NO HACEN FALTA LOS TRANSGÉNICOS

Aunque los detractores de Andrés Manuel López Obrador, el candidato a la Presidencia de la República que presentó a Víctor M. Villalobos como su probable secretario de Agricultura y Ganadería, llaman a este especialista en Genética Vegetal, con un doctorado en Morfogénesis Vegetal, el “secretario transgénico” y lo acusan de ser un “depredador ambiental”, los egresados de Chapingo que trabajan en Colima señalan que la postura de Villalobos es la más sensata con respecto al uso de las semillas transgénicas.

Entrevistado por este columnista al término de una reunión con sus compañeros egresados de la Escuela Nacional de Agricultura, con motivo del día social del ingeniero agrónomo, Villalobos dejó en claro que “para una discusión como esta de los transgénicos, donde está la sociedad polarizada e incluso desinformada, es importante crear los foros necesarios para discutir con conocimiento científico cuáles son los riesgos reales y los beneficios” de los transgénicos.

Una discusión serena sobre lo que representa ese tipo de biotecnología no se ha dado en México, dijo, porque han imperado dos visiones completamente opuestas:

La de quienes plantean los transgénicos como “la solución al problema agrícola que tenemos y nos hace depender en mucho de las importaciones”, por un lado;

Y, por otro, la que sataniza tecnologías que, según sus promotores, en otros países han mostrado no sólo que no causan daño a la salud humana sino que, en realidad, con ellas se generan beneficios ambientales.

Ese diálogo entre quienes piensan al contrario, señala Villalobos, “no se ha dado en México. Y mi posición al respecto es que no se pueden tomar decisiones a priori a favor de una u otra postura polarizada”.

Su opinión “es que las soluciones se encuentran en la parte intermedia”. En todo caso, “si esto finalmente causa un daño y puede afectar a las poblaciones, a las razas nativas, o si puede generar una dependencia mayor a la importación de semillas, eso tiene que ser discutido con seriedad, mostrando los resultados de investigaciones científicas”.

TRANSGÉNICOS NO SON TODO LO QUE HAY:

Exsubsecretario de Recursos Naturales de la Semarnap y exsubsecretario de Agricultura de la Sagarpa, oficial principal en Biotecnología en la FAO-Roma, investigador y catedrático del Cinvestav y el CATIE, así como miembro de la Real Academia Sueca de Agricultura y Silvicultura, entre otros cargos académicos, políticos y profesionales, Villalobos explicó qué son los transgénicos:

“Es una de las biotecnologías”, pero no la única. Lo más importante es entender que “la necesidad de incrementar los rendimientos en el campo no necesariamente tiene que llevarnos al uso del maíz transgénico”.

En realidad, agregó, el problema de México es que “tenemos una producción de maíz tan raquítica (la media nacional anda por las tres toneladas por hectárea), que sin entrar en la polémica por el uso de transgénicos podríamos duplicar o triplicar los rendimientos simplemente con las tecnologías tradicionales, que ya están pero no se están aplicando”.

En su conversación con los agrónomos colimenses, que se celebró en un hotel al norte de la ciudad de Colima la noche del lunes 26 de febrero, Víctor Villalobos señaló que apenas “el 10 por ciento de los productores mexicanos utiliza semilla híbrida”.

En ese sentido, “cómo aspirar a ser mucho más eficientes o productivos cuando ni siquiera hemos incorporado esas semillas híbridas que lograron la revolución verde en los 60, y que desde los años 40 se usan”.

Así pues, “antes que entrar a la polémica por el uso de los transgénicos lo que tenemos que hacer es usar semilla híbrida: son materiales con alto rendimiento y nos ayudarían a empezar a bajar la dependencia de la importación. Ya después veríamos los transgénicos, pero –insistió– esa debe ser una discusión con fundamentos científicos y no con especulaciones o con argumentos que no están sustentados en la investigación”.

TLC, COMPROMISO QUE SE DEBE HONRAR:

A la espera de saber si el Tratado de Libre Comercio de América el Norte (TLCAN), entre México, Estados Unidos y Canadá, será ratificado, Villalobos comentó que “la incertidumbre es real. De cómo están las cosas con el presidente de los Estados Unidos depende que las posiciones cambien un día sí y otro también. Pero la verdad es que un cambio en el Tratado afectaría al sector agropecuario de los tres países; no sería una ganancia para ninguno de ellos en particular”.

Villalobos discrepa de quienes consideran que la firma del TLC en 1994 fue desastrosa para el campo mexicano. “No es correcto decir que no ganamos nada en la negociación; ha habido ganadores, por supuesto. Evidentemente tenemos un posicionamiento en el mercado de productos que, si bien son pocos, se da gracias al TLC que nos llevó a ser más eficientes en la producción, la calidad, la inocuidad o la trazabilidad”.

Un éxito del TLC, abundó, “es todo el desarrollo que hemos tenido en la parte fitosanitaria, porque tuvimos que equipararnos a las normas de Estados Unidos y Canadá que estaban muy avanzadas. Eso no es nada menor porque, por ejemplo, nos garantiza el acceso a cualquier mercado: hoy estamos exportando carne a Japón y a otros mercados muy exigentes”.

Reconoce, sin embargo, que “lo que puede ser criticable es que el beneficio de toda esa potencialidad de acceso a mercados de Canadá y EU, no haya sido mucho más generalizado. Ese acceso es lo que deberíamos estar aprovechando. Tenemos el aguacate, el tomate, la guayaba, el tequila o la cerveza, pero deberíamos estar exportando 20 o 30 productos más, como café, cacao y frutas tropicales que les están llegando de otros países” a mercados a los que tenemos libre paso.

Para Víctor M. Villalobos, “no debemos reaccionar en contra del TLC, tenemos que honrar nuestro compromiso”. Si bien, “es buen momento de hacer ajustes porque una cuota de sacrificio del TLC fue, precisamente, la agricultura”.

Los 20 años de experiencia que tenemos en materia de libre comercio, deberíamos aprovecharla para “integrar un mercado norteamericano Canadá-Estados Unidos-México, y no necesariamente para iniciar una competencia o una guerra de aranceles entre nuestros países”.

Otra cosa es que el negocio de las importaciones haya afectado a los productores locales. Definitivamente, reconoce Villalobos, la facilidad para las importaciones ha incentivado la dependencia de México: “importamos 31 millones de toneladas de granos el año pasado, de las cuales poco menos del 50% es maíz; pero también somos el segundo importador de leche en polvo e importamos el 90% del arroz, ya no digamos otros productos”.

Mas advierte: “El problema no es el TLC sino que abandonamos la investigación científica hace muchos años, no producimos variedades ni paquetes tecnológicos. Fue más fácil importar que desarrollar nuestro propio conocimiento”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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