Una tendencia que ha traído la Cuarta Transformación a Colima, impulsada desde las decisiones tomadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador tienen que ver el cambio de paradigma en cuanto a lo que se debe estipular como lo políticamente correcto, sobre todo en la relación de los gobierno con los medios.
El ejemplo más claro pudiera ser la nueva relación que ha entablado el Ejecutivo federal con los medios en sus conferencias mañaneras, a quienes no duda en cuestionar sus posturas editoriales y no desestima la oportunidad de señalar o evidenciar las #FakeNews que se manejan con la finalidad de demeritar sus decisiones.
En alguna oportunidad, el vocero de la presidencia, Jesús Ramírez, explicó que desde la nueva forma de gobernar no hay una estigmatización, “lo que hay es un debate acerca de la relación de los medios de comunicación y el gobierno, de las posturas editoriales de los medios, y esa deliberación que se da puntualmente en las conferencias matutinas. El compromiso del gobierno es a favor de los periodistas, de preservar su labor y su derecho a opinar”:
Colima no ha quedado exento de situaciones similares, pues el vendaval morenista dejó en nuestra entidad importantes y cuantiosos representantes de la 4T, en casi la mitad de las alcaldías y mayoría en el Congreso.
En la costa, ante el rompimiento con la gran mayoría de los medios manzanillenses y los ataques arteros e indisimulados de algunos sectores de la prensa porteña, la presidenta municipal Griselda Martínez ha hecho un hábito lo que en el antiguo régimen era considerado “políticamente incorrecto”: evidenciar desde canales oficiales la proliferación de las #FakeNews. Los desmentidos manzanillenses se volvieron necesarios, por lo que la tropicalización de los debates de AMLO con la prensa no afín en las mañaneras ya se ha instalado en nuestro estado.
Un ejemplo más se dio el sábado pasado, cuando la dirección de Comunicación Social del Poder Legislativo decidió desmentir una portada del periódico peraltista por excelencia, que hablaba de un supuesto aumento en los ingresos distintos al salario que reciben los diputados.
Tampoco hubo remedio en este caso, por lo que el Legislativo tuvo a bien salir a desmentir de manera frontal esa nota. Al inicio de la legislatura, páginas afines al medio ya mencionado se sumaron a una campaña de nado sincronizado conservador en el que aseguraban que los diputados aún ganan $200 mil pesos mensuales, cuando hay regidores de algunos municipios que en la tranquilidad de la ausencia de reflectores perciben más que los propios diputados. Esa falsa idea de que los diputados siguen llenándose los bolsillos permeó en su momento, y ha servido de distractor para el dispendio de recursos que se sigue dando en el Ejecutivo estatal y en el Poder Judicial.
En la confrontación de ideas, la presidenta Griselda Martínez también ha dado golpes sobre la mesa cuando se trata de desafiar las opiniones y las campañas de desprestigio del conservadurismo colimense. Un stand de promoción turística en evento nacional que dejó fuera a Manzanillo había sido la respuesta desaprobatoria del gabinete económico peraltista por el hecho de que la alcaldesa porteña decidió exponer, afuera de la presidencia municipal, la camioneta baleada en el atentado en su contra.
Aquellos que decidieron desgarrarse las vestiduras por la osadía de exponer el monumento a su atentado, olvidaron un par de cosas: ella, y solo ella, tienen derecho a decidir qué hacer para protestar por aquel lamentable suceso; y dos, que en este nuevo paradigma, lo que solía ser políticamente incorrecto ahora puede ser incluso lo correcto.
Esto es apenas el inicio. La relación de los medios con los poderes se ha polarizado ideológicamente. Y para el periodismo debe haber dos cosas trascendentales: defender la libertad de expresión y la intolerancia a las #FakeNews.