El estilo agresivo de preguntar no es algo que veamos mucho en las entrevistas periodísticas de esta era caracterizada por la corrección política.
En los sesenta, la italiana Oriana Fallaci se hizo célebre por combinar su militancia con un combativo ejercicio de reporteo y cuestionamiento a las fuentes oficiales. Y, en México, alguien que hizo suyo el talante imprudente de algunas preguntas fue Elena Poniatowska que, antes de cronista y novelista, adquirió fama de buena entrevistadora.
En estos tiempos de espectáculo informativo, lo menos que denota Jorge Ramos es un protagonismo exacerbado. Si bien es un periodista que ha cubierto episodios de violencia contra los inmigrantes indocumentados y segregación racial desde la perspectiva de las minorías hispanoparlantes, la verdad es que muchos de sus colegas en Estados Unidos (y ya no se diga en México) no lo toman en serio.
Sugieren que el hermano gemelo de Lourdes Ramos (quien permaneció más tiempo que su cuate en las pantallas de Televisa, hasta que en 2012 se fue también a trabajar a Univisión) hace sus reportajes desde la seguridad e incluso la comodidad del sillón de un presentador estelar (anchorman) en una televisora estadounidense. Aunque eso no le impide llamarse “periodista independiente”.
Por cierto, Univisión hace tiempo que dejó de ser la filial en Estados Unidos de la mexicana Televisa. Y hoy es una de las tantas empresas de comunicaciones que buscan explotar el floreciente mercado de contenidos en español en la Unión Americana.
Desde mayo de 2018, el CEO de la compañía es Vicent L. Sadusky, quien sustituyó a Randy Falco como director ejecutivo. Eso significa que cuando Ramos entrevistó agresivamente a Trump, era otro el magnate de los medios hispanos que estaba al frente de Univisión. Bien puede ser entonces que, hoy, es otra la política editorial.
LA ERA DE LAS FAKE NEWS
En medio de los recurrentes escándalos por la fabricación de fake news desde la Casa Blanca, para ganar credibilidad como periodista Jorge Ramos no se ayuda ni él mismo.
En una entrevista con los reporteros que acudieron a recibirlo al aeropuerto, Ramos celebró que sus acciones en Venezuela cuenten con el apoyo del vicepresidente Mike Pence y del senador Marco Rubio, el mismo que pidió a su gobierno cometer un magnicidio contra Maduro.
De acuerdo al video tuiteado por Rubén Luengas (https://twitter.com/rubengluengas/status/1100996888030076928), el reportero Max Blumenthal le preguntó a Ramos si tiene algún plan para confrontar al senador Marco Rubio por sus amenazas de matar a Maduro al publicar fotos de él y de Gadafi, tras llamar a una invasión norteamericana a Venezuela, o de confrontar a Donald Trump sobre las sanciones a ese país sudamericano. Y Ramos responde:
“Lo que puedo decirte es que muchas personas aquí en Estados Unidos apoyan lo que estamos haciendo y que Marco Rubio, el vicepresidente Pence y muchos otros apoyaban lo que estábamos haciendo allá”.
“¿Así que estás actuando en su nombre y aceptas su apoyo? ¿No hay planes para confrontar a Marco Rubio por pedir el asesinato de Maduro?, insistió el reportero.
“Es interesante lo que estás diciendo. He sido periodista durante más de treinta años, periodista independiente, y todos los que me conocen saben lo que pasó con Donald Trump. ¿Recuerdas lo que pasó con Donald Trump?”, replicó Ramos, pero Blumenthal no se dejó engatusar: “Las preguntas son excelentes si uno las hace en una conferencia de prensa, así que probablemente…”
Lo demás es inaudible pero Ramos entiende perfectamente el sentido crítico de un colega que, el 25 de febrero de 2019, publicó un video-reportaje (https://actualidad.rt.com/actualidad/306612-periodista-eeuu-visitar-mercados-caracas-video) en el que muestra los mercados tradicionales y supermercados de Caracas, surtidos de pasta de dientes que “según la CNN no existe en Venezuela”, además de carne, pescado, pan y verduras que se venden “muy por debajo del valor en mercado” gracias a los subsidios.
Ramos insiste: “Está muy claro que yo tenía que” hacerlo. Y cuando Blumenthal (hijo de un colaborador de la presidencia de Bill Clinton) vuelve a cuestionarlo sobre la pertinencia de confrontar a Rubio por sus pedimentos de asesinato político contra un líder electo como Maduro, Ramos reitera: “Haré todas las preguntas que deben hacerse”.
Pero ante la exigencia de Blumenthal de aclarar si sí o si no confrontará a Marco Rubio, Jorge Ramos señala: “A todos los políticos, preguntas difíciles. He demostrado en el pasado que le hago las preguntas difíciles al presidente Trump. He demostrado que le he hecho las preguntas difíciles a Nicolás Maduro y le seguiré preguntando a cualquiera?”
“¿Incluido Marco Rubio?”, terquea el reportero, éste sí independiente.
“A cualquiera”, responde Ramos. Y cuando Blumenthal asume que eventualmente lo hará, Jorge le da la espalda para dialogar con otra reportera.
MADURO TENÍA TRES CÁMARAS
Para valorar la conducta de Jorge Ramos como entrevistador en la conversación que el presidente Nicolás Maduro interrumpió para, luego, ordenar que el equipo de Univisión fuera retenido casi tres horas y les decomisaran el equipo y la grabación, habría que ver el video original.
Lo que tenemos es el relato de Ramos en incontables noticieros y programas de análisis. Y los alegatos que hizo el ministro de Comunicaciones de Venezuela, Jorge Rodríguez, en el sentido que Ramos y su equipo no fueron detenidos sino “aislados”, y que el periodista habría llamado en repetidas ocasiones “asesino” y “dictador” a Maduro.
A su llegada al aeropuerto de Miami tras ser expulsado de Venezuela, según la nota de El Nuevo Herald (https://www.youtube.com/watch?v=t4WkylO3n3s?), Ramos demandó a Maduro entregar la grabación y se comprometió a transmitirla sin cortes.
Aunque las autoridades venezolanas dirán que la grabación de Univisión ya la borraron, advirtió Ramos, el gobierno de Maduro tenía sus propias tres cámaras. Esa grabación “es importante para demostrar lo que ocurrió en esos 17 minutos”.
Luego, Jorge Ramos habló con sus colegas de las preguntas que le hizo a Maduro:
“Cómo debo llamarlo, presidente o dictador?”, comenzó por plantearle. Y eso molestó a Maduro sobremanera: ‘¡Yo soy el presidente de Venezuela!’, exclamó.
“Pues para millones de vezolanos usted no es el presidente. Y le cité a Juan Guaidó, presidente interino, reconocido por 52 naciones, para quien Maduro es un usurpador”, siguió contando Ramos.
Y narró que la siguiente parte complicada fue cuando el periodista le habló a Maduro de El Pollo, Hugo Carvajal, el jefe de inteligencia de Maduro que “en una entrevista dijo que Maduro era responsable de cientos de muertes. Y en ese momento él me dijo: ‘Si usted fuera venezolano, tenga mucho cuidado porque sería juzgado por ese tipo de afirmaciones’”.
Según Jorge Ramos: “Para mí era muy importante poderle llamarle a Maduro dictador, dentro de Miraflores. Y cuando él se levanta y se va, yo le dije: ‘Usted no está contestando a las preguntas… eso no es de un democráta, sino de un dictador. Cuando se permite que se digan este tipo de cosas públicamente, las cosas empiezan a cambiar’.
Para Ramos: “No hay libertad de expresión en Venezuela. Si esto nos lo hacen a nosotros, imagínate lo que no le harán a los periodistas venezolanos. Hay una censura de prensa impresionante, es vergonzoso ver la televisisón o escuchar la radio en Venezuela porque no escuchas otros puntos de vista. Claro, Maduro y su entorno piensan que esa es la realidad, pero la realidad es muy distinta”.
“Lo que ha ocurrido es un acto de represión, una violación al derecho internacional, al derecho de nosotros los periodistas de hacer cualquier pregunta. Y aquí la conclusión es que nuestra principal obligación es hacerles preguntas incómodas a los que tienen el poder. Si no las hacemos, no estamos haciendo nuestro trabajo”, concluyó Jorge Ramos.
PERSONA NON GRATA
Con base en esta transcripción, juzgue el lector si Ramos actuó como periodista o como propagandista de Estados Unidos.
Y juzgue, en todo caso, si el gobierno venezolano violentó la libertad de prensa que Jorge Ramos encarna o lo trató, simplemente, como a un agente del espionaje norteamericano.
Es decir, si lo trató como un agente con una suerte de inmunidad diplomática, como suelen tenerla los agregados comerciales que trafican con información. Y a quien un dictador –que Maduro lo es, sin duda– no debe mandar a prisión so pena de incurrir en un acto de guerra, pero sí puede expulsar como persona non grata.