”.

ALTO RIESGO, BAJO SUELDO

¿Cómo hacer fotoperiodismo en estos tiempos de violencia?, pregunta Solangel Hernández.

“Es un riesgo constante y, para enfrentarlo, hemos formado colectivos como FotorreporterosMX –fundado por el gran periodista y fotógrafo Rubén Espinoza, quien fue asesinado en la Colonia Narvarte.

“Nos organizamos por cuestiones laborales, como una manera de enfrentar el desahucio y ganar dinero. Por fortuna, los fotógrafos podemos hacer bodas y quince años, y eso nos ha dado independencia para financiar proyectos periodísticos.

“Y por cuestiones de seguridad. Para cuidarnos unos a otros, hemos creado protocolos de seguridad para cubrir desde marchas hasta temas de narcotráfico.

“El propósito del colectivo es ir pasando este conocimiento de unos a otros y podernos proteger, porque sabemos que los medios de comunicación no te dan todas las herramientas –y eso se ve muy claro ahora con el covid, con la falta de cubrebocas y mascarillas.

“Los fotógrafos y reporteros somos los que ganamos menos en toda la plantilla laboral de un medio. Los que más ganan son los directores. Como lo vi en el periódico El Financiero, el director gana un millón de pesos al mes. Mientras la planta laboral va desde 50 a 70 mil pesos, en el caso de otros directivos, a nosotros que estamos entre 12, 15 o 20 mil pesos mensuales. De los colaboradores, los que más ganan son los opinadores y los caricaturistas”.

Reporteros y fotógrafos siempre han estado hasta abajo del tabulador salarial y, por eso, “tratamos de protegernos buscando con nuestras denuncias no sólo hacer un periodismo más horizontal sino ganar casi lo mismo y, sobre todo, que podamos discutir en el mismo tenor”.

PARCIALIDAD DE LA IMAGEN

La conversación con Alejandro Meléndez revela esa leyenda de grandes reporteros que cubren teatros de guerra desde el bar de un hotel, mientras el camarógrafo y el fotógrafo salen a jugarse la vida, comenta Julio Astillero. Para escribir la nota no necesitas estar presencialmente en el lugar de los hechos. En cambio, la fotografía o el video no se pueden inventar.

Otra cuestión que la conversación deja en el aire es si la foto o la toma en video son imparciales. Aunque se dice que una imagen vale mil palabras, también es cierto que el fotógrafo decide qué cuadro tomar. Y eso implica una cierta editorialización que se concreta en la sala de edición: en la cobertura de una protesta callejera puede parecer que fueron los manifestantes los que golpearon a los policías y ocultar que hubo represión policiaca.

Estamos viviendo, por lo demás, una dictadura de la imagen en la que se necesita la foto o el video para confirmar que las cosas son como son. Muchos descreen de la narración oral o escrita. Suele ser la imagen lo que subleva a la gente, como ocurrió con el asesinato de George Floyd, concluyen los anfitriones del programa.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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