El Gobierno del Estado, que encabeza José Ignacio Peralta Sánchez, tiene una lección perfectamente entendida, la privatización. No han bastado todas las críticas vertidas, lo mismo por muchos de los comentaristas locales que las cotidianas de Juan Pueblito, que al expresarse en las urnas fue contundente, no hay lección que entienda el Gobernador, y, por tanto, continúa por el camino que se había trazado desde el comienzo de su mandato (o más bien, desde antes).
Al parecer, ahora toca el turno de la privatización al controvertido predio de La Campana. Crear espacios para su disfrute por parte de los colimenses es obligación de su gobierno y debe ser, además, parte de una estrategia en contra de la criminalidad que ha crecido de manera galopante a lo largo de la presente administración gubernamental. Esta, no puede pensar en desarrollar ese espacio estratégico sino a través de una concesión, amén de los planes de comercializar el perímetro del mismo. Y eso que ni siquiera se encuentra definido quién es el verdadero dueño del predio, pues como bien sabemos, lo que adquirió el gobierno fue un conflicto.
Periódicamente se habla del destino que habrá de tener el espacio que ocupan las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional en la Calzada Galván y que pronto serán desocupadas. Parece una prolongación natural de La Piedra Lisa y que podría suponerse que ese uso sería el natural para el espacio en cuestión. Es su vocación, pues. Sin embargo, todo parece indicar que su destino será otro: Centro comercial y viviendas para ricos. Y que esto se hará a pesar de la envidiable ubicación del predio que, por céntrico, parece insustituible. Pero curiosamente, eso lo hace envidiable también para su comercialización, pues su ubicación es magnífica.
Hay muchas lecciones que deberían haberse aprendido a estas alturas, y es que las concesiones otorgadas no han funcionado adecuadamente (entre otras cosas, porque los concesionarios no han resultado los idóneos). Tal es el caso del otrora Parque Metropolitano convertido en Eco Park al que muy pocos van por el costo del acceso principalmente, y que se encuentra muy lejos de cumplir con el objetivo trazado. Tal parece que cuando los colimenses requerimos de más espacios para nuestro disfrute, el Gobierno estatal en vez de dárnoslos, nos quita los que tenemos y los que puede darnos en adición, se privatizan.
Resulta difícil encontrar las ventajas sociales, económicas (y aún políticas) de tales decisiones, sin embargo, estos asuntos continúan su viaje sin que algo o alguien pueda impedir que suceda lo que parece inevitable. Los bienes de los colimenses se ponen en manos de la ambición y de los ambiciosos. Tal vez eso sucede porque el gobierno resulta albergue de corredores de bienes raíces que disfrutan de una aventura política, pero cuya verdadera vocación no se encuentra en el servicio público sino en esa otra afición, a la cual no parecen dispuestos a renunciar. El que junta estas letras, solicita a sus escasos lectores, la revisión de las fichas biográficas de los miembros del gabinete y las decisiones más trascendentes de los mismos. Seguro estoy que habrán de darme la razón.
Ahora, otros rumores apuntan a un reacomodo del gabinete peraltista y las razones parecen muy claras, el acomodo para los viejos políticos priístas se encuentra muy restringido: Las posiciones en los congresos (federal y estatal) casi no existen, los gobiernos municipales serán solo dos (y pequeños) y las delegaciones federales desaparecen. Entonces, ahora sí, conoceremos a los verdaderos amigos (o aliados) por la nómina.
Y los rumores no son alentadores. Podríamos pensar que resulta positivo que el jurásico Arnoldo Ochoa (dije jurásico, no jurídico) sea removido de la Secretaría General de Gobierno, pero cuando vemos a su sustituto, Virgilio Amezcua, mucho de lo positivo desaparece, pues conocidos son los negocios que ha realizado al amparo del poder. Y, en suma, los colimenses, nada ganaremos. Por otro lado, si bien se retira un conocido agente inmobiliario, para sustituirlo, llega otro con las mismas credenciales. En suma, algo cambia para que todo siga igual. Además para incrementar el coraje de los pocos priístas que aún existen (aunque usted no lo crea), Virgilio es verde y eso no se lo perdonarán a Peralta.
Los otros nombramientos que se rumoran, no permiten observar cambios reales en relación con lo vivido hasta ahora en esta administración, que apenas intenta llegar a la mitad de su período. Es decir, aún le falta mucho tiempo que además será la parte más difícil, tanto por los nuevos tiempos que ya se viven, como por la impopularidad creciente de la cabeza del Ejecutivo, pues es criticado aún por muchos priístas.
A los colimenses solo nos queda una esperanza, y es que el Congreso local, con su nueva conformación, pare los excesos del Ejecutivo y que los poderes federales también con su nueva conformación, colaboren para la misma causa, en el ámbito de sus competencias, por supuesto.
El hartazgo de los colimenses está claro y se expresó en voz alta. El grito fue tan alto que lo escuchamos todos y nos cimbró. A todos, menos al Gobierno estatal. No cabe duda, perro que traga huevo, aunque le quemen el hocico (o al revés, como sea, dice lo mismo: Perro que traga hocico, aunque le quemen…).
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.