La guerra contra el huachicol escala a proporciones, aunque previsibles, cada vez mayores. Al que junta estas letras no le sorprende que todos los mexicanos estemos de acuerdo en que resulta prioritario que el Gobierno se haya comprometido a extirpar ese cáncer que devora al País, pues el boquete que causa a las finanzas públicas es impresionante; las cifras ya las conocen los escasos lectores de esta columna: Se estiman en 66 mil millones sólo durante el año pasado, y el problema tiene más de veinte años, aunque durante los últimos, alcanzó proporciones cada vez más grandes. Los números lo dicen todo.
Afirmé que todos los mexicanos estamos de acuerdo con esa lucha y deseamos que el combate termine pronto. Que se acabe el robo de combustibles y que los criminales terminen en la cárcel y se ejerza contra ellos la extinción de dominio a sus bienes y cuentas. Pero dije que todos los mexicanos, no dije que todos los que nos decimos mexicanos, pues hemos visto que algunos han sido capaces de generar pánico entre los consumidores que se han volcado a las gasolineras para realizar compras de pánico e incitar a otros a hacer lo mismo y provocar una espiral maliciosa de consumo extraordinario para poder afirmar que México empieza a ser como Venezuela y algunas otras barbaridades. El objetivo final no es otro que obligar al gobierno a abrir nuevamente los ductos para volver a ordeñarlos. Y, además, por supuesto, provocar tanto mal como sea posible en la imagen del Gobierno, que se mantiene firme y actuando.
Un buen número de políticos se ha mantenido en la posición contraria a la lucha. A la cabeza, ubicamos a Fox y Calderón, personajes avalados por sus pésimas gestiones al frente del Ejecutivo de la Unión, que han sido criticados y condenados de manera unánime por el Pueblo, gracias a lo cual, uno conserva tres partidarios y el otro, cinco. Frente a ellos, debo reconocerlo, Peña Nieto ha ganado mi admiración porque seguramente, aunque debe estar tan preocupado como el otro par de sinvergüenzas, nada ha dicho. Sabido es que nunca fui capaz de calificar como bueno algo de lo que el pequeño Peña hizo en su oportunidad, pero ahora debo reconocer que su actitud ha sido correcta y hasta ejemplar. ¡Ojalá Fox y Calderón siguieran el ejemplo de Peña!
En Colima no ha habido problemas hasta ahora en cuanto a escasez de combustible, pero seguramente habrá más de un gasolinero nervioso por haber sido cliente de los huachicoleros y por haber participado de ese saqueo sin precedentes en el País, en el robo cuádruple como concluíamos en la columna anterior. Más de cien concesiones han sido canceladas ya, por haber adquirido combustible robado; y seguramente no sólo se cancelarán las concesiones, sino que habrá castigos de otro tipo. Y al que junta estas letras, festeja que así sea.
Pero hacer que una causa justa sea bandera de una lucha, causa simpatías siempre; aunque a veces se trate de una lucha que no siempre es justa: El EZLN ha vuelto por sus fueros y ha alzado su voz para expresar su inconformidad con el gobierno de López Obrador usando como pretexto el Tren Maya. Hoy como antes, despierta muchas dudas la limpieza de su lucha. Nadie puede negar que Chiapas y sus estados vecinos requieren justicia y menos aún, que esta se requiere con mayor urgencia por parte de los indios (o pueblos originarios para ser políticamente correcto), pero ¿El EZLN responde a sus intereses? El EZLN que nunca señaló las desviaciones e injusticias de Zedillo, Fox, Calderón o Peña Nieto o de gobernadores chiapanecos atroces como Manuel Velasco Coello. El EZLN con Marcos como cabeza visible, cuya hermana fue visitante frecuente del Congreso de la Unión al ser ocupante de curules a donde fue llevada por el PRI, y después elevada a Subsecretaria de Gobernación por Peña Nieto ¿Ese EZLN es el que representa los intereses de los indios? Ese mismo EZLN que aparece, desaparece, desaparece y vuelve a aparecer, pero que nunca ha alcanzado el reconocimiento como fuerza beligerante ¿es el que representa los intereses de los indios? ¡Qué vayan con su música a otra parte! No somos tan tontos como para que puedan engañarnos. Los razonamientos abundan y no cito más porque no vale la pena, pero cada vez caben menos dudas respecto a que haya sido creado, como se ha afirmado, por Raúl Salinas, cuyos intereses nadie pone en duda.
Cada vez resulta más claro: El camino de la cuarta transformación está lleno de espinas, y de ponzoña. Y seguramente todavía no hemos al diablo, sino sólo la punta de su cola. Y estos primeros días del actual régimen nos han dejado ya muchas sorpresas y muy pronto habremos de ocuparnos de muchas más. Los intereses de varios grupos son muy grandes, tanto como para que los interesados los defiendan a sangre y fuego; y si la impunidad deja de ser la gran señora ¿la verdadera primera dama? de México, y si los peligros de castigo también se hacen presentes; entonces la fuerza con la que se defiendan esos intereses, habrá de ser mayor cada vez. Por tanto, continuaremos observando las reacciones.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.