Desde la difusión en marzo por parte de la Presidencia de la República de la lista de periodistas que se beneficiaron de la publicidad oficial en el sexenio pasado, “ha habido de todo”, expone Julio Hernández López Astillero.
Por ejemplo, “el periodista Ricardo Rocha acudió a la mañanera donde hizo una exposición de su situación personal, señalando que no se vale la difamación, el golpeteo de señalar a quien recibe en su empresa publicidad oficial como si fuera alguien vendido al gobierno en turno”.
Ante la polémica de quién filtró la lista, el comisionado del INAI Joel Salas precisó, también en la segunda emisión de Radio Centro Noticias, que sin lugar a equívocos la lista fue confeccionada y dada a conocer por la Unidad de Transparencia de la propia Presidencia de la República.
En el prolongado debate acerca de la relación que sostiene el gobierno de López Obrador con la prensa de este país, Julio Astillero invitó a su programa al director de la revista Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda, para tener “la perspectiva de quienes sí han hecho periodismo decoroso, digno, crítico. No sólo en Proceso sino en el diario La Jornada o la revista Contralínea, incluso en Radio Educación o en Radio UNAM, donde hay un ejercicio periodístico que vale la pena analizar y comentar”.
PRENSA VENDIDA
En la entrevista subida a YouTube el 28 de mayo de 2019 como ‘Reconocemos lucha social de AMLO, pero Proceso seguirá siendo crítica con el poder: Rdgz. Castañeda’ (https://www.youtube.com/watch?v=GFjnqIOmOB8&fbclid=IwAR1lbcCALbkrYEXUsgtD9EFKAMXspW3geX2MYwnEFA_2r-7H0qcbrtXrn-Y), Julio Astillero recuerda que el director del semanario escribió el libro Prensa vendida (Grijalbo, 1993).
Eran los tiempos del autoritarismo priísta, del gobierno de un solo hombre, y la prensa en su mayor parte rendía culto a ese hombre omnipotente que era el presidente de la república. ¿Hemos evolucionado o siguen las cosas igual?, le pregunta a Rodríguez Castañeda:
“Yo hice girar el análisis de este fenómeno en torno de lo que se conoció como el Día de la Libertad de Prensa, creado en tiempos de Miguel Alemán: un evento de un fasto increíble, una gran comilona que reunía a los funcionarios encabezados por el presidente con una pléyade de directores de medios, dueños de periódicos, etcétera, donde éstos se dedicaban prácticamente a rendirle honores al mandatario en turno.
“El motivo era agradecerle, porque así lo expresaban, el respeto a la libertad de expresión y de prensa, siendo que era como lo sigue siendo una garantía constitucional. Cada año tomaba la palabra alguno de los prohombres del periodismo de entonces, quien se inclinaba ante el jefe del Estado.
“En el libro fui narrando historias paralelas, historias de contratiempos entre el poder y el periodismo, historias de represión, historias exultantes de entreguismo. Y decidí resumirlas en una expresión que fue un grito de batalla del movimiento estudiantil del 68: ¡prensa vendida!
“Los manifestantes al pasar frente a las fachadas de los periódicos Excélsior y El Universal, en lo que luego se conoció como la esquina de la información (Paseo de la Reforma y Bucareli), lanzaron un grito lo más fuerte que les fue posible, al unísono: ¡prensa vendida!
“Esa expresión resumía lo que fueron durante muchos años las relaciones perversas entre el poder político y los medios de comunicación, en particular los medios impresos en aquel entonces y luego, obviamente, los medios electrónicos.
“Desde la publicación del libro, las cosas han evolucionado. Vino lo que se ha conocido como la transición democrática, el cambio de partido en el poder y el recambio, pero yo creo que alguna parte de aquellas relaciones perversas todavía se mantienen.
“El poder político que en los últimos años ha pasado por tres partidos distintos no sabe cómo resolver el tema de su relación con los medios, tanto informativa como de tipo comercial en relación con la publicidad. Y lo que ocurrió con el surgimiento de la famosa lista es un poco la salida de la pus que está todavía entreverada en la relación entre la prensa y el poder. Creo que esto es apenas la punta del iceberg”, dice Rafael Rodríguez Castañeda.
ERRORES EN LA LISTA
Julio Astillero reconoce que hubo muchos defectos en la filtración de la lista. El director de Comunicación Social de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, anunció que le habían solicitado 15 nombres de columnistas, pero al final enviaron 36 nombres al INAI. Por otro lado, los montos revelados van desde los 851 millones para Joaquín López Dóriga, hasta cifras de apenas cientos de miles para otras personas.
Tampoco fue muy acertado mezclar los nombres de las empresas como personas morales, con los de sus directivos que no necesariamente se beneficiaron personalmente de esos convenios de publicidad.
Pero a pesar de todos esos errores, estamos en presencia de una redefinición de esas relaciones de la prensa con el poder. López Obrador trata de generar nuevas formas de relación, señala Julio Astillero.
Por lo pronto, los famosos convenios publicitarios anuales específicos que, antes, beneficiaban a las empresas grandes sobre todo, especialmente a las televisoras, ahora están sujetos a la temporalidad de la campaña: ya no habrá convenios anuales, dice Hernández López.
NO PAGO PARA QUE ME PEGUEN
Sin embargo, ¿a Rafael Rodíguez Castañeda le parece que hay una visión correcta en lo que está haciendo López Obrador o que está dando palos de ciego?
“Me da la impresión que no hay una política clara, que López Obrador no tiene pensado cómo establecer esas relaciones con la prensa, con el llamado cuarto poder. No lo tiene claro en el campo de la información y menos aún en el campo de la publicidad, de la propaganda que es válida.
“Escuché a Joel Salas hablar al respecto en este mismo programa. Como dijo el comicionado del INAI, la publicidad ha sido manejada como un sistema de premios y castigos, con arbitrariedad absoluta. Cada gobierno, cada presidente en turno ejerce su criterio de la manera más arbitraria. Y por lo tanto el uso de la publicidad depende de sus humores y de sus amores.
“Debo subrayar que Proceso ha sido a lo largo de su historia víctima de esa política arbitraria en el manejo de la publicidad. Nada menos, aquella famosa expresión de López Portillo: ‘No pago para que me peguen’, fue dicha en función de justificar el retiro de publicidad de las dependencias federales de las páginas de Proceso, porque el Presidente se sentía agraviado por las críticas, los reportajes reveladores y los cartones, particularmente el de nuestro querido Rogelio Naranjo.
“En función de ese agravio, en una cosa indigna de un hombre de Estado ejerció una especie de venganza y retiró a Proceso la publicidad, abrupta y violentamente.
“Eso tuvo consecuencias dramáticas en nuestra función económica, tuvimos que cerrar una agencia de noticias que teníamos, despedir personal y de alguna manera, a lo largo de los meses y años subsecuentes, nos obligó a tratar de ser independientes del manejo de la publicidad oficial. Y empezamos a vivir de nuestra venta al público.
“Eso fue sólo el inicio de lo que ha sido una penosa relación de Proceso con el poder político”, resume Rodríguez Castañeda.
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