Preparando el 2 de octubre

Profunda huella dejó el Movimiento Estudiantil y Popular de 1968, eso ya lo hemos comentado en esta columna: Por primera vez hubo duda de que el Sistema político mexicano fuera monolítico y por primera vez también, se cuestionó dentro y fuera de nuestro País, la idoneidad del rumbo del mismo, pues si bien, ofrecía estabilidad y progreso desde el punto de vista económico, también se significaba por el autoritarismo extremo desde el punto de vista político. El Presidente de la República era más bien, la encarnación de un emperador y el Legislativo y el Judicial, así como la burocracia del Ejecutivo, el Partido oficial (PRI), la prensa, los hombres de negocios, los sindicatos, las organizaciones supuestamente populares y de campesinos, las fuerzas del orden y absolutamente todos, se plegaban a las decisiones del Presidente que era auténtico dueño de vidas y haciendas.

Estas circunstancias, como bien sabemos, generaron multitud de intereses y vicios que, a la fecha, cuesta trabajo erradicar (o siquiera, suavizar). Para muchos mexicanos aún ahora, el Presidente debe ser una figura que se ubica más allá de cualquier cuestionamiento y su voluntad debe ser la de toda la nación. Entonces, el Presidente era Gustavo Díaz Ordaz, conocido entonces por los participantes del Movimiento, como La Changa. Y este era extremadamente autoritario: Nada admitía fuera de su estricto código de mandar y obedecer. En su momento había obedecido todo y había llegado su turno de mandar y en su forma de pensar, nada ni nadie debía diferir de sus puntos de vista, pues su autoridad (incluso, moral) debía ser incuestionable.

Los estudiantes nos habíamos excedido en todo, desde su sesgado punto de vista, pues, entre otras cosas, habíamos izado una bandera rojiblanca en la Plaza de la Constitución (el Zócalo) y eso había provocado que se ordenara la organización de una ceremonia de desagravio a la Bandera. Allí, empleados del Banco de México y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público imitaron el balar de los borregos para decir a todos que eran acarreados y se vieron por primera vez los tanques. Hubo muertos y heridos. De allí corrimos y nos refugiamos donde se pudo.

Se habían organizado brigadas informativas y eso era otro atentado contra la autoridad presidencial. Habíamos marchado y el Rector Barros Sierra había desafiado al Presidente al marchar a la cabeza del contingente de universitarios, politécnicos y otros estudiantes y profesores. Y hasta ceremonias del Grito se habían organizado el 15 de septiembre, y sobre todo que, en el acto de la Ciudad Universitaria, Heberto Castillo (profe de la Facultad de Ingeniería) lo había encabezado y era una figura particularmente antipática para La Changa. Eso era intolerable pues.

Pero sobre todo el Movimiento amenazaba el desarrollo de los Juegos Olímpicos que debían inaugurarse el 12 de octubre y el prestigio del País y de su Presidente se encontraban en juego: debería acabarse con ese Movimiento, al costo que fuera. Quizás esa fue una primera expresión del Haiga sido como haiga sido…, inmortalizado después por Felipe Calderón.

Desde el Cuarto Informe Presidencial, el primero de septiembre de ese año, La Changa había sido claro: En la alternativa de escoger el respeto a los principios esenciales en que se sustenta toda nuestra organización política, económica y social, es decir: la estructura permanente, la vida misma de México, por un lado y, por otro, las conveniencias transitorias de aparecer personalmente accesible y generoso, la decisión no admite duda alguna y está tomada: defenderé esos principios y arrastro las consecuencias. Quedaba muy claro pues, lo que sucedería días adelante.

Por otro lado, hemos de considerar que los servicios de inteligencia del Estado, representados por la Dirección Federal de Seguridad (de la Secretaría de Gobernación) eran realmente pobres. La información con la que contaba La Changa eran los que le proporcionaba la Estación de la CIA establecida en nuestro País, y esos, solo podían ver al comunismo internacional por todos lados: Estaban entrenados precisamente para eso. Entonces, el cóctel estaba preparado, los ingredientes a la vista y los resultados también, pero entonces, no se les vieron las cosas de ese modo, pues en ese caso, el destino hubiera sido otro.

Continuaremos…

Es todo. Nos encontraremos pronto.

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