La rueda de prensa que el escritor Juan Villoro ofreció para invitar al par de charlas que dictaría el miércoles 6 y el jueves 7 de febrero en el Teatro Hidalgo, sobre ‘la conciencia narrativa’ y el ‘viaje al centro de la mente literaria’, se convirtió en sí misma en una conferencia magistral sobre la lectura.
Cuestionado por los reporteros sobre la Estrategia Nacional de Lectura que presentó el presidente López Obrador el pasado 26 de enero en Mocorito, Sinaloa, el cronista, narrador y dramaturgo destacó que en esta administración se tome la lectura como una prioridad:
“Un país de lectores es aquel donde se pueden transmitir valores y se puede tener niveles más altos de seguridad. Porque no hay mejor programa de seguridad que la educación y la cultura.
“Celebro también que, apenas comenzado el gobierno, se haya lanzado la Estrategia en Mocorito porque hay una excesiva centralización de las decisiones en México y justamente en lugares deprimidos, que no han tenido un acercamiento a la cultura, es donde se puede establecer esa nueva centralidad de los programas culturales.
“En ese sentido, Colombia nos lleva mucha ventaja. Con cierta vanagloria decimos que nos estamos colombianizando para referirnos a algún problema que tenemos, suponiendo equivocadamente que estamos muy arriba de Colombia, cuando en realidad ese país ha tomado la delantera al entender que la cultura es uno de los ejes con los que se puede solucionar la violencia.
“La estrategia militar es uno de los ángulos, porque la violencia es un problema multifactorial. Pero Colombia entendió que, para recuperar tejido social, es importante establecer proyectos culturales en zonas de peligro, en lugares donde la gente no ha tenido ese posible acceso a la cultura.
“Ojalá que la Estrategia alcance al mayor número de gente. Y, como escritor, haré lo que pueda para colaborar con ella porque es algo que nos compete a todos los que nos dedicamos a la cultura de la letra”.
Villoro aceptó que, “como todo, el documento [de la Estrategia] es un punto de partida. No es el plan definitivo pero es importante como banderazo de salida. El plan se tiene que ir afinando a medida que se vayan incorporando actores y se vayan recibiendo apoyos de distintos sectores. Debe ser una estrategia abierta y en transformación”.
INSTITUCIONES DE SERVICIO
El par de conferencias que dictó Villoro en Colima son en esencia las mismas que impartió en la sede del Colegio Nacional en la ciudad de México, como parte del compromiso que tiene el escritor como miembro de esa institución de excelencia.
Todavía en promoción de su más reciente libro de crónicas, El vértigo horizontal. Una ciudad llamada México (Almadía Ediciones, 2018), Villoro incluyó a El Colegio Nacional en los esfuerzos por convertir a México en un país de lectores.
Acompañado del presidente de la Fundación Puertabierta y del titular de la Secretaría de Cultura que, junto a la Universidad de Colima, auspiciaron la presencia de Villoro en esta ciudad, el escritor se refirió en la rueda de prensa a las ediciones de bajo costo y en pequeño formato que lanzó El Colegio Nacional, “libros que puedan ser llevado en bicicleta a muchísimas personas”.
Villoro definió esa producción editorial como uno de los intentos que hace la casa que reúne a los científicos, humanistas y artistas más reconocidos del país, “para atender a más necesidades”.
Como otras instituciones, dijo, “El Colegio tiene el desafío de ser una institución de servicio, no de privilegio. Las grandes universidades, los centros de enseñanza, los grandes laboratorios, deben cumplir con su función de hacer investigaciones especializadas, pero también con una muy importante a nivel social: la de convertirse en centros de servicio para atender las necesidades de la comunidad y para crear nuevas necesidades”.
Reconoció la pertinencia de multiplicar los programas culturales para que “muchas más personas puedan incluirse y, en la medida que lo hagan, también ellas vayan defendiendo a la cultura. Si tenemos un país de lectores, vamos a tener un país de editores, porque va a haber mas demanda por los libros; si tenemos más espectadores de teatro, va a haber más obras y más programas públicos que respalden las puestas en escena. Para El Colegio Nacional –al que Villoro ingresó en 2014– la Estrategia Nacional de Lectura es un desafío al que nos debemos sumar”.
LEER DESDE PEQUEÑOS
A la pregunta de qué implica hacer de México un país de lectores, Juan Villoro respondió con una idea: acercar los libros a quienes quieren leerlos:
“En muchas ciudades no hay librerías y casi no hay bibliotecas. La mayor parte de la venta de libros en el país está concentrada no sólo en la Ciudad de México sino en el sur de la ciudad.
“No sólo se necesitan bibliotecas y librerías, se necesitan ediciones asequibles. En los últimos años han surgido editoriales para niños y colecciones como las del Fondo de Cultura Económica en las que yo he podido participar. Cuando yo era niño no había tal cantidad de libros para los lectores pequeños o jóvenes, o al menos no tan bien editados como los hay ahora”.
Más importante aún es que “debemos hacer que la lectura se vuelva una forma del afecto, un placer compartido con la abuela, el hermano mayor o la madre. De ese modo el niño va a aprender, de una vez y para siempre, que la lectura forma parte de los afectos, que alguien que lo quiere bien le está contando una historia.
“Mi hermana Carmen, que es sicóloga y poeta, escribió una libro que se llama Había una voz. La mayoría de los cuentos infantiles empiezan con la frase ‘había una vez…’ Pero también podemos decir que en nuestro pasado remoto como lectores había una voz, la de la primera persona que nos contó una historia. Y recordamos las historias a través de esa voz, manteniendo un vínculo afectivo con esa persona y con las historias que nos contaba.
“Tan importante como la participación familiar es, por supuesto, la de los maestros. Mas, ¿cómo enseñar literatura, cómo fomentar la lectura si los propios maestros no leen? La lectura no se puede imponer, se tiene que contagiar y solo la contagia quien ya ha sido inoculado con este saludable virus de leer.
“Todos estos elementos –librerías, bibliotecas, distribución, libros para niños, padres de familia, maestros– tienen que entrar en sintonía para lograr que éste sea un verdadero país de lectores. Hay programas estupendos, en Colima se han hecho varios y muchos han funcionado con éxito. En ese sentido, vale la pena una gran cruzada nacional por los libros”.
Por lo demás, concluye Villoro, “la lectura no se puede imponer: es una felicidad optativa. Pero si se le da a la gente la oportunidad de tenerla, muchos más de los que ahora acceden a la lectura podrán disfrutar de este beneficio”.