Quienes han empujado la democracia en México no son el IFE o el Tribunal Electoral sino los periodistas que han estado en la trinchera denunciando la corrupción y los abusos de poder, dijo John Ackerman al darle la bienvenida a Sanjuana Martínez en su programa Diálogos por la Democracia en TV UNAM.
En la emisión del domingo 27 de enero de 2019 (https://www.youtube.com/watch?v=R6oZB7raQdA; o http://tv.unam.mx/portfolio-item/dialogos-por-la-democracia-con-john-ackerman-y-sanjuana-martinez/), la anunciada directora de Notimex coincidió con Ackerman en cuanto a la vocación democrática del periodismo:
“Nuestra misión como periodistas es ser garantes de los procesos democráticos y reforzarlos con el derecho a la información. La defensa de ese derecho nos corresponde a los periodistas comprometidos socialmente porque, más allá de conformarnos con lo publicado, debemos buscar ser agentes del cambio.
“Esa es mi visión del periodismo: no quedarme con la publicación de una investigación por acuciosa que sea, sino procurar que esta produzca cambios. Y luego ponderar el impacto que tiene en los lectores, oyentes o televidentes; ese feedback que permite saber si tu trabajo realmente está cumpliendo con dicho objetivo: la defensa de la libertad de expresión y en contra de la censura”, expresó la invitada.
DE LA UNI PARA EL MUNDO
Nacida en Monterrey, Sanjuana Martínez tiene una trayectoria profesional de 28 años. Estudió la licenciatura en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y el posgrado en la Complutense de Madrid. En tiempos recientes ha publicado fundamentalmente en La Jornada y Sin Embargo. Es autora de una decena de libros.
Ha recibido, entre más de 14 reconocimientos, el Premio Nacional de Periodismo, el Premio Ortega y Gasset de Periodismo, el Premio a la Libertad de Prensa de Periodistas Sin Fronteras o la medalla Omecíhuatl por su compromiso con los derechos de las mujeres y su contribución a la construcción de una sociedad más justa y democrática.
No obstante su prestigio y visibilidad, Martínez ha sufrido persecución:
“Son gajes del oficio trabajar bajo condiciones inseguras por esta falta de decisión, de voluntad desde el Ejecutivo, para garantizar la seguridad de los periodistas independientes críticos que nos dedicamos a la investigación. Las amenazas fueron durante años el pan de cada día.
“Con Calderón fue terrible. Yo regresé a México después de 20 años como corresponsal en Europa, para las elecciones de 2006. Muy ilusionada, pensaba que este país iba a tener un cambio. Decidí quedarme cuando se da el fraude electoral y Felipe Calderón empezó la guerra contra el narco, estableciendo una nomenclatura de sangre que jamás habíamos visto. Pensé: ahora hay que quedarse.
“Sin embargo, me decían vete porque esto se va a poner horrible. Y sí, fue como abrir la caja de Pandora: si antes había siete u ocho cárteles, con Calderón llegaron a 80, se ramificaron las células del crimen organizado. Aquello se convirtió en una guerra sin cuartel en el que los ciudadanos y los periodistas estábamos en medio. Una guerra entre criminales y fuerzas armadas, en la que ambos bandos cometieron barbaridades.
“Muchos periodistas tuvimos que someternos a terapia por el estrés postraumático que nos produjo ver decapitados y acribillados en las calles. La violencia crecía, crecía y las periodistas nos dimos a la tarea de documentar lo que estaba pasando, más allá del ejecutómetro.
“Yo venía de cubrir conflictos bélicos en donde te dan un casco y un chaleco antibalas, pero el miedo que sentí en mi tierra no lo había tenido nunca. Me dediqué a cubrir la frontera norte, 3 mil 200 km que son un auténtico laboratorio de violencia y drogas”. Por cierto, sus reportajes de esta época fueron la base de su libro La frontera del narco (México: Temas de hoy, 2011).
“En Sinaloa, Tamaulipas y Chihuahua sentías el aliento fétido de la muerte al hacer una cobertura de temas como la connivencia de las autoridades, las policías y las fuerzas armadas con el crimen organizado”.
Al respecto, John Ackerman refiere que, según Artículo 19, en la mayoría de los ataques a la prensa en México han tenido participación agentes públicos. Sanjuana lo confirma:
“El 65 % de los asesinatos de periodistas son cometidos por o en complicidad con los agentes del Estado. México es el segundo país más peligroso para ejercer el periodismo, después de Siria o Irak donde se vive un conflicto bélico.
“Aquí se pueden matar periodistas sin ninguna consecuencia. La impunidad es la invitación a la repetición del delito. Y cuando cubres y denuncias con investigaciones la corrupción, el abuso de poder o la connivencia del crimen organizado con los gobiernos estatales, las policías o las fuerzas armadas, tu integridad está amenazada. Pero cuando te metes con sus esposas o con sus vidas privadas, la cosa cambia”, advierte Martínez.
LAS AMANTES DEL PODER
En la bibliografía de esta periodista tiene un lugar destacado su trilogía sobre las mujeres y la política: Las amantes del poder: los escandalosos usos y abusos del poder público en la vida privada (México: Temas de hoy. 2014); Soy la dueña: una historia de poder y avaricia (México: Planeta, 2016), sobre Angélica Rivera, y La señora Calderón (México: Temas de hoy, 2018).
“Tienes que plantearte hasta dónde se puede publicar, dónde deja de ser privada la vida de un político. Yo asumo que cuando se comete un delito deja de ser privada, como pasó con el hijo (Diego Peña Díaz) que Enrique Peña Nieto tuvo fuera del matrimonio, en una relación con Maritza Díaz Hernández que perduró incluso cuando ya estaba casado con La Gaviota. EPN utilizó la fuerza del Estado para no pagar la pensión alimenticia y si utilizas el poder público para intervenir en tu vida privada, ésta deja de serlo.
“Ese primer libro está dedicado a las amantes del poder, que se cree son las seducidas por el poder y el dinero. Incluye siete historias de hombres que utilizaron su poder para dañar a sus parejas, ex parejas o a sus hijos. Pero aparece también una mujer, Rosario Robles, la gran traidora de la izquierda (no sólo era troskista, era maoísta, venía de la izquierda radical), para demostrar que el abuso no es cuestión de género. Ella lo cometió masculinizándose”.
Para Sanjuana Martínez “la corrupción es un gen masculino. Cuando hay más mujeres en la vida pública hay menos corrupción. Quizá tiene que ver con ese prurito, esa idea de la honestidad y de la decencia de quienes tienen el papel de administradoras del hogar”.
En cuanto al libro sobre La Gaviota, “normalmente en este país se usaba publicar libros sobre los presidentes o sus familias cuando terminaba el sexenio. Decidí publicarlo cuando aún estaban los Peña en el poder, centrado en la investigación de los bienes y la sombra de la corrupción que persigue a Angélica Rivera y a su esposo. Desde muy distintas formas: esa vida en rosa que la cubrió de riqueza y ostentación, o toda la parafernalia de gastarse nueve billones de pesos anuales para el combate a la corrupción y poner a (Virgilio) Ricitos Andrade para que lo cubriera en casos tan escandalosos como el de la Casa Blanca”.
En el primer libro de la trilogía ya estaba presente el tema. “Entrevisté a Maritza, tuve acceso a una conversaciones telefónicas donde ella le reclamaba a Enrique Peña: ‘Ya vi que le compraste una casa a tu mujer’. Y él decía:, ‘Yo no se la compré’. ‘¿Y entonces quién?’. ‘Televisa’. ‘¿A poco Televisa les compra casas a ustedes?’. ‘No, Televisa le compra casas a sus actores’, decía él”.
Hasta entonces no sabíamos que Peña Nieto era actor. Luego lo descubrimos, aunque resultó tan malo como Angélica Rivera, bromea Sanjuana. “Lo interesante es cómo describe Enrique la casa, dos años antes del escándalo. Había salido en la prensa rosa, porque La Gaviota le abrió las puertas de su casa a TV Notas”.
Para un capítulo de su libro sobre Rivera, que subtituló ‘El burdel más grande de México’, Sanjuana entrevistó a un ex productor de Televisa, Mario Lafontaine, “y él da cuenta de cómo llega Angélica con 15 años a Televisa, y cuál fue su metamorfosis y su carácter. Fue castigado por ese testimonio, como fue castigada Verónica Castro porque se atrevió a criticar la anulación del matrimonio religioso con su hermano José Alberto, con el que Angélica tuvo tres hijas. La anulación fue un montaje eclesiástico para que los novios Rivera-Peña pudieran casarse de nuevo por la Iglesia”.
Según Martínez, “ese matrimonio estaba llamado a terminar con el sexenio. Hay gente que me ha buscado para decir qué razón tenía porque en el libro yo sostengo que Televisa le ayudó a decidir quien sería su novia, a través de un catálogo donde había otras dos candidatas: Galilea Montijo y Lucero. Finalmente, Angélica tuvo más cualidades para ese papel. Pero yo también sostenía que ese amor de telenovela tenía como fecha de caducidad el sexenio, y tenemos información de que existe una demanda de divorcio y que ya no están juntos”.
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