Preparando el 2 de octubre, desde el otro lado

El Movimiento Estudiantil y Popular de 1968 era sui generis como ya lo hemos comentado, y así, su organización interna, también lo era. El órgano de dirigencia y toma de decisiones era colegiado y se integraba, principalmente, por un gran número de delegados que representaban a los diferentes planteles que participaban en el Movimiento. Ese era el Consejo Nacional de Huelga que después se transformó en el Consejo Nacional de Lucha. Algunos delegados se distinguían más que otros, pero nunca hubo un verdadero líder que aglutinara y cohesionara el Movimiento. Entre los miembros del Consejo, había, como es obvio, algunos infiltrados y, de hecho, siempre se sospechó de algunos.

Nombres distinguidos de líderes del Movimiento hay muchos. Desde el punto de vista de quien junta estas letras, hay particularmente tres que se distinguían y esos eran: Miguel Eduardo Valle Espinoza (a) El Búho, de la entonces Escuela Nacional de Economía que con su voz grave se imponía siempre ante la ruidosa y desordenada Asamblea; Marcelino Perelló, de la Facultad de Ciencias, también de la UNAM que era el de mayor claridad y que tejía mejor los asuntos y Heberto Castillo, profe de la Facultad de Ingeniería de la UNAM que además, siempre enviaba puyas a La Changa. Valle y Castillo eran catalogados como serios y del primero, destacaba la ausencia de afán protagónico; Perelló era considerado por su inclinación al desmadre y a la broma. Pero la lista podría ser interminable. De los politécnicos, quien más se distinguía era Raúl Álvarez Garín y de los chapingueros, Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca. Sin olvidar, además, la guía siempre constante, desde atrás, del rector Javier Barros Sierra.

Todos esos líderes se habían ganado el respeto de los participantes del Movimiento (y de muchos más), y obviamente existía un cierto temor del Gobierno hacia ellos, pues al ser conocidos y respetados, le disputaban protagonismo al Presidente de la República y a su poder omnímodo. Eso los convertía en blancos deseados para ser perseguidos o detenidos. Y varios intentos se realizaron. A la larga, todos ellos fueron detenidos y el único ausente en las detenciones fue Humberto Musacchio (de la Escuela Nacional de Economía) por un hecho insólito y hasta cómico: En las listas del Gobierno aparecía como Humberto Msacutti y cuando lo detuvieron, lo dejaron ir porque su nombre no figuraba en las listas oficiales.

Los estudiantes no hacíamos consciencia de la realidad de las cosas, y las agresiones eran enfrentadas muchas veces, con humor. Cuando se realizó la ceremonia de desagravio a la Bandera y se abrieron las puertas del Palacio Nacional para que salieran las tanquetas, hubo muchos estudiantes que las torearon. Nadie imaginaba una posible culminación como la del 2 de octubre, a pesar de esa amenaza, del bazucazo anterior a la puerta de San Ildefonso 43 para mancillar la Escuela Nacional Preparatoria (planteles 1 y 3) o de las declaraciones de La Changa en su Informe de 1968. Otros antecedentes importantes eran la toma de la Ciudad Universitaria y de las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional. Todas esas acciones demostraban la disposición autoritaria de La Changa Díaz Ordaz para terminar con el Movimiento al costo que fuera, pero el romanticismo de los estudiantes no permitía ver la realidad ni la dimensión de las intenciones gubernamentales.

Hubo una manifestación el 27 de septiembre que culminó precisamente en la Plaza de las Tres Culturas y allí mismo se convocó para la marcha del 2 de octubre que debía culminar en el mismo sitio. No era una información secreta. Esa era la manera de realizar las convocatorias. No había facebook ni guasa. Los canales de información y de convocatoria no eran los de ahora. El Gobierno no necesitaba a sus infiltrados y provocadores para tener esa información. El ataque podía prepararse y el general Luis Gutiérrez Oropeza (Jefe del Estado Mayor de La Changa Díaz Ordaz) podía iniciar la preparación del asalto. Todo parece indicar que fue él, el autor y la cabeza de los actos sangrientos de esa tarde.

Obviamente, eran muchos hechos de una y otra de las partes que se encontraban en pie de lucha y las condiciones estaban dadas para la brutal matanza Son los hechos, pero vistos cincuenta años después.

Continuaremos…

Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.

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